Lucía tenía cuatro años. Todos los días viajaba sentada en el transporte escolar que la llevaba del colegio a su casa. La nena miraba el paisaje por la ventana. Cuando faltaba pocas cuadras para llegar a su hogar y el autobús se aproximaba a destino, la inquietud de siempre volaba por su mente y hacía que su corazón se acelere con cada cuadra que avanzaba: "¿Habrán vuelto mamá y papá?", pensaba la nena.

Lucía García Itzigsohn hoy tiene 47 años y es Directora Provincial de Comunicación en el Ministerio de Mujeres de la Provincia de Buenos Aires. Cuando tenía dos años, sus papás, Gustavo García Campannini y Matilde Itzigsohn, fueron desaparecidos. Él el 14 de octubre de 1976. Ella el 16 de marzo de 1977.

'Tili' y Gustavo, los padres desaparecidos de Lucía.
"Tili" y Gustavo, los padres desaparecidos de Lucía.

Ambos militaban en el Peronismo de Base, donde su referente fue Rodolfo Walsh, después en las Fuerzas Armadas Peronistas y luego en Montoneros.

Matilde escribía en un diario íntimo algunos de los sucesos que iban ocurriendo en su vida. Muchos de sus textos fueron una pieza clave para completar la historia de su desaparición. En la libreta expresó la gran desesperación que sentía tras haber perdido a su compañero y estar ella sola al cuidado de sus dos hijas, Lucía y María Inés, que aún era un bebé.

Cuando Gustavo fue secuestrado, la casa en donde vivían, ubicada en Bernal, fue totalmente destruida. Se habían llevado no solo a su padre, sino todos los bienes materiales. Fue entonces cuando la madre de Lucia consiguió un trabajo como secretaria de un médico y las tres se mudaron a un departamento prestado en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

En ese entonces, Matilde comenzó a tener contacto con una persona que le filtraba información sobre la situación de su marido desaparecido. Los mensajes prometían que Gustavo estaba bien. La esperanza de esta madre, que había quedado sola con dos hijas pequeñas, de reencontrarse nuevamente con su compañero, era profunda.

'Tili'
"Tili", desaparecida el 16 de marzo de 1977.

Pero ese encuentro nunca llegó y esa conexión con esta persona había sido la manera de controlar a Matilde y finalmente secuestrarla también. El día en que “Tili” fue desaparecida, sus dos hijas habían ido de visita a lo de su abuela. Se cree que ella había ido a reunirse con esa persona que le “filtraba” información sobre su pareja.

—Podríamos haber sido apropiadas, pero no estuvimos en ese momento. Mi hermana era una bebe, podría haber sido secuestrada y apropiada. Justo ese día mi mamá nos dejó con mi abuela, pero estábamos viviendo con ella. Si hubiera sido en otro momento el secuestro, probablemente la historia no sería esta — asegura Lucia, imaginando lo peor.

Entre miles de posibilidades también pensó que ella y su hermana podrían haber terminado en orfanatos, como muchos otros hijos de desaparecidos que sufrieron malos tratos y faltas de cuidados, entre otras cosas en distintos establecimientos.

Crecer como hija de desaparecidos

Cuando las hermanas quedaron sin padres se fueron a vivir a la casa de su abuela paterna en La Plata. Con ella vivieron hasta que cada una se independizó.

—Yo no tengo recuerdos de ese momento porque tenía alrededor de dos años, era muy chica— expresa Lucía, quien asegura haber reconstruido su historia a través de relatos de sus familiares.

A diferencia de otros hijos de desaparecidos, en su familia nunca le dijeron ni que sus padres estaban de viaje ni que había sucedido un accidente:

—En un primer momento nos dijeron algo de un viaje, pero fue temporal porque ni los adultos sabían como explicar lo que estaba ocurriendo en el país, no sabían que esa situación iba a permanecer así.  Estaba la expectativa de que hasta 1983 aparecieran con vida. Entonces, ¿cómo le explicas a nenas tan chiquitas esa situación? — reflexiona la mujer que es madre de dos hijos.

Lucía junto a su madre y su padre.
Lucía junto a su madre y su padre.

También recuerda que en todas las fotos de sus cumpleaños, ella aparece frente a la torta llorando porque siempre pensaba que en ese momento sus padres iban a volver a festejar con ella:

—¿Cómo no iban a estar en mi cumpleaños? — pregunta la mujer, tantos años después.

¿Desaparecidos? Desaparecidos

Lucía tenía 6 años cuando un tío la llevó a un bar y le preguntó por sus padres. Allí fue cuando una palabra clave apareció en su construcción histórica y a partir de ese momento comenzó a hilar una historia sin fin.  

—¿Vos te acordás de Tili y de Gustavo? — le preguntó su tío.

—No, no me acuerdo — respondió la nena, con inocencia.

—Bueno, están desaparecidos — confesó el familiar.

Según cuenta la entrevistada, hay perspectivas desde la psicología y del psicoanálisis de como los familiares han transitado el trauma de la desaparición y en el caso de los hijos hay dos “modelos” de reacción: la sobre adaptación; madurar más rápido y tener respuestas como adultos frente a determinadas cuestiones y el otro; permanecer siempre en la postura adolescente.

Ella asegura haber asumido el lugar de adulto y lo relaciona con su rol de hermana mayor: “Sentí la responsabilidad de hacerme cargo de ciertos cuidados y cuestiones”.

“Un juego” entre amigas que se convirtió en sostén

En el jardín de infantes, Lucía conoció a una íntima amiga que hoy ya es familia: Verónica Sánchez Viamonte, una mujer que en ese entonces también era una niña de tan solo cuatro años con padres desaparecidos. 

Las que daban el presente en la escuela eran las abuelas, las de Verónica y las de ellas. Algo hizo que se acercaran, porque fueron amigas desde un principio.

—Nosotras nos contábamos todo, compartimos lo que habíamos averiguado de nuestras madres y padres. Era como una posibilidad de construir historia, de ir entendiendo lo que sucedía, pero medio en juego— confiesa sobre aquella amistad que fue una pieza importante en su infancia.

La mujer que se describe como periodista feminista asegura que saber desde tan chica que había otras personas que habían vivido lo mismo, le hizo tomar conciencia de que no era una tragedia personal, sino que lo que había sucedió tenía otra connotación.

Lucía asegura haberse sentido muy cuidada siempre en el ambiente escolar con respecto a su situación familiar y jamás sintió una estigmatización: “Sin que nadie desde la institucionalidad les dijera, las maestras tenían una actitud muy humana, que no paso en todos lados”, contó y describió: “Tenemos experiencias de compañeros que fueron a otras escuelas y pasaba lo contrario. Compañeros que los sentaban a todos juntos en el fondo porque eran hijos de “subversivos”. A una compañera que iba a una escuela privada la hacían pararse y contar de que trabaja la madre y el padre”.

Detectives de sus propias vidas

— Hay un compañero que dice que nos transformamos en detectives para conocer esas trayectorias. En la Plata hay muchas universidades, donde estudiaron, los compañeros de las facultades nos aportaron muchísimo en esa reconstrucción de las historias. Donde militaban, donde trabajaban. Acá está todo el cordón industrial de Berisso y Ensenada, entonces muchos de nuestros padres eran trabajadores y estudiantes — explica.

Durante todos estos años, la mujer conoció a amigos de la infancia y de la adolescencia de sus padres. Hace unas semanas, junto a su hermana, visitaron a un compañero del colegio secundario de su madre, que les contó un montón de cosas que no sabían de ella.

Lucía y Gustavo.
Lucía y Gustavo.

— Nosotras no sabemos qué música escuchaban. Uno cuando convive con sus padres forma parte de la cotidianidad y de la referencia. Nosotros lo tuvimos que ir a buscar y armar, entonces eso también fue parte del trabajo de ser hijo de desaparecidos todos estos años — dice.

Con el tiempo, las hermanas se enteraron de que sus padres estuvieron en la ESMA:

— Con mi hermana testimoniamos en el juicio. Fue en el tramo 3 de la causa ESMA donde juzgaron las desapariciones de ellos dos, entre otras personas — dice la Directora Provincial de Comunicación en el Ministerio de Mujeres de la Provincia de Buenos Aires, tras una larga pausa.

“Nacimos en su lucha, viven en la nuestra”

La comunicadora, que fue parte del inicio de la agrupación H.I.J.O.S., contó: Cuando nosotros surgimos como H.I.J.O.S. había una situación de impunidad total del menemismo, en 1995. No había ninguna perspectiva de que se fueran a juzgar los crímenes de lesa humanidad”.

“Era totalmente imposible, estaba clausurado el tema. Además, lo que circulaba sobre nuestros padres o madres era una idea estigmatizada, de subversivos, guerrilleros. Entonces nosotros tuvimos que hacer una construcción histórica de las biografías de nuestras madres y padres porque a veces ni nuestras familias nos contaban mucho”, expresó.

Lucía García Itzigsohn y Hebe de Bonafini.
Lucía García Itzigsohn y Hebe de Bonafini.

“Nacimos en su lucha, viven en la nuestra”, esta frase marca un poco el vínculo generacional de su generación con la de sus padres. Nosotros nacimos en el momento en el que ellos estaban luchando y construimos esta idea de que ellos vivían y viven en nuestra lucha. Los hacemos presentes, recordando lo que ellos querían para el país, para la sociedad”, explicó.

Memoria por la verdad y justicia

“Me parece importante transmitir que todos estos discursos de odio que se escuchan ahora: las propagandas políticas con armas y esta idea de que ‘el que no piensa como yo hay que exterminarlo’, no tiene que estar y son muy peligrosas porque fueron las que estuvieron en el origen de lo que fue el terrorismo de estado en nuestro país”, opinó.

Asimismo, remarcó: “Tenemos que estar muy alerta y defender mucho esta democracia que ya tiene cuarenta años y que tiene cuarenta años, entre otras cosas, porque los organismos de derechos humanos estuvimos ahí defendiendo y exigiendo justicia”.

Para Lucía, hija de desaparecidos, la memoria no tiene que ver solamente con lo que pasó hace más de 40 años, sino también con el presente y el futuro que queremos construir como país.

En el marco de la conmemoración de los 40 años de democracia y el Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia, el miércoles pasado, H.I.J.O.S., presentó un libro en la Facultad de Trabajo Social, de la Universidad Nacional de La Plata llamado "Ahora. Siempre".

“El libro está construido a partir de cincuenta textos de compañeras y compañeros que cuentan alguna vivencia vinculada a esta historia que tenemos para poder poner en palabras lo traumático. Esperamos que sirva para la construcción colectiva de la memoria. Estamos muy contentos porque llevo muchísimo trabajo y finalmente lo logramos sacar”, contó emocionada Lucía.

Por G. L.

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