Día de San Cayetano: miles de fieles se congregaron en Liniers unidos en el pedido de "pan, salud y trabajo"
Pese al frío de agosto, miles de devotos se hicieron presentes en el santuario de San Cayetano en Liniers para pedir y agradecer al “Patrono del pan y del trabajo”. Historias de fe y resiliencia en una jornada marcada por la esperanza y la solidaridad.
Este 7 de agosto, el Santuario de San Cayetano en Liniers volvió a ser el epicentro de la esperanza y la devoción. A pesar del frío, miles de fieles se convocaron desde bien temprano en las inmediaciones de la Iglesia del “Patrono del pan y del trabajo” para celebrar su día y dejar sus plegarias.
Personas de todas las edades y de distintos puntos del país se unieron en un solo pedido: “salud, pan y trabajo”. Los devotos, se mantuvieron de pie en la extensas filas de varias cuadras, que comenzaron a formarse en la jornada de ayer, con la ilusión de entrar al reconocido santuario, ubicado en la calle Cuzco 150, y tocar la imagen del santo.
La fe hizo que el frío quede en un segundo plano. Constantemente, voluntarios ofrecían mate cocido, pan y galletitas a los fieles que sostenían en alto espigas y estampitas con la imagen del santo. Además, muchos recibieron bendiciones por parte de curas que se acercaban a hablar y preguntar cómo estaba todo.
Cada devoto llegó con su historia y su pedido especial. Susana Telma, jubilada de 63 años de San Miguel, aseguró que acude hace muchos años al santuario, ya que venía con sus padres y luego con su marido, pero esta vez llegó con una petición específica: “Hoy vengo a agradecer, a pedir por mi salud, pero también a pedir por trabajo para mi hijo que no tiene. Está muy complicado todo, la verdad, está todo muy caro. Vengo a pedir para ver si podemos salir de una vez adelante”.
Y añadió: “Vengo a pedir por la salud de mi nieto, de mis hijos, de toda mi familia, de todas las personas que quiero. Además, a mí me tienen que operar y bueno, uno siempre tiene miedo. Esta vez, también quiero pedir por eso, por que salga todo bien. Soy muy creyente, muy devota y es como que me reconforta venir acá, no sé, me siento bien haciéndolo. Con toda la gente y a pesar del frío. Este año hay más gente que el año pasado”.
Asimismo, se hicieron presentes familias enteras. Es el caso de Alejandro, de 37 años, que llegó con su esposa y su hijo pequeño desde San Martín, y quien afirmó que “siempre lo que le pido me lo cumple, parece mágico”.“Hace dos meses vine y no tenía trabajo. Le pedí y sabés que en una semana, así como le pedí, me lo dio. Un milagro, no quiero hablar mucho porque me emociono...”, relató conmovido, a la vez que aseguró venir todos los años.
Milagros y Santiago, dos chicos de 16 años del colegio San Pablo, quienes se acercaban a la gente ofreciendo mate cocido y galletitas para combatir el frío, sostuvieron que hacerlo “es una experiencia nueva, algo que nunca hicimos. Es más que nada más para ayudar, porque mucha gente viene acá, pasa el frío, todo. Queríamos venir a dar una mano. Hay mucha, mucha gente, gente que se la banca y tiene cosas que agradecer. Es muy lindo para nosotros estar acá”.
Sofía, una estudiante de 28 años de Chivilcoy, indicó que “es la primera vez que vengo, necesitaba hacer este viaje para sentirme más cerca de Dios y de San Cayetano”, al igual que Ruth, una mujer de 45 años oriunda de Venezuela, quien quiso conocer esta tradición. “Es bellísimo ver a tanta gente unida”, afirmó.
Verónica, quien vino para agradecer, le había hecho una promesa a su amiga Emilce de traerla por primera vez a la misa central, y así cumplió. Emilce, llevaba consigo la imagen del santo, a la que abrazaba con fuerza. “Vengo a pedir trabajo, y si vos le pedís a San Cayetano, él te lo da, tengo mucha fe”, relató.
En medio de la multitud que esperaba por la misa, que comenzó alrededor de las 11 de la mañana, Rosa, de 73 años, sostenía la mano de su nieta de 10, a quien le enseñó a venir todos los años. "Le pedimos a San Cayetano que siempre tengamos salud y que no nos falte nunca el pan. Este lugar para mí representa un amor muy profundo, me siento en casa", dijo la señora, sonriente y conmovida.
El arzobispo de Buenos Aires, Monseñor Jorge García Cuerva, destacó en su homilía la importancia de la solidaridad en tiempos difíciles. Basándose en la parábola del buen samaritano, enfatizó que San Cayetano es el "amigo del pueblo", quien nos llama a no pasar de largo frente a las necesidades del prójimo.
“No queremos quedarnos reflexionando sobre los ladrones de esperanza y dignidad”, dijo, “sino celebrar la fiesta de nuestro amigo San Cayetano, pidiéndole un corazón más solidario”. El arzobispo también resaltó que la verdadera ayuda a los más necesitados no es solo momentánea, sino que debe estar orientada a permitirles llevar una vida digna a través del trabajo.
La mañana avanzaba, y el sol, aunque tímido, comenzó a templar un poco las frías calles de Liniers. Sin embargo, en muchos sentidos, el clima fue cálido en todo momento. La devoción a San Cayetano, más que una tradición, es un lazo que une a miles de personas en el agradecimiento y en el pedido de un futuro mejor, con “salud, pan y trabajo”.