La glándula tiroides está ubicada en el cuello, por delante de la tráquea y debajo de la laringe. Es apenas perceptible en condiciones normales, pero puede ponerse en evidencia en situaciones en las que aumenta de tamaño, como sucede con los nódulos.

Su función principal es regular el metabolismo en todo el organismo a través de una hormona llamada tiroxina, que puede influir en la concentración, el sueño, el apetito, la temperatura corporal y el estado de ánimo.

Si tengo un nódulo tiroideo ¿debo preocuparme? La respuesta es ocuparse, no preocuparse. La presencia de un nódulo en la glándula tiroides no siempre conlleva a un mal pronóstico, se estima que menos del 10% de los nódulos tiroideos crecen y desarrollan un cáncer. Suelen estar presentes en el 5% de la población, pudiendo alcanzar a 1 de cada 3 mujeres mayores, gracias a los estudios por imágenes de alta resolución.

El cáncer de tiroides puede tener diferentes variantes, pero sin dudas la más frecuente es el Carcinoma Papilar. Tiene una evolución más lenta que la mayoría de las enfermedades malignas y pocas veces desarrolla una metástasis. El comportamiento habitual es de crecimiento local, pudiendo invadir en estados avanzados las estructuras cercanas como piel, músculos y ganglios.

Si bien no se cuenta con estadísticas nacionales claras, en los últimos 30 años hubo un incremento significativo en el diagnóstico de esta patología, pero no así de la mortalidad, hecho que destaca un aumento en el diagnóstico precoz y la baja mortalidad de la enfermedad.

 

Cáncer de tiroides: 5 preguntas que te pueden salvar la vida

¿Cuándo sospechar que un nódulo tiroideo es un cáncer de tiroides?

Deben llamar la atención aquellos nódulos que crecen rápidamente en los controles o que son descriptos en la ecografía con alteraciones sospechosas. También influirán los antecedentes familiares de cáncer de tiroides, la aparición de ganglios en el cuello que no eran conocidos y que no desaparecen en el corto plazo, radiación previa, el sexo, la edad, entre otros.

 

¿Cuándo debo estudiar un nódulo tiroideo?

Los nódulos que deben estudiarse son aquellos que miden más de 10 milímetros, que tienen sospecha de malignidad en una ecografía o que han crecido significativamente entre los controles.

¿Cómo se estudia un nódulo?

Dependiendo de la sospecha, el médico de cabecera podrá controlarlo mediante ecografías o solicitar una punción (punción-aspiración con aguja fina o PAAF) del nódulo. Este último es un procedimiento ambulatorio, de bajo riesgo y mínimo dolor, que puede realizarse incluso sin necesidad de anestesia. De la punción se obtiene información de las células presentes en el nódulo, (como sucede en el PAP de los controles ginecológicos), pudiendo encontrarse células normales que no revisten importancia o células de mayor o menor aspecto maligno.

 

¿Qué tratamiento se realiza en caso de un nódulo tiroideo maligno?

El tratamiento estándar, en el país y el mundo, es la tiroidectomía que consiste en extirpar la glándula tiroides. En manos experimentadas es una cirugía de corta duración, que requiere un día de internación y tiene una baja incidencia de complicaciones. Se suele hacer con una pequeña incisión en el cuello, casi imperceptible, y de rápida recuperación.

En los últimos años se ha practicado, para casos muy seleccionados, la tiroidectomía transoral, que permite extirpar la glándula a través de una incisión en la boca, sin dejar cicatrices en el cuello.

En caso de un nódulo maligno ¿qué se debe tener en cuenta?

Lo primordial, una vez diagnosticado el tumor, es la individualización del tratamiento. Cada paciente es distinto y la enfermedad que presente también puede serlo. Hoy en día, la elección de la cirugía y su forma de abordaje dependerán de la patología presente al momento del diagnóstico, pero también de las preferencias de cada uno. Por ejemplo, el tratamiento con radio yodo, que años atrás se aplicaba a todos los pacientes, hoy se selecciona en función del riesgo que presente la enfermedad actual.

El cáncer de tiroides es el cáncer endócrino más frecuente, pero afortunadamente tiene evolución lenta y baja mortalidad, lo que permite realizar tratamientos curativos con frecuencia. Los controles médicos habituales permiten detectar nódulos en crecimiento o controlar los ya conocidos, y poder realizar estudios en profundidad cuando se requiera y tratarlos de manera correcta y temprana.

 

 

*Asesoró: Dr. Juan Andrés Iroulart (MN: 140974), Miembro de la Asociación Argentina de Cirugía (AAC), Cirujano General Especialista en Cirugía de Cabeza y Cuello, Sanatorio Franchin (Contruir Salud), Sanatorio Finochietto (ASE), Sanatorio Ramon Cereijo (BASA)