A pesar del fundamental rol asistencial que desempeñaron los clubes de barrio durante los tiempos más crudos de la pandemia, a su vez esta les ocasionó un revés económico del cual todavía intentan recuperarse. Justamente sus representantes reconocen que las instituciones atraviesan un proceso de reconstrucción, marcado por una nueva normalidad, con menos concurrencia social y desarrollo de las actividades con limitaciones, producto de los protocolos sanitarios.

En un 75% los clubes recuperaron su vida diaria, puesto que en su mayoría las disciplinas se realizan con aforos, y ello implica que los espacios y los tiempos disponibles resulten insuficientes. Por lo tanto, según expresó Germán Marini, referente del Estudiantil Portero de Bragado, las entidades barriales se enfrentan a "un proceso de reorganización de las actividades. Hoy hay que poner en funcionamiento esas estructuras que tuvieron poco mantenimiento por los pocos ingresos y la escasa generación de recursos genuinos. Por todo esto, cuesta recuperar la cotidianeidad de las instituciones".

Después de la pandemia, los chicos regresan a los clubes de barrio con una nueva normalidad.

Por su parte, Hugo Grassi, presidente de la Federación de Clubes de Barrio de Entre Ríos, señaló que "la gente no asiste como antes de la pandemia, prefiere quedarse en su casa, y ello implica que la cuota social se haya reducido bastante". A su vez agregó Grassi que "nosotros tuvimos que ir a buscar a los chicos".

Dicha merma presencial se manifiesta en una clara reducción de los ingresos genuinos de las instituciones, que no solo comprenden la cuota social, sino las recaudaciones de cada jornada deportiva y el consumo en el buffet. Ello constituye un agravante ante la delicada situación financiera a la que los ha arrojado el cese de su funcionamiento durante la cuarentena.

Al respecto, el referente entrerriano de clubes detalló que aquel período de cierre "no ha sido fácil, tenemos una deuda impresionante con el Estado en materia de aportes". En este sentido cabe mencionar, como informó Daniel Pacin, secretario general de Franja de Oro, que "muchos clubes venían con deudas en los servicios".

Aunque, "la Secretaria de Energía concedió acuerdos de pago, y hubo un importante alivio fiscal por parte de la AFIP por las deudas impositivas que se generaron durante la pandemia. De a poco esperemos recuperar la actividad normal de los clubes, que eso conllevaría a mejorar la situación económica", afirmó Pacin.

Sin embargo, ese espaldarazo al que hace referencia el secretario general solo fue un beneficio para los 4.500 clubes que están registrados, no así para los 15.500 que no lo son y conforman el total de 20.000 en todo el país. En relación con este aspecto, Grassi detalló que "un contador nos cobra un balance entre 40.000 y 50.000 pesos. Pero esa plata la usamos para comprar pelotas y calzados para los chicos. Entonces, si no tenemos balance, no podemos convocar a una asamblea, y sin su realización estamos impedidos de registrarnos".

" Nosotros tuvimos que ir a buscar a los chicos", dijo Grassi.

En coincidencia, Marini remarcó que "cuando volvimos teníamos más gente que antes, pero que no puede pagar la cuota. Por eso, para contener a esas familias necesitamos reestructurar lo económico, cada uno de los gastos y ser lo más rigurosos posible para que las instituciones puedan seguir cumpliendo esa función y seguir abiertas".

El testimonio del directivo del Porteño refleja la asistencia que las instituciones llevaron adelante durante 2020 y 2021, brindando contención social y también alimentaria a sus asociados y vecinos. No obstante, el referente de Bragado dejó en claro que "mientras tengamos pandemia vamos a seguir asistiendo".

"Necesitamos reestructurar lo económico", dijo Marini.

En consecuencia, los clubes de barrio siguen asumiendo esa función social que es clave en la formación de niños y jóvenes, pero también en la contención de adultos, y para fomentar la cohesión de la comunidad. No obstante, llevan adelante ese papel junto con la difícil misión de recuperarse del impacto económico que arrojó la emergencia sanitaria en los últimos dos años.

Por M. R.