Cada Día de la Madre es especial y, en homenaje a tan admirable rol que desempeñan día a día, Crónica refleja las historias de afán materno que calan en lo más hondo del corazón.

Olga adoptó cuatro hermanitas.

"Ser madre pasa por el sentimiento y por las ganas de ser mamá", dice Olga, un claro ejemplo que el deseo de tener hijos puede romper obstáculos. La mujer, de 41 años, adoptó junto con su marido a cuatro niñas, hermanas ellas, en noviembre de 2018. En febrero de ese año iniciaron el tedioso camino que implica la adopción, y siete meses después fueron convocados a una selección.

Olga y su esposo estaban dispuestos a asumir la paternidad de tres, pero el afán de no separar a las niñas fue decisivo. En enero de 2019, las menores llegaron a su nueva vivienda y, un año después, el encierro que impulsó la cuarentena afianzó los vínculos. Luego de semejante experiencia, Ola remarca que "yo siempre quise ser mamá y no me interesaba el medio. Ser madre pasa por otro lado, no solo por la sangre. Adoptaría a otros, porque me encanta ser mamá y lo disfruto".

Por su parte, Teresa no dudó en asumir el rol materno, que no podía desempeñar su hermana, producto de las adicciones, y el cual requería su entonces sobrino y hoy hijo, Dilan. Ella halló al pequeño solo en la vivienda, cuando solo tenía dos meses de vida. Lo trasladó al Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez y vieron que sus síntomas eran de bronquiolitis, que se agravó y estuvo 90 días en coma. Tiempo en el que la joven no se despegó del niño, le cantaba y lo alentaba a superar semejante estado de salud extremo.

"Él estaba solo, y yo sé lo que es la soledad de un hijo, porque viví la misma situación. Los médicos me dijeron que, si yo no aparecía, por ahí él no estaría con nosotros, porque nunca vieron a una madre sacar adelante a un paciente como fue en nuestro caso", dijo. A sus 7 años, el menor refleja una evolución notable y "hace la vida normal de un nene de su edad".

Teresa, al referirse a su vínculo con quien era su sobrino, y sobre el cual posee la guarda provisoria, consideró que "yo siento que soy la mamá de él, como asimismo de las dos nenas de mi pareja, quienes también fueron abandonadas por su mamá".

Dilan y Teresa, quien asumió el rol que no podía ocupar su hermana.

"A mí me significó un giro completo en el rumbo de mi vida, y me enseñó a valorar los sentimientos por encima de lo material", reveló Paola, quien a sus 18 años decidió ser madre, y también padre, de María de los Milagros. La joven, oriunda de Santa Fe, enfatizó que "ser mamá soltera implica, por un lado, estar apuntada por el dedo de la sociedad, pero por el otro te hace madurar de golpe. Yo acepté el desafío, y me significó una felicidad enorme".

Agregó que "cuando quedé embarazada de la nena sentí que me cambiaba la vida por completo. A partir de allí, ya quería tenerla en mis brazos para mimarla y cuidarla, protegerla y darle todo para que no le falta nada, principalmente amor, para que ella sea feliz". Diez años después, Mili tiene 9 años y madre e hija son inseparables.

María de los Milagros, junto a su mamá Paola.

Adriana sobrepasó las dificultades más extremas, como maltratos físicos y el abandono de su pareja, para brindarle el calor maternal que requería su hija Florencia.

Fue así como, para satisfacer cada una de sus necesidades, la mujer se ganaba la vida en una feria y posteriormente montó un kiosco en el garaje de su casa. "Lo que puedo destacar de ella es que, ante tantas adversidades, salió adelante y me inculcó, junto a mis abuelos, la enseñanza de superarme día a día", resaltó Florencia, quien también se desvive por su hijo Gianluca, de tan sólo 2 años y fruto de un acontecimiento inesperado y, a la vez, por demás emotivo.

La joven detalló que "en un estudio me detectaron útero bicorne, por lo que era muy difícil quedar embarazada. Hice varios tratamientos y, luego de tanto padecimiento, quedé embarazada, y al recibir la noticia se me caían las lágrimas, porque un milagro acontecía dentro de mi cuerpo. Me cambió la vida". La de ella y la de Adriana.

Adrina y Florencia, no hay adversidad que pueda con ellas. 

En la localidad platense de Tolosa, Emilse festeja su día tejiendo bufandas y gorros de lana para los que menos tienen. La abuela, de 83 años y no vidente, es mamá de María Laura y Pablo, pero también puede decirse que es madre de cientos de niños a quienes ayuda despuntando uno de sus hobbies preferido: tejer.

La mujer, docente durante más de cincuenta años, ya confecciona los abrigos de lana que se le entregará a cada uno que done bienes de primera necesidad, para la cruzada del año próximo, impulsada por la organización vecinal La Plata Solidaria.

Emilse expresó que "una no deja de ser mamá y ese don que me dio la vida lo disfruto, lo llevo adelante contenta, feliz. Para mí todos los días son el Día de la Madre, porque tengo a mis hijos en todo momento, y me lo hacen sentir. Además, ayudar a otros que podrían ser mis hijos me refuerza esa sensación única que sólo vivimos las mamás".

Biológicas, adoptivas, del corazón, de la forma que sea, Olga, Teresa, Paola, Adriana, Florencia y Adriana son mamás. Una medalla, la mejor de todas en sus vidas, que las hace merecedoras de pasar un feliz Día de la Madre.

M.R.