Día de la Prevención del Suicidio: adolescentes y jóvenes son las principales víctimas
De acuerdo a la Organización Panamericana de la Salud el suicidio es la tercera causa de muerte entre las personas de 20 a 24 años con registro a edades cada vez más temprana. "La brecha es cada vez más amplia y se está extendiendo con pocas soluciones a la problemática”, advierten especialistas.
El suicidio es la cuarta causa de muerte entre los jóvenes de 15 a 19 años y la tercera entre los 20 y 24 años, según datos de la Organización Mundial de la Salud. Las cifras van en ascenso desde la pandemia, así como los intentos que anteceden la tragedia. Ante este escenario, profesionales advirtieron a cronica.com.ar sobre la importancia de prestar atención a las alarmas: “Cuando nos consultan, casi siempre es tarde”.
En el marco del Día Mundial de la Prevención del Suicidio, que se conmemoró el 10 de septiembre, especialistas en salud mental abordaron esta problemática social, rodeada de estigmas, prejuicios, ignorancia y tabúes que tienen como principales víctimas a los jóvenes y adolescentes.
“Antes de la pandemia el suicidio estaba entre la tercera y cuarta causa de muerte en adolescentes, post-pandemia es un fenómeno que va creciendo, hoy en día nosotros tenemos los datos que está entre las segunda causa de muerte de 15 a 19 años, por eso es tan alarmante esta temática”, señala a Crónica el Licenciado en psicología José Icazatti.
Según datos aportados por la Organización Panamericana de la Salud, más de 800.000 personas mueren por suicidio cada año en todo el mundo, siendo esta la tercera causa de muerte en las Américas entre las personas de 20 a 24 años de edad con registro a edades cada vez más temprana.
¿A qué se debe este fenómeno preocupante? La licenciada en psicología Viviana Stirnemann (M.P. 076) explica: “La adolescencia representa un momento dentro del curso de vida de transformación donde se hacen presentes cambios que incluyen como una de sus características, el pasaje hacia la capacidad de simbolizar, pensar críticamente la realidad y las circunstancias que se atraviesan. Además de elaboraciones relacionadas con cambios en su cuerpo, también se desarrolla el pasaje de lo familiar a lo extrafamiliar que permite procesos identificatorios y la construcción de un proyecto de vida”.
En este sentido, como fenómeno complejo y multicausal, “el suicidio está determinado por factores de orden individual, familiar, social y comunitario implicando que en la adolescencia esta problemática adquiera connotaciones que la particularizan”, agrega la psicóloga.
Su colega coincide en que se trata de un problema multifactorial, en que no hay una sola variable que requiera atención. En esta etapa de transformación, donde los adolescentes buscan tener un sentido de identidad y pertenencia, “es cuando empiezan a formar su autoestima, su autoconfianza, sus ideales también, ellos tienen la neurona espejo que van como absorbiendo como una esponja todo lo negativo también de la sociedad”, asegura Icazatti.
Ante el cambio de paradigma que significó la pandemia y las nuevas dinámicas sociales (como el acoso online, el bullying y otros) “es muy importante la prevención a temprana edad, desde chico, porque el suicidio se está extendiendo hacia arriba, hacia abajo, cada vez hay más suicidios infantiles también, no solo en los adolescentes. La brecha más amplia, es de los 15 a los 19 años, y hasta los 25 años, se está extendiendo con pocas soluciones a la problemática”, advierte el experto.
Hablar con una persona sobre sus intenciones de suicidio no incrementa la posibilidad de cometerlo, al contrario, reduce la posibilidad de hacerlo. En este sentido, aclara: “Hablar de suicidio, no es incentivar al suicidio, al contrario, es prevenir, concientizar, siempre y cuando esté en manos de profesionales, porque hay que tener mucho cuidado con el discurso, ya que hay una sociedad sensible donde hay baja tolerancia a la frustración, es ahí donde aparece el sufrimiento de los adolescentes”.
Señales de alerta
La detección temprana de las señales que presenta una persona con tendencias suicidas es la primera herramienta de prevención.
- Aislamiento de amigos y/o familiares,
- persistencia de ideas negativas,
- sentirse muy culpable o avergonzado,
- dificultad para comer, dormir o trabajar,
- desesperanza, llanto inconsolable, ansioso agitado o angustiado,
- cambio de conducta repentino de estar muy triste a sentirse muy feliz,
- hablar de querer morir o de sentirse vacío, desesperado, atrapado o pensar que no hay solución, sentirse una carga para los demás,
- acciones riesgosas extremas
El aspecto más importante según Icazatti, es que se trata de personas que “no apuestan a la vida”. Para ellos “el sufrimiento es tan grande y al no tener herramientas sociales, emocionales y de contención, es por eso que directamente la mente quiere terminar con ese sufrimiento y ahí es cuando no encuentra soluciones posibles”.
La prevención empieza de muy temprana edad, desde la infancia, “ya que es la etapa en que van resolviendo los temas emocionales y las habilidades sociales, por eso la familia es el gran contenedor y el gran aprendizaje, las instituciones también”, indica el especialista en psicología. “No se puede solamente concientizar sino que hay que sensibilizar, hay que trabajar sobre la temática e ir al campo, porque los libros de suicidio se han quedado cortos, ya que se han derribado muchos mitos”, agrega.
“Que un adolescente piense que el suicidio, las autolesiones es la mejor y única opción para resolver lo que le sucede, nos interpela como sociedad en un momento histórico sociocultural dónde pareciera que la palabra, el lenguaje no se distingue como recurso para tramitar emociones, afectos, sino el accionar, la violencia. Es por ello que es importante deconstruir algunas concepciones, ideas naturalizadas que obstaculizan canales de tramitación de la vivencia subjetiva”, sugiere la licenciada Stirnemann.
De acuerdo a los expertos en salud mental, algunas de estas falsas creencias sobre el suicidio incluyen: “el que amenaza con quitarse la vida, no lo intenta”, mientras que la mayoría de los que se suicidan dieron claras señales antes de querer acabar con su vida. Asimismo, no debe asociarse el suicidio o su intento, con acciones de cobardía, valentía, hechos románticos, heroicos u otros juicios de valor.
Saber escuchar
El poder hablar sobre lo que les pasa reduce la ansiedad y la frustración en los jóvenes y adolescentes. Pero para que esto sea posible, “el receptor tiene que encontrar del otro lado alguien que escuche, que no imponga su manera de ver las cosas desde una mirada adultocéntrica. Un otro que percibe la situación acorde a su singularidad, particularidad”, afirma la psicologa.
Las redes de apoyo, familiares e institucionales son una gran herramienta, capaz de proveer de soporte a quienes manifiestan sentimientos de desesperanza.
“Cuando alguien sufre, más que consejos lo que busca es alguien que lo escuche. Saber escuchar a los jóvenes, los estamos subestimando y no lo estamos escuchando, vienen pidiendo ayuda hace mucho y solo nos damos cuenta cuando pasan a la acción, por eso creo que concientizar y sensibilizar es prevenir", concluye el especialista.