Ramón Moreno solo quiere "aprender a leer y a estudiar". Tiene 13 años y vive junto a sus padres y cuatro hermanos menores que él en una vivienda humilde del Barrio Industrial Las Lomitas, ubicado en  Formosa, a casi 300 kilómetros de la capital provincial.

Este año, Ramón arrancó con sus estudios secundarios, pero todavía no pudo aprender a leer. Tan así es que el chico puede escribir, pero no entiende sus anotaciones que copia "del pizarrón". Además, sabe sumar, pero no puede restar ni, mucho menos, hacer operaciones matemáticas más complejas como multiplicar o dividir.

"El que va a 4to grado no aprendió a leer todavía y pasó igual de grado. La de 5to tampoco aprendió a leer y la hicieron pasar de grado. Cuando no pueden resolver algo, me manda a llamar la directora y nos echan la culpa a nosotros porque dicen que les tenemos que enseñar a ellos acá en la casa", cuenta su mamá, Yésica Rojas, quien no pudo terminar la escuela secundaria.

Debido a que la zona donde vive es mayormente rural, si llueve, las cosas se complican más para el chico que, en esos casos, debe faltar a la escuela porque los caminos quedan abnegados y la moto con la que su madre lo lleva hasta allí no logra sortear los largos barriales.

Antes me iba solo en bicicleta, pero ahora se me rompió. Necesito una nueva. También me pidieron bajar una app para aprender a pronunciar bien en inglés y no la podemos descargar en el teléfono de mi mamá. Me ayudaría mucho tener uno para mí, aunque sea usado”, cuenta Ramón en una entrevista con La Nación.

El chico ayuda muchísimo a sus padres. No solamente a cuidar y estar atento a lo que hacen Yael (10), Alexander (9), Brenda (4) y Thiago (1), sus hermanos menores, sino que, desde que tenía 6 años, acompaña a su mamá cuando sale a vender pan y tortas fritas para ganarse algo de plata y así poder comprar comida.

El chico es el mayor de 5 hermanos.

Todos los días, Ramón se levanta temprano, se va a la escuela y cuando vuelve al mediodía, se pone a hacer el pan que luego sale a vender. "En el recorrido siempre nos dan algo de comida", cuenta. Pero la alimentación es un problema y su madre a veces no puede alimentar bien a todos. Así las cosas, para Yesi, lo más importante es que sus hijos vayan a la escuela. "Quiero que ellos terminen lo que yo no pude y no tengan que andar vendiendo pan como yo".

Además, la casa en la que viven es muy chica, el baño no tiene techo y el acceso al agua se dificulta porque tienen perforaciones y faltan caños para hacer una buena instalación de tuberías. No obstante, la vida difícil de Ramón no lo inhabilita para pensar en el futuro y, si bien lo que menos le gusta en la vida es pelear, cuando sea grande le gustaría ser militar o policía.