Conmovedor: la dura historia de siete hermanos huérfanos y pobres que necesitan de asistencia para salir de la carencia
Los chicos, en su mayoría menores de edad, viven en la comunidad indígena Ava Guaraní Nueva Jerusalén, ubicada en la región salteña de Pichanal. Uno de ellos, Joaquín, es un excelente alumno pero carece de elementos para continuar sus estudios.
La situación económica que transitan algunas personas más otros "golpes" que han recibido en el camino, hace que se produzca una desnudez de carencias ya sea de valores o afectivas, como un caso suscitado en la provincia de Salta.
Esta historia tiene como protagonistas a siete hermanos que son grandes alumnos aún si poseer computadores o celulares, y que a esto se sumó que se quedaron huérfanos de padre y madre en 2020, y por eso al cuidado de su hermana mayor. Además, no reciben ayuda económica y viven en la pobreza.
Es el caso de la directora de la escuela Nº 4.296 Jesús de Nazaret, de la zona de Pichanal, Raquel Elena Vargas, quien recurrió a El Tribuno para llamar la atención de todos sobre una familia huérfana, de siete hermanos ejemplares, signados por hechos trágicos que, sin embargo, no han menguado su educación, su bondad y su calidad humana.
La familia vive en la comunidad indígena ava guaraní Nueva Jerusalén, ubicada entre la ruta 34 y la ruta 5. Ahí reinan las iniquidades: droga, abusos, robos, pobreza; y la escuela es la caja de resonancia de todos esos males.
Salta: en busca de una oportunidad
En este paraje sobresalen los hermanos Gómez Segundo, quienes perdieron a su padre y a su madre el año pasado por enfermedades y quedaron al cuidado de la hermana mayor, de 21 años, Rocío, quien había formado una familia con un joven generoso que la ayudaba con sus hermanos, pero hoy acarrea el dolor de haberse quedado viuda porque un infarto mató a su compañero en septiembre pasado.
Pero los hermanos Gómez Segundo, de 21, 16, 11, 10, 9, 7 y 6 años, no sobresalen por su tragedia y su soledad, sino por sus méritos, por su entereza para afrontar la vida como viene sin perder la esperanza ni la compostura.
Rocío amasa bollos y tortillas para sostener a sus hermanos y a su hijo, no cobra asignación ni pensión, no recibe ayuda estatal y ni siquiera tiene una Clave Bancaria Única (CBU) para que quién se conmueva, la pueda ayudar con un aporte económico. Tampoco tiene celular, por lo que el puente entre esta familia y la solidaridad es Kela, la directora de la escuela.
El hermano de 16 años es un joven brillante que se llama Joaquín y fue el mejor alumno en la escuela primaria Jesús de Nazaret y ahora es el mejor promedio de la escuela técnica donde estudia, aceptando la guía y el apoyo del profesor Samuel Torres que siempre creyó en sus cualidades. Joaquín contó que sueña con ser médico o gendarme y para eso, este virtuoso muchacho, sin oportunidades hasta ahora, necesita una computadora y un celular.
Raquel Vargas, la directora, contó: "Actualmente tenemos a cinco hermanitos en la escuela, de 6, 7, 9, 10 y 11 años. Tienen un excelente rendimiento escolar y una gran educación. En 2020, durante la pandemia, murió el padre que era ava guaraní, y a la madre, que era criolla, le dio un infarto en diciembre pasado. Era una señora muy linda y muy trabajadora, una excelente mamá que crió a los hijos con amor y educación. Esos chicos son un ejemplo. Nicolás, el niño de 9 años, se tiraba al suelo en medio del salón de clases a llorar y llamar a su mamá. Nos consterna mucho la situación de la familia a todos los docentes de la escuela que los ayudamos como podemos, son un poco los hijos de todos los maestros".
Señaló que "la hermana mayor, Rocío Segundo, es hija del primer matrimonio de la madre. Ella se hizo cargo de los hermanos en una comunidad de extrema vulnerabilidad. Rocío vende pan, hace estudiar y educa a los hermanos que son excelentes. Ella se quedó viuda hace dos meses, al marido, que la ayudaba mucho le dio un paro y murió. Fue tremendo".
En el medio de la marginalidad
Vargas, directora de la escuela Jesús de Nazaret, hizo un enérgico descargo por la indiferencia que tienen los funcionarios con la escuela que dirige hace 10 años, pero en la que trabaja hace tres décadas.
“Nadie se hace eco de mi escuela que es de alta vulnerabilidad, esto es tierra de nadie y las necesidades son infinitas en los niños. Yo soy una maestra vieja, estoy terminando así mi carrera y la impotencia que siento me pasa factura en la salud. La verdad es que los políticos vienen a buscar votos y después se olvidan de la gente. En la comunidad Nueva Jerusalén de Pichanal, la droga es el factor común con todo lo que eso conlleva, y también la miseria. Una cosa es contar y otra es ver. El problema es que nadie viene a ver qué pasa”, sostuvo.
Cabe destacar, que la escuela Jesús de Nazaret tiene en la primaria 794 alumnos y en nivel inicial, 120. Con todos ellos, llegan un montón de problemas que no se resuelven nunca y que los maestros parchan día tras día.
“Esta escuela está abandonada por las autoridades superiores. Fernanda Dib de Políticas Socioeducativas tiene un gran corazón y Roxana Dib era una funcionaria muy presente, ella sí venia y nos ayudaba como podía, pero la sacaron del Ministerio lamentablemente. La escuela está entre la ruta 34 y la ruta 5, es la ruta de la droga, ni más ni menos. Es tristísimo ver a los jóvenes de la comunidad como zombies”, agregó y dijo: “A mí me quitó la salud 30 años de docencia aquí. Ojalá nos visibilicen”.