El bullying en primera persona, tres casos estremecedores que visibilizan el acoso escolar
Las especialistas le manifestaron a Crónica que los ataques se dan en ámbitos escolares, cibernéticos y laborales.
A pesar de que, a diferencia de décadas pasadas, se lo identificó, rotuló y visibilizó, el bullying parece no tener solución. ¿El motivo? Que diariamente tienen lugar diferentes episodios de este mal social que ya no solo acontece en ámbitos escolares, sino también en el cibernético y el laboral. Por si fuera poco, no es únicamente cosa de chicos, sino también de adultos, y si bien se implementaron diferentes instrumentos de educación y contención psicopedagógica, no son suficientes.
"Lo vemos todos los días", reconoció un trabajador de la educación en referencia a los maltratos físicos y verbales entre los alumnos de la escuela en la que se desempeña.
Justamente en los establecimientos educativos se recrudecen las diferentes manifestaciones de bullying, que ya no se vinculan exclusivamente con un aspecto físico. En este sentido, Beatriz Goldberg, psicóloga y autora del libro "Cómo lograr plenitud a través de la autoestima", detalló que "se la agarran con un punto débil. Hay una necesidad imperiosa de encontrar lo malo en el otro, y se aprovechan de eso".
Cuál es la mirada de los especialistas sobre el bullying
Por su parte, la licenciada en psicología Laura Caballaro argumentó que "el maltratador pertenece a una familia disfuncional en la que se maltrata de diferentes maneras, como gritos o burlas, y después dicen que es un chiste".
En cambio, "la víctima tiene una personalidad vulnerable a todo, hasta se deja de lado a sí mismo para estar bien con los demás porque le cuesta relacionarse con el resto y permite muchas cosas. Una vez que se acostumbra a la posición de víctima es muy difícil salir de eso".
"La víctima tiene una personalidad vulnerable a todo, hasta se deja de lado a sí mismo para estar bien con los demás".
Los destinatarios de la agresividad de sus semejantes se encierran más en un contexto tortuoso del que no encuentran la salida. Al respecto, Goldberg reveló que "hay chicos a los que les da vergüenza contarlo, o los propios papás lo minimizan y les aconsejan que se hagan respetar".
El maltrato en primera persona
No obstante, en el caso de Karen, su hija le confesó el infierno que vivía. Por causales diversos y aberrantes, en principio "por problemas de pronunciación, después fue por el peso y le decían Peppa Pig. Le expresaban que era fea, que era bigotuda. Fueron tres años en los que venía llorando a decirme que los compañeros le tiraban las cosas y la maestra no hacía nada. La tuve que cambiar de colegio". Por un calvario similar pasó Clara, cuya hija era blanco de un sinfín de burlas por su físico. Por esta razón, "le propuse hacer una dieta, y bajó 20 kilos. Conclusión, terminó teniendo anorexia y no comía nada, solo tomaba agua. Fueron años muy duros", señaló la mujer.
En tanto, Marina prefirió callar y no alertar a su madre respecto del maltrato diario que recibía en el colegio. En este sentido, la joven recordó que "había un grupo de chicas que se hacían llamar las populares y que me hacían a un lado. En el comedor del colegio me tenía que sentar con chicos de otros grados porque ellas me apartaban, juntaban las mesas en las aulas y a mí me dejaban en mi pupitre sola y apartada. Yo a veces lloraba porque no quería ir al colegio, exploté cualquier cantidad de termómetros porque los calentaba con un encendedor para decirle a mi mamá que tenía fiebre para no ir al colegio".
"En el comedor del colegio me tenía que sentar con chicos de otros grados porque ellas me apartaban".
Aún más cruel resultó su infancia para Analía, puesto que "a los 7 años sufrí quemaduras por un accidente, y me llamaban pechuga frita, pati quemado, quemada de mierda. Lo banqué hasta séptimo grado, donde arranque con una depresión y no me aboqué al estudio y repetí". Por su parte, Celeste confesó que "sufría depresión, con episodios de autoflagelación, y mis compañeros me llamaban la piba trincheta. Lo pude superar con muchos años de terapia".
Qué hacer en casos de acoso escolar
Cada uno de estos episodios mencionados refleja el mismo desenlace, caracterizado por una víctima que no recibe ninguna contención y que, por ende, está desamparada y debe ella cambiar para poder superarlo. En este sentido, Caballaro dejó en claro que "la dirección escolar lo resuelve citando a ambas partes para que dialoguen y que una le pida disculpas a la otra, pero no es lo ideal".
Por lo tanto, la licenciada en psicología aseguró que "es necesario un trabajo más profundo, por ejemplo, aconsejar y fomentar que la familia del chico que hace bullying haga terapia para que puedan admitir esa situación y reeducar al chico, puesto que, si no, no concurren por sí mismos a un profesional".
No obstante, con las tecnologías y sus diferentes espacios y manifestaciones, el bullying encontró en ellas una nueva forma de desarrollarse y expresarse en lo que se le llama "el ciberbullying".
Por M. R.