A lo largo del país hay un sinfín de sitios que son reconocidos por ser escenarios de terribles tragedias. Asimismo, a lo largo de los años, han surgido distintas historias colectivas que aseguran que en estas propiedades se pueden encontrar espíritus merodeando o fantasmas que intentan entrar en contacto con los visitantes que se animan a ser parte de una experiencia paranormal única. Por este motivo, en esta oportunidad les presentamos 3 lugares de Buenos Aires que están abandonados y en donde el misterio y el terror están asegurados

Todos estos lugares han sido olvidados por diferentes razones, ya sea porque los dueños fallecieron o por el escaso interés de las autoridades gubernamentales. Aunque en muchos casos la falta de presupuesto, desastres naturales, las condiciones sociales e incluso las malas medidas económicas fueron determinantes para que las mansiones que presentaremos a continuación formen parte de un patrimonio cultural muy interesante para la provincia.  

1- Castillo San Francisco

Ubicado en la localidad de Egaña, partido de Rauch. Este imponente castillo es enorme, de hecho, cuenta con un total de 77 habitaciones, 14 baños y 2 cocinas. Pese a su belleza y rico entorno natural, está abandonado hace muchos años debido a que está marcado por tragedias y la muerte. 

La edificación de esta increíble mansión comenzó en 1918, pero recién fue finalizada en 1930 porque los materiales con los que se construyó fueron traídos desde Europa y estas importaciones tardaban mucho. Toda la construcción estuvo bajo el mando del arquitecto Eugenio Díaz Vélez, quien heredo parte de las hectáreas que pertenecían a su familia desde 1825. 

El Castillo San Francisco se encuentra en Rauch. 

La leyenda del Castillo

Este lugar quedó marcado por una triste tragedia que ocurrió el mismísimo día de su inauguración, el 20 de mayo de 1930. Mientras que los invitados recorrían las instalaciones, el dueño murió inesperadamente y su cuerpo fue encontrado varias horas más tarde debido a la gran expansión territorial que tenía la casona. La única heredera del castillo quedó tan afectada por la perdida que entro en una gran depresión que no le permitió volver nunca más a la propiedad.

En 1960 el gobierno de Oscar Alende apropio el lugar con el fin de convertirlo en un hogar, granja y reformatorio para jóvenes con problemas de conducta. A 10 años de la apertura de la institución de menores, un violento asesinato, que comprometió a uno de los internos, comenzó a sacar a la luz la paranormal leyenda acerca de que el fantasma del dueño rodea las instalaciones para evitar que otras personas habiten su casa que tanto esfuerzo le costó.  

Su interior fue vandalizado en reiteradas oportunidades. 

2- La Mansión Nazar-Anchorena

Esta estancia en medio del campo bonaerense es totalmente imponente y fue construida por la reconocida familia aristocrática, los Anchorena. La construcción está ubicada en la localidad de José C. Paz y se caracteriza por el bello estilo inglés que era típico del 1900. Además, está rodeado de amplios terrenos con altos pinos y senderos de tierra sobre la avenida Croacia, a pocos metros de las vías del tren San Martín.

Su dueño era Benjamín Nazar Anchorena, quien fue el fundador del Club Náutico de San Isidro y funcionario del Ministerio del Interior, creo este espacio para celebrar eventos políticos y además, era la casa utilizada por la familia para descansar los fines de semana. Todo era tranquilidad y alegría hasta que un día la situación cambio para siempre. 

La Mansión Nazar-Anchorena se encuentra en José C. Paz.

La historia paranormal que cambio el sitio 

Si bien hay varios relatos terroríficos, la principal leyenda que sobrevuela la mansión explica que luego de que la conocida familia abandonara la casa por extrañas presencias, una congregación de religiosos se instaló allí y al tiempo de su llegada, un sacerdote se habría quitado la vida y un grupo de monjas fuero asesinadas sin motivo alguno.  

Desde ese entonces el edificio quedo completamente abandonado y los vecinos aseguran que los fantasmas de estas personas se acercan a las ventanas todas las madrugadas para mostrar que aún les quedan cuentas pendientes en la zona. Asimismo, muchas de las personas que visitaron el punto sostienen que parece la casa embrujada de la película “Psicosis”, lo que le agregó una pisca de terror a las narraciones.  

Vieja foto de la  Mansión Nazar-Anchorena. 

3- El Castillo de Villa Arias

Esta linda casa de campo de estilo colonia se encuentra en el parido de Coronel Rosales, más precisamente en las afueras de la ciudad de Punta Alta. Se inició su construcción 1912, pero recién se finalizó para 1927 porque formaba parte de un predio de 400 hectáreas y era una zona de difícil acceso, ya que era área de caza animal y cabalgas.

El chalet pertenecía al Doctor Ramón Ayala Torales y su familia, que lo utilizaban para eventos y como punto de descanso. Sin embargo, en 1976, se decidió vender la propiedad de manera imprevista y desde aquel entonces ha pasado por las manos de distintos dueños y se intentó instalar diversos emprendimientos como una casa de té, un asilo de ancianos, un boliche, entre otras cosas, pero todos los proyectos fracasaron rotundamente por motivos que no son claros

El Castillo de Villa Arias se encuentra en Punta Alta. 

El inicio de la leyenda 

Pese de las buenas intensiones que hubo para sacar adelante la mansión, la realidad es que ningún proyecto dio fruto y todos los que pasaron por allí salieron aterrados. Desde hace más de dos décadas el sitio está abandonado por completo, por este motivo las historias paranormales no dejaron de aparecer dentro de la imaginación colectiva de la zona. 

Actualmente, la propiedad tiene dueño, pero no se hace cargo de ella, de hecho, está ocupada por personas desconocidas que muchos vecinos piensan que deben tener algún tipo de relación con los "fantasmas" que habitarían la casa. La fama de este lugar hizo que se haga un documental llamado "El Gigante Misterioso" que cuenta la historia del establecimiento. 

Se dice que en el Castillo de Villa Arias hay fantasmas y por eso no se pudo habitar las instalaciones.