Día del amigo: tres historias de lealtad inquebrantable
En el Día del Amigo, distintas historias de amor y vocación por ayudar.
Si bien el termino “Amigo” se ha popularizado en los últimos tiempos para dirigirse a alguien, principalmente desconocido, su sentido es completamente otro.
Puesto que un amigo no es cualquiera, sino aquel con el que se compartió, y se sigue haciendo, las experiencias más fuertes, entrañables y emotivas, sea en ambos extremos: Felicidad y Tristeza. Por eso, un amigo es un hermano que la vida lo puso en el camino, desencadenando muestras de valores, no siempre respetados, como dar el todo por el otro.
“Es a través del amor y la amistad como aprendemos a ser solidarios y apoyamos a los demás en sus necesidades. El respeto es fundamental en el amor y la amistad, porque nos ayuda a aceptar y tolerar las diferencias entre las personas”. El elocuente concepto corresponde a Andrea, miembro de Sonrisas para los Chicos, una organización que se aboca a brindar asistencia alimentaria, repartiendo mercadería, juguetes y demás bienes de primera necesidad, pero principalmente “tratamos de generarles alegría”.
Una iniciativa que nació integrada por Luis Almirón y su padre, Ivana Bojorque, Jorge Nicoletti, la mencionada Andre, y que rápidamente se enfocó en visitar merenderos, comedores, geriátricos y hospitales, no sólo de la provincia de Buenos Aires, sino también Salta, Tucumán, Córdoba, Entre Ríos, y en el Impenetrable, Chaco.
Al respecto, Andrea detalló que “cada uno de los miembros tienen una función, pero siempre con la misma finalidad sacar una sonrisa. Esto es lo más lindo que puede pasar, en cada recorrido nos hacemos de más amigos de todo del más pequeño al más grande”.
Una experiencia similar comenzaron a llevar adelante en 2017, 8 familias con niños que presentan diferentes patologías, principalmente Síndrome Down y Trastorno del Espectro Autista.
Un origen que Olga, impulsora de Amigos por un Mundo Inclusivo, recordó que “nos juntamos un grupo de personas que pertenecíamos a otras asociaciones, y un día estábamos tomando mate, quejándonos de las pocas posibilidades que tienen los chicos discapacitados en situación vulnerable. Entonces decidimos empezar un espacio en el que los papás, y los propios chicos, se sientan contenidos, que no están solos, sino que tienen un grupo de amigos al cual pueden acudir cuando lo necesiten”.
Los primeros pasos los dieron en la casa de uno de los niños, pero la amistad comenzó a extenderse, sumando a más núcleos familiares al proyecto. Fue entonces cuando tuvo lugar una particular coincidencia, de esas que parecen casuales, aunque en realidad dejan un mensaje y suceden por una causa.
En este sentido, la mujer relató que “el año pasado buscamos un lugar, y así llegamos a tener conocimiento de las instalaciones del Centro de Jubilados Amigos de Merlo Centro”. Cuando las máximas autoridades de esta entidad tomaron conocimiento que también se trataba de un conjunto de amigos con un fin benéfico, solidario, y más que nada amistoso, les cedieron el establecimiento.
Por esta razón, Olga enfatizó que esto “tiene que ver la amistad, porque cuando supe el nombre de ellos, dije: ‘¡Qué casualidad!’ Estamos felices y emocionados”. Hablando de espacios, de lugares, los pasillos, los recreos, las aulas y cada rincón del Colegio Nuestro Señora de Fátima, situado en la localidad bonaerense de Lomas del Mirador, fueron testigos de las primeras risas, complicidades, confesiones, emociones que le dieron forma a una unión que primero se cristalizó en la palabra “amigas”, y poco después en la expresión “hermanas”.
Justamente así se consideran una a la otra, Sabrina y Anabella, inicialmente compañeras de “la secundaria”, y hoy de “la vida”.
Puesto que en más de 30 años atravesaron juntas un sinfín de experiencias: las juntadas de estudios en las casas de ambas, las primeras salidas al boliche, noviazgos, viaje de egresados, posteriormente se convirtieron en madrinas de sus respectivos hijos, e incluso ni siquiera se despegaron en los momentos más apremiantes.
Por estos días, transitan las últimas piedras de uno de ellos, por una cirugía de tórax de una de las dos, pero la otra jamás le suelta la mano. Una lealtad sin igual que Sabrina argumentó, al reconocer que “Ana para mí es todo. Mi sostén, las risas, el apoyo, el amor incondicional, los mates lavados mientras hablamos de 500 temas a la vez y quizás también en el medio lloramos y nos reímos. Es la seguridad de saber que nunca jamás vas a sentirte sola. Ana es mi hermana y lo digo porque siento un amor tan grande e incondicional que solamente uno lo siente por la familia”. La maravillosa descripción de una amiga sobre la otra, como asimismo convertir la amistad en unidad por un fin ejemplar, confirmar que “amigo o amiga” no es un vínculo más, sino esencial en la vida de cualquier ser humano, es decir, el bastón en el largo camino de cada uno.