Por Francisco Nutti
@franNutti

Las cifras son alarmantes: en menos de un mes se registraron en el país al menos tres casos de alumnos que fueron armados a clase, lo que despertó la preocupación de la comunidad educativa. En diálogo con cronica.com.ar, una especialista dio su opinión al respecto y manifestó cómo se debe trabajar para prevenirlo. 

El ciclo lectivo comenzó con mucha violencia en las aulas. A principios de abril, un alumno llevó un arma a la Escuela Secundaria N°44, ubicada en 71 y 18, de la localidad de Villa Elvira para amenazar a sus compañeros. Luego, a las pocas semanas, otro de 11 años que cursa la Primaria N°55 de La Plata apareció armado en el aula, provocó a sus pares y golpeó de un culatazo a su maestra

Ya en mayo, tres estudiantes de los cursos primero, segundo y tercero año de la escuela 4176 Valles de Potrerillos, en Mendoza, confirmaron que habían llevado los elementos punzantes “para defenderse a la salida” de la escuela ante el bullying constante que recibían de otros jóvenes.

"En los casos en donde hay una exploción, es hacia afuera o hacia adentro. Agresiones a los otros o autoagresiones, nos podemos preguntar qué es lo que llevó a un chico a eso. Hay veces que si se agrega a una estructura previa de un sujeto un hecho de bullying, se precipitan acciones de este tipo", dijo a este medio la Licenciada en Psicopedagogía y directora "Libres de Bullying", María Zysman

"El bullying actúa como un desencadenante o algo que enciende la llama de algo que está previamente, porque no se pudo resolver de otra manera. Pero también tiene que ver para eso posibilidad de acceder a las armas, dificultad para encontrar palabras en lugar de pasar a ese acto", destacó y agregó: "Cuando uno hace algo así es porque no encontró otra manera de poner en algún lado lo que le está pasando. Entonces, el bullying muchas veces es preicipitador de situaciones violentas hacia afuera o hacia adentro, pero no tenemos que pensar que cualquier situación de violencia extrema tiene que ver con una situación de bullying".

En Argentina, miles de niños son víctimas de bullying cada día. 

De todas formas, para Zysman, "Hay que diferenciar lo que es portación de armas con lo que es el bullying. Cuando un chico va armado a la escuela no lo podemos encuadrar dentro de lo que es el bullying, sino que hablamos de cuestiones mucho más profundas, que cada situación es particular y cada uno de los chicos que llega a esta instancia es por otros motivos. Es un problema social muy grande", reconoció.

"El bullying muchas veces se minimiza"

Consultada sobre si los adultos suelen prestarle atención a este tipo de casos, la especialista señaló: "Muchas veces se minimiza el bullying porque se minimiza el sufrimiento de los chicos. Se considera que deberían o no sufrir por las mismas cosas que sufrimos los adultos, y los chicos sufren por otras cuestiones que tienen que ver con sus contextos, con sus historias, con sus afectos, con sus familias, con sus vínculos, con los pares. Entonces cuando hablamos de bullying tenemos que hablar con la perspectiva de los niños, niñas y adolescentes".

"También se considera bullying aquello que no lo es, por lo tanto aparece una exageración y un desborde sin conocer todas las situaciones que hacen que las escuelas se cierren al diálogo y las familias se enojen mucho. Para poder empezar a comprender el problema tenemos que sacar culpas y empezar a comprender las situaciones en sus contextos", afirmó. 

Por último, la experta señaló que la solución muchas veces es empezar de nuevo. "Lo mejor sería poder trabajar con los compañeros como para que lo apoyen en lugar de apoyar a quien le hace bullying, que se cambie la mirada, que se empiece a defender o a no participar del bullying, y que el colegio cambie ciertas estrategias y pueda pensar en acentuar la prevención, en escuchar a los chicos y a las familias. Pero cuando nada de esto sucede, el cambio de colegio es una opción para que vuelva a conectar con cosas mejores de la vida y no que quede sujeto a que permanentemente le devuelvan una imagen tan negativa de él mismo. No es una huída sino que es un cambio, una posibilidad y una esperanza, aunque es bueno que ese cambio tenga un acompañamiento terapéutico para que no esté tan predispuesto a que esto le vuelva a suceder".