Desde 1997, cada 30 de mayo se celebra el Día Nacional de la Donación de Órganos y Tejidos, en conmemoración al nacimiento del hijo de la primera paciente que dio a luz después de haber recibido un trasplante en un hospital público. Desde entonces la innovación en salud ha sido una constante para mejorar la calidad de estos procedimientos, mejorar la vida de los trasplantados y ayudar a generar nuevas.

De la vinculación entre la ciencia, la tecnología y la salud surgieron los mayores avances para para lograr una disminución de la tasa de morbilidad y mortalidad en enfermedades e intervenciones médicas, como los trasplantes.

En este sentido, las impresoras 3D prometen ser revolucionarias. Esta tecnología permite a los especialistas pensar en potenciales aplicaciones que aún se encuentran en estudio; tales como simuladores de lesiones, fabricación de prótesis, e incluso de órganos.

Las investigaciones hacia un desarrollo alternativo de órganos humanos, tanto para el entrenamiento médico como para el servicio a pacientes, comenzaron hace treinta años. En la década de los noventa se comenzó a trabajar en las posibilidades de los xenotrasplantes, es decir, los trasplantes entre especies distintas, como una solución temporal para que los pacientes en lista de espera pudieran ganar tiempo.

Lo que comenzó como una hipótesis se convirtió en realidad hace unos años, cuando un riñón de cerdo fue trasplantado a un humano sin desencadenar el rechazo inmediato del sistema inmunológico del receptor, un avance revolucionario para la donación de órganos.

Primero ocurrió el reemplazo de válvulas de animales, el siguiente fue el trasplante de órganos artificiales. Una de las claves para que estos últimos funcionen es que están hechos de acuerdo a la necesidad de cada paciente y son capaces de adaptarse al cuerpo del portador.

En Argentina, espacios como el Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA) ya cuentan con un Laboratorio de Manufactura Digital para promover este tipo de investigaciones. Sin embargo, todavía falta atravesar un largo recorrido para que esta tecnología de enorme potencial sea accesible a todas las personas que terminan en una lista de espera.

La nanotecnología es clave para que esta innovación pueda extenderse, ya que permite manipular estructuras y propiedades a nanoescala: manejar células, virus o incluso piezas de ADN. Para ello, se utilizan robots microscópicos que permiten reconfigurar el organismo.

Hasta el momento, los científicos lograron replicar órganos humanos en 3D como el páncreas, hígado, pulmón, corazón, huesos, cartílagos y tejido muscular, así como ovarios artificiales.

En 2019, investigadores israelíes incluso imprimieron un corazón a partir de tejido humano, aunque todavía hacen falta algunos años para poder trasplantar un órgano de estos de manera exitosa en el cuerpo humano. Pero el futuro de la medicina es prometedor, sobre todo en la Argentina, donde más de 200 mil personas aún esperan un trasplante.