El humo de los incendios forestales que azotan a las provincias de Tucumán, Córdoba, La Rioja, Jujuy y Salta afecta más a los grupos de riesgo: los adultos mayores, las mujeres embarazadas, los niños (especialmente los más pequeños) y las personas con afecciones respiratorias y cardíacas preexistentes.

El humo en las zonas afectadas está compuesto por una mezcla de gases y partículas pequeñas y puede ser el causante de enfermedad en cualquier persona, incluso en aquellas sanas si están expuestas a una cantidad considerable en el aire. Sin embargo, la población infantil constituye uno de los grupos más vulnerables, sobre todo los niños pequeños.

Respirar ese humo puede tener efectos inmediatos en la salud, entre ellos: tos, dificultad para respirar, irritación en los ojos y garganta, rinorrea, bronco obstrucción, dolor de pecho, cefalea, crisis de asma, cansancio y decaimiento.

La vulnerabilidad de los más pequeños se debe a que tienen un organismo inmaduro, con condiciones anatómicas diferentes y que se encuentra en crecimiento y desarrollo. Consumen más cantidad de aire por kilo de peso y por día, respiran en forma más acelerada y su demanda de oxígeno es mayor, asimismo, sus pulmones no se encuentran totalmente desarrollados. Esto los coloca en una situación de mayor riesgo al respirar aire contaminado.

El peligro de los gases de efecto invernadero

El Panel Intergubernamental de Cambio Climático estima que un importante porcentaje (del 30 a 40%) de la disminución de gases de efecto invernadero puede lograrse evitando la deforestación, la degradación de los bosques y la recuperación de áreas forestales.

Los largos períodos sin lluvias y la falta de humedad en el suelo favorecen la aparición de incendios. Con el aumento de la temperatura los árboles absorben grandes volúmenes de agua del suelo con lo cual éste se seca al igual que el material orgánico en él depositado y favorece la combustión.

Respirar el humo de los incendios forestales puede causar  tos, dificultad para respirar, irritación en los ojos y garganta, rinorrea, bronco obstrucción, dolor de pecho, cefalea, crisis de asma, cansancio y decaimiento en los niños.

Se estima que en el mundo mueren siete millones de personas al año por causa de la contaminación atmosférica, mientras que los incendios forestales como el que afecta en este momento al país constituyen una de las fuentes de contaminación, junto a la quema de combustibles fósiles, el transporte, las industrias, la agricultura y la ganadería, siendo estas también disparadores de los gases de efecto invernadero.

Por otro lado, la tala de los bosques tropicales genera las condiciones óptimas para la difusión de las enfermedades transmitidas por mosquitos, como la malaria y el dengue: cuando la agricultura sustituye al bosque, la regeneración de los arbustos proporciona un entorno mucho más apropiado para los mosquitos portadores de los parásitos de la malaria y el dengue. Es decir, la desaparición de bosques conduce a un mayor riesgo de epidemias, en especial de aquellas enfermedades transmitidas por determinados mosquitos.

La desaparición de bosques conduce a un mayor riesgo de epidemias, en especial de aquellas enfermedades transmitidas por determinados mosquitos.

Consejos de la Sociedad Argentina de Pediatría para las zonas afectadas

1) Prestar atención a los informes sobre la calidad del aire y las advertencias sobre los peligros del humo.

2) Si fuera necesario, permanezca en la vivienda. Mantener las puertas y las ventanas cerradas.

3) No aumentar la contaminación del aire interior: no fume, no encienda velas, chimeneas, salamandras, no sacuda el polvo del hogar.

4) No exponer a los niños al aire contaminado del exterior, ya que se pueden exacerbar los síntomas de enfermedades respiratorias o cardiovasculares.

5) Si sale de su casa utilice mascarillas de protección. Las apropiadas en incendios son las N95 o P100. No son útiles las de tela.