INFLACIÓN: las subas de precios en alimentos de almacén, verdulería y carnicería, sin freno en el Conurbano
Durante agosto alcanzaron casi el 6% en los barrios populares, a pesar de la tendencia a la baja de la inflación en general. ¿Por qué ocurre esto?
Pese a la tendencia a la baja de la inflación general en los últimos meses, los precios de los alimentos continúan en alza. Durante agosto registraron un incremento de casi 6% en el Conurbano bonaerense, por lo que una familia de dos adultos y dos hijos tuvo que destinar 412.081 pesos para satisfacer sus necesidades básicas de comida. La cifra representó $23.285 más que el mes anterior.
El dato surgió de un informe llevado a cabo por el Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana (Isepci) en los barrios populares de 20 distritos del Conurbano. El relevamiento señaló también que la Canasta Básica de Alimentos mostró un aumento del 125,30% en los ocho meses del gobierno de Javier Milei. Así como una familia de cuatro miembros se alimentaba de manera adecuada con $182.905 en noviembre pasado, ahora debe sumar $229.175 a su presupuesto para sostener la misma dieta.
¿Por qué los productos suben en medio de un proceso inflacionario que tiende a la baja? "En un contexto en que los servicios esenciales como el transporte, las tarifas, las comunicaciones, los combustibles y la salud no dejan de aumentar, es imposible mantener los precios de los alimentos encerrados en una isla sin incrementos. Obviamente, todas estas subas de los servicios impactan en los costos del resto de la economía y, además, en los alimentos", explicó Isaac Rudnik, director de Isepci, al ser consultado por Crónica.
Los productos de almacén, puntualizó el informe, presentaron los mayores incrementos (8,07%) durante el mes pasado; detrás se ubicaron las frutas y verduras (6,55%) y las carnes (2,4%). "Es indispensable hacer un seguimiento de los costos y ganancias de la producción y comercialización de los alimentos básicos. Y fijar precios máximos para los productos de la canasta básica", consideró Rudnik.
En el rubro almacenero, las principales subas se dieron en polenta (36,36%), lentejas y arvejas (ambas con 25%), queso crema (20,84%), y queso de rallar (16,67%). Por el lado de verdulería, los aumentos fueron encabezados por la batata (41,67%), la papa y el zapallo (ambos con 26,32%), y la banana (11,11%). Y en carnicería, los incrementos más fuertes se observaron en hígado (7,91%) y pollo (6,67%).
Otro dato a tener en cuenta del relevamiento desarrollado en barrios populares del Conurbano: el valor de la Canasta Básica Total (CBT), que junto a los alimentos incluye un conjunto de bienes y servicios indispensables para el funcionamiento de la vida de las personas, subió 8,63% en agosto. Este salto significó un incremento de $51.694 para que una familia tipo no cayera por debajo de la línea de pobreza.
Inflación: daños colaterales
El alza de los alimentos se produce en un contexto de caída de ventas y recesión generalizada que deriva en cierres de negocios. "Cada vez son más los comercios barriales que no pueden sostenerse", advirtió Rudnik. Y ese es el caso, por ejemplo, de las panaderías.
En lo que va de este año, casi 90 locales del sector bajaron sus persianas en la provincia de Buenos Aires. La cifra fue confirmada a Crónica por el presidente del Centro Industrial de Panaderos de Merlo, Martín Pinto. "Tenemos un 50% menos de venta y casi un 70% de caída de consumo de facturas, tortas, otros productos dulces y sándwiches de miga. La gente no tiene un mango", describió.
Pinto aportó otra pincelada sobre el escenario que observa desde el mostrador. "Los clientes cobran del 1 al 10 y cuando llega el día 20 ya no tienen más plata. Los aumentos de luz, gas y las cuotas de los colegios, por ejemplo, les comieron el sueldo. Priorizan ciertos gastos y dejan al margen, por ejemplo, los productos de las panaderías. Cuando compran, lo hacen por unidad", comentó.
El dirigente lamentó, además, el panorama del sector. "Los panaderos ya no se stockean más de mercadería, están al día. Todo el tiempo buscan economizar para llegar al próximo mes y mantener el negocio abierto", dijo Pinto. Y completó: "Ni cuando cerrás la panadería ahorrás, porque tenés que vender las máquinas para indemnizar a los empleados. Panadería que cierra, panadería que no abre nunca más".