En el marco del Día Mundial de la Salud Mental, celebrado cada 10 de octubre, especialistas en psiquiatría infantil hablaron con cronica.com.ar sobre el impacto que el uso excesivo de pantallas y dispositivos electrónicos tiene en los menores y adolescentes. Depresión, ansiedad, trastornos del lenguaje y miedos exagerados son las patologías derivadas más comunes, a la vez que se incrementaron los casos de acoso, cyberbullying y grooming que también requieren de apoyo profesional.

Esta jornada, promovida por la Federación Mundial de la Salud Mental y con el respaldo de la Organización Mundial de la Salud (OMS), sirve para crear conciencia, disminuir el estigma asociado a estas problemáticas y promover la asistencia para quienes lo necesiten.

Desde hace años los pediatras vienen alertando sobre el uso constante de los dispositivos. “Se asocia con atención deficiente, falta de control de la conducta, retraso del lenguaje y déficit en la función ejecutiva”, de acuerdo a la Sociedad Argentina de Pediatría.

En este sentido, la doctora Silvia Ongini (M.N. 69.218)., psiquiatra infanto-juvenil del Departamento de Pediatría del Hospital de Clínicas de la UBA explica: “Los dispositivos les dan estímulos cambiantes muy rápido y no les exigen tener atención sostenida durante un periodo considerable como para poder comprender y realizar una tarea, lo cual es funcional a esta dificultad de sostén de atención por un periodo adecuado”.

Sin embargo, la especialista advierte que “es cada vez más frecuente encontrar que vienen padres o madres con sus niños muy chiquitos por distintos motivos y que los ponen con un celular para que se queden ahí tranquilos”.

Según la OMS el tiempo recomendado para el uso de pantallas en niños menores de 2 años es cero. De 2 a 4 años hasta una hora y de de 5 a 17 años un límite de dos horas. La realidad en muchos hogares está lejos de estas sugerencias.

En la era digital los chicos y adolescentes están expuestos a una cantidad sin precedentes de pantallas y dispositivos electrónicos. Desde los teléfonos móviles hasta las tablets y las computadoras, los niños y jóvenes los utilizan para comunicarse con sus amigos, navegar por internet, hacer tareas escolares y jugar a videojuegos. Aunque la tecnología trajo muchos beneficios, también conlleva riesgos para la salud mental.

En la era digital los chicos y adolescentes están expuestos a una cantidad sin precedentes de pantallas y dispositivos electrónicos.

Pasar demasiado tiempo frente a una pantalla afecta el desarrollo del cerebro y aumenta el riesgo de trastornos cognitivos, emocionales, y trastornos del comportamiento, ya que afecta la atención y la concentración, el aprendizaje y la memoria, la regulación emocional y el funcionamiento social, la salud física y hasta el uso de sustancias.

Las consecuencias se ven en el corto plazo (por ejemplo: trastornos del sueño), mediano plazo (dificultades en el aprendizaje, trastorno por déficit de atención e hiperactividad) y largo plazo (depresión, entre otros).

“Hay muchas cosas que podemos relacionar con el uso, pero tampoco las podemos descontextualizar de los tiempos que están ocurriendo. Algunas de estas cuestiones son depresión, ansiedad, miedos exagerados. También los casos de acoso han aumentado, los casos de cyberbullying, la exposición al grooming. Esto en sí ya es gravísimo porque el abuso sexual a través de los medios digitales deja secuelas psicológicas muy importantes, no importa la edad”, explica Ongini.

“Por supuesto también encontramos otro tipo de problemáticas que involucran todo lo que es la identidad digital, que es la exposición de su imagen, de sus datos, con la vulnerabilidad que eso implica”, agrega la especialista en psiquiatría infanto juvenil.

En otro orden de afectaciones aparecen aquellas que afectan las funciones cognitivas, como la atención, la memoria, el aprendizaje, el lenguaje y “la memoria de trabajo, la que nos permite aprender los tiempos de atención que han bajado muchísimo, tanto es así que en varios países se ha prohibido el uso de celulares y de pantallas en los ámbitos académicos”, señala Ongini.

Cuando los chicos entran en la edad escolar se incrementa la interacción con las pantallas y redes sociales y los riesgos aumentan. Al respecto la psiquiatra advierte: “Si alguien está padeciendo cualquier forma de de maltrato o cualquier síntoma vinculado al uso intensivo de estos dispositivos, eso lo lleva a un aislamiento social, a la restricción de intereses, al no poder rendir en otros ámbitos, ya sea el académico o ya sea también los ámbitos sociales presenciales”.

“Obviamente esto va a incidir en su trayectoria vital y si nosotros lo ignoramos y no le damos un espacio terapéutico, con el tiempo no es que se va a mejorar solo, sino que es un andamiaje donde se van sedimentando otro tipo de modalidades vinculares que a lo largo de la vida van a ir afectando al sujeto en sus vínculos, en su autoimagen, en lo relacional y también en lo laboral o en lo académico”, añade.

TDAH: un trastorno que afecta a dos chicos por aula

Muchas veces los padres tienen temor a acudir a un profesional de la salud mental o a un pediatra para preguntarle por estas "dificultades de conducta". "En realidad, son manifestaciones de un niño o niña que no la está pasando bien y un diagnóstico temprano es fundamental para aliviar esos padecimientos”, sostiene Ongini.

Limitar el uso de pantallas puede ayudar a tratar el trastorno por déficit de atención e hiperactividad.

El trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) se presenta de tres maneras: predominio de falta de atención, predominio de hiperactividad con impulsividad o mixto. Se da debido a una predisposición genética, factores neurobiológicos, fisiológicos y/o epigenéticos.

De acuerdo a la especialista, afecta lo social y lleva a que la persona tenga baja autoestima “porque se da cuenta de que no rinde como los demás, que pasa a ser la “molestia” de la clase o la casa, que no puede jugar con sus pares. Esto hace que sufra, que se sienta menos y que la pase mal. Es un loop que genera mayor ansiedad y mayor desatención”.

La especialista recomienda algunas herramientas para ayudarlos: limitar el uso de las pantallas y fomentarles la lectura de cualquier libro de cuentos adecuados a la edad. También es importante que los adultos destinen tiempo a jugar con ellos. En casa se dbe establecer una rutina o estructura para que les ayude a completar las tareas, y les permita sostener y ejercitar la memoria y la atención, que pueden enfocarla en otras cosas

En otros casos, los profesionales sugieren acudir a fármacos. Al respecto, Ongini afirma que “cuando se necesita la medicación, se notan claramente las mejoras. Favorece la atención porque ayuda a filtrar todos los demás estímulos en el ambiente para que pueda facilitar la atención y concentrarse en aquello que necesita atender. Les contribuye mucho al rendimiento y eso también influye en su autoestima, sin generar dependencia”.

El trastorno del sueño es una de las primeras señales de que el uso de pantallas está afectando a la salud mental de los chicos.

Trastornos del lenguaje

El Trastorno del Desarrollo del Lenguaje es una dificultad que altera a los chicos de manera persistente sin que existan otras alteraciones en el desarrollo tales como hipoacusia, discapacidad intelectual, trastorno neuromotor, psiquiátricas. Puede involucrar el aspecto receptivo, expresivo o ambos. Dado que es un trastorno neurobiológico, no se puede prevenir

En el sector de Lenguaje y Comunicación del Hospital de Clínicas de la UBA sostienen que aumentaron las consultas por niñas y niños cada vez más pequeños con ausencia del lenguaje o dificultades en la comunicación. “En las consultas observamos en ellos una pobre comunicación e intención comunicativa al momento de mirar, señalar, pedir; presentan poco desarrollo del juego. En algunos casos, esto puede deberse a la exposición temprana de pantallas, ya sea celular o televisión, donde pasan horas frente a estos y es tiempo que no invierten en jugar o en interactuar con su familia. Otro caso que vemos es que los padres tienen intención de jugar o de estimularlos pero no tienen el conocimiento adecuado para hacerlo”, afirma la licenciada en Fonoaudiología Patricia Villalba (M.N. 9.319), coordinadora del sector.

Su colega, Jorgelina Makaric (M.N. 8.188), detalla las consecuencias de este trastorno según el tipo de alteración: “Si el niño no comprende, su desarrollo tanto intelectual como social se van a ver alterados, se deberán introducir ayudas complementarias lo antes posible para minimizar esta dificultad sobre todo a nivel escolar y para que el niño logre cumplir con las consignas requeridas. Si la dificultad es a nivel expresivo y el niño presenta un lenguaje ininteligible, sus consecuencias pueden llegar a ser a nivel social y a nivel del desarrollo de la lectoescritura”.

El diagnóstico se puede dar a partir de los 4 años aproximadamente pero antes suelen aparecer signos que ponen de manifiesto que existe un retraso y/o desvío en la adquisición de pautas de desarrollo típico del lenguaje.