La tragedia que significó la venta de cocaína adulterada, y su consecuente cadena de muertes e internados por su consumo, en las últimas semanas, puso a la vista de todos una problemática tan antigua como hasta el momento, irresoluta: la adicción. Por la cual miles de personas, en su gran mayoría jóvenes, quedan atrapados, y viendo como sus vidas se arruinan día a día, y por semejante tormento muchos hasta llegan al extremo del suicidio.

Por esta razón, pocos días después de lo sucedido en Puerta 8, y en otros puntos de venta, familiares de adictos volvieron a la carga, exigiendo la ley de adicciones, entre otros tantos requerimientos.

“Estamos con un vacío legal y social. Las familias padecemos, y estamos atadas de pie y manos. Estamos abandonados”. El testimonio pertenece a Claudia, mamá de Ariel y Juan, quienes cayeron en las garras de las drogas, y jamás salieron. En el caso del primero el desenlace fue terrible e irreversible, dado que se cansó de sufrir y decidió quitarse la vida. Al respecto, la mujer detalló que “con la ley anterior pude internarlo de manera involuntaria, pero tras el cambio no tuve la posibilidad de volver a hacerlo”.

Las Madres del Ser alzan su reclamo ante el Congreso.

En este sentido, la mamá que lucha por su segundo hijo, día a día, ante los brotes psicóticos, desencadenante de los narcóticos, hizo referencia a la Ley 26.657 de Salud Mental, que regula las adicciones. La legislación estipula que solo el adicto puede internarse en un centro de rehabilitación, bajo su consentimiento, no de terceros, como por ejemplo su propia familia.

Ante semejante limitación, un ser querido solo dispone de dos opciones, en caso de acudir en auxilio: “si llamo al 911 lo llevan a una comisaría, o pido una guardia psiquiátrica y me lo internan, y le dan el alta en horas”. En consecuencia, el desamparo se agudiza, y con él la angustia del adicto, que lo puede empujar a tomar la peor de las decisiones.

En el caso de la mencionada mamá, el mismo año de la reforma de la norma de salud mental, su hijo Ariel se ahorcó a los 24 años. Una experiencia similar atravesó Stella Maurig, con su hijo David, quien en 2019 se disparó a la sien, a sus 31 años. Al respecto, una de las referentes de “Madres del Ser” remarcó que “él no se quería morir, sino que quería dejar de sufrir”. Su hijo “entraba y salía de la cárcel por robo, pero esa no era solución. No podía parar de consumir”.

Tan terrible vivencia impulsó a Stella a instalar en el debate la necesidad de una ley específica de adicciones. Una idea que posteriormente se convirtió en iniciativa, luego en urgencia de convertirlo en proyecto, para finalmente alcanzar la meta de miles de padres y familiares con la aprobación como norma estrictamente abocada al consumo de drogas. Un camino con diferentes postas que iniciaron en agosto pasado.

Fotos y recuerdos de los que no pudieron "zafar" de las adicciones.

En aquella oportunidad,presentamos un petitorio en la comisión de adicciones de diputados respecto a una modificación de ciertos artículos de la ley de salud mental. Pero nunca tuvimos una respuesta. En marzo volveremos a plantear nuestra exigencia en el Congreso”, reveló Stella.

Bajo la misma demanda, Jorge González planifica encadenarse en el Obelisco, o en otro punto donde sea visible su reclamo. El hombre, que reside en el Barrio 31, quiere descansar de una vez por todas, tras tres meses sin dormir. Al respecto, Jorge confesó que “todas las noches estamos pendientes de si a mi hijo le pasa algo, porque vive metiéndose en problemas. Ya tiene 37 puntos en la cabeza.

La ira y violencia de Gustavo, de 35 años, a la cual hace mención su papá, es claro desencadenante de una adicción a las drogas, que lo atraparon desde niño. Por esta razón, su ser querido consideró que “el Poder Judicial no hace su trabajo porque cuando pido una internación, ya que consume y en casa son frecuentes sus manifestaciones violentas, lo que solo hacen es darle una exclusión de hogar. Pero esa no es la solución porque lo deja en la calle y lo deja expuesto al consumo”.

Mientras González no puede pegar un ojo, hay centenares de madres que recorren los barrios populares o los puntos de venta de narcóticos, buscando a sus hijos, con una foto de ellos en sus manos. En este sentido, Stella enfatizó que “no hay vida cuando entra la droga a la casa. Esperas que tu hijo muera, sabes que va a terminar mal porque no hay nadie que ayude a la familia a contenerlo”. En coincidencia, Claudia expresó que “es convivir con la angustia y el peligro, porque no sólo está en riesgo la vida de tu hijo, sino también la de terceros”.

Ley de adicciones

El reclamo de una legislación puramente enfocada en adicciones no solo apunta a darle la potestad a la familia de internar al adicto en un centro de rehabilitación, sino también a la contención de este antes del tratamiento, y posteriormente. En relación con ello, Murig manifestó que “los chicos que recibieron el alta, a nadie le hacen un seguimiento, un tratamiento, por lo cual están en serio riesgo de volver a consumir”.

Justamente, lo sucedido en Puerta 8 hace 11 días, consideran las madres y padres de adictos, “no fue algo casual. No nos sorprende que la gente vaya a Puerta 8 y compre droga. Esto es un tema global, en la que deben trabajar en forma conjunta diferentes áreas”. Frente a semejante panorama, las diferentes organizaciones que representan a las familias de drogadictos, e incluso papás y mamás por iniciativa propia, están dispuestos a cambiarlo de raíz, y la meta para ello reside en convertir en realidad su proyecto de una ley de adicciones.

Por M.R.