No sólo las vidrieras muestran por estos días "la ropa de última moda" en los shoppings, sino también una particular y multitudinaria iniciativa que también se torna amenazante y muchas veces peligrosa para los comerciantes y visitantes de los centros comerciales, y que se presenta habitualmente en el patio de comidas como "Jornada Pilchera".

Esta es convocada por dos jóvenes que desean presumirse entre sí la "pilcha" de marca recientemente adquirida y codiciada por centenares de otros adolescentes que no quieren perderse el desafío. Pero también la violencia dice "presente", dado que en ese marco el mínimo malestar es desencadenante de grescas que pueden terminar con sangre.

El sábado 22 de junio el Tortugas Open Mall fue el escenario designado por los organizadores de la Juntada Pilchera, la cual contó con la concurrencia de 500 personas, en su casi totalidad menores de edad y jóvenes que apenas superaban los 18 años. El fin, el mismo de siempre en este tipo de eventos, vislumbrar las prendas de vestir, de marcas internacionales, compradas días anteriores por los convocantes. Sin embargo, en el transcurso del "desfile" comenzó a gestarse una pelea entre dos presentes, que por efecto contagio, como si fuera un alud, alcanzó a decenas de participantes. En consecuencia, cuatro personas resultaron heridas de arma blanca, y otros tantas con lesiones leves.

Un episodio que profundizó el alerta en otros establecimientos similares, como en el Shopping Plaza Oeste, que les cerró sus puertas a "los pilcheros" el sábado 6 de julio pasado. Así lo señaló, a Crónica, el doctor Javier Miglino, titular de la ONG Defendamos Buenos Aires, quien detalló, respecto de dicha medida, que "no los dejaron entrar, les dijeron que si no venían con un adulto no podían ingresar y todo se desarrolló en la entrada. Afortunadamente, estos chicos eran tolerantes, si no, podrían haber reaccionado provocando destrozos en el lugar".

Justamente por las cada vez más firmes posibilidades de enfrentamientos y daños en cada reunión impulsada por las redes sociales, se han profundizado y extremado las medidas de seguridad. En este sentido, Miglino, también experto en derechos humanos y protección de la niñez, reveló que "la gente de los shoppings está preocupada porque le redujeron las ventas, cuando se les incrementan los servicios y los costos de seguridad privada para prevenir o disolver estos episodios".

Esta práctica, que nació en 2023 con encuentros que no superaban los 30 concurrentes y halló espacio en los shoppings Unicenter, de Martínez, Paseo Alcorta, Plaza Oeste y Tortugas Mall, ha experimentado una deformación violenta en sus fines de convocatoria. Al respecto, Miglino aseguró que "en el medio de 400 personas se pueden reconocer por un conflicto anterior en las redes y se desmadre todo. Por ejemplo, pasó que un adolescente se dio cuenta de que otro le había dicho a su novia "negra villera" en Instagram y comenzaron a pelearse. Lo mismo pasó con otros dos chicos porque uno de ellos vive en Mataderos".

Un desenlace agresivo que, según la psicóloga social, Ana Valoy, experta en niñez y adolescencia, lo vincula a que "no hay legislación que pueda limitar el ciberespacio por su infinitud, ni tampoco fronteras. Entonces, no existe jurisprudencia para controlarlo. El problema es que las personas vuelcan su odio, sus frustraciones, su descontento en las redes, pero no hay filtro, porque aquel con el que se discute no tiene una identidad, sino un alias".

Por lo tanto, según Valoy, esa carencia de barreras y de restricciones de las diferentes plataformas cibernéticas debe ser suplida por el círculo familiar. Al respecto, la especialista señaló que "si ese chico no tiene un entorno donde hay modos de resolver pacíficamente esa ira, ese conflicto con normas de convivencias, evidentemente genera una carencia de valores. Hoy está mal visto ponerles límites a los chicos, y las redes no lo hacen, le corresponde a la familia".

Pero, además de este efecto colateral indeseado de la Juntada Pilchera, Caballaro hizo hincapié en el afán de vanagloriarse por vestirse con la indumentaria que los estándares comerciales imponen. La licenciada consideró que "la crisis económica que afronta nuestro país lleva a que los adolescentes quieran pertenecer a ciertos grupos sociales, y creen que mostrando ropa de marca es suficiente, cuando en realidad la marca no es lo que la gente con poder adquisitivo busca".

Para culminar con los incidentes, Miglino propuso un protocolo para garantizar el desarrollo de los encuentros "pilcheros". Este consta, detalló el titular de la consultora Miglino y Asociados, de "un límite de 200 chicos por convocatoria, establecer tres horas duración. Hay que explicarle a la gente de los shoppings que los chicos necesitan juntarse en lugares gratuitos como ese". Pero, agregó el referente de Defendamos Buenos Aires, "también hay que transmitirles a los pibes que no generen violencia".

Mientras tanto, las convocatorias no cesan, sino que se propagan por diferentes puntos del país, e incluso incrementando su concurrencia. Al mismo tiempo, también va en aumento la preocupación de los comerciantes de los shoppings, cuyas ventas cayeron, y las mismas prendas que lucen los influencers, también las visten los maniquíes o quedan dobladas en los estantes y percheros.