La alimentación de las personas debe adaptarse a las características y necesidades de cada individuo, para esto es necesario analizar el estilo de vida. Por ejemplo, las personas más activas y que sufren el calor suelen aumentar la ingesta de alimentos crudos. Por el contrario, aquellos que sufren las temperaturas bajas y llevan una vida más sedentaria, probablemente tiendan a incluir más comidas cocidas en su dieta.

El debate sobre el consumo de alimentos crudos o cocidos ha dado lugar a ciertos mitos, no del todo acertados.

El eje de la cuestión es mantener la calidad nutricional de los mismos, que puede variar según el tipo de comestible.

Frescos

Ciertos alimentos contienen principios activos que se ven alterados por el calor, por lo tanto, deben ser consumidos estado crudo para poder aprovechar su acción óptima en el organismo.

En los vegetales se mantiene intacto el contenido de vitamina C, una aliada de la salud que trabaja en diversos frentes: contra las infecciones, la pérdida de de firmeza de los tejidos y el exceso de peso.

Por otro lado, todos los productos que derivan de un proceso de fermentación (como el yogur) son muy buenos para el funcionamiento de los órganos porque contienen microorganismos vivos y vitales que mueren al ser cocidos. Los aceites ricos de poliinsaturados (de soja, maíz y girasol) utilizados en su formato crudo optimizan sus cualidades beneficiosas (protegen los vasos sanguíneos y otorgan elasticidad a la piel).

Otra de sus ventajas se da en la digestión, ya que los alimentos crudos se descomponen con mayor rapidez, favoreciendo el tránsito intestinal.

Sin embargo, el consumo de algunos alimentos crudos puede ocasionar enfermedades bacterianas que, de ser cocidos, se reduce el riesgo de contraerlas. Además, en el caso de frutas y verduras, se debe prestar especial atención a su higienización, lavarlas bien y observar si quedaron rastros de tierra.

En frutas y verduras, se debe prestar especial atención a su higienización.

Calientes

La higiene, el sabor y una mejor asimilación son solo algunas de las ventajas que ofrecen los alimentos que atraviesan un proceso de cocción. Las altas temperaturas convierten en inactivos todos los agentes parasitarios e infecciosos como el tifus, la salmonelosis, el cólera y todas las infecciones intestinales que pueden ser transmitidas por comestibles contaminados.

A su vez, el calor provoca reacciones químicas que exaltan el sabor de algunas comidas, haciéndolos más apetecibles para el ser humano. En cuanto al proceso digestivo, si bien es cierto que los alimentos crudos son de fácil absorción, aquellos con mucha fibra se digieren mejor al ser cocidos.

Una de las desventajas en este caso, es que la cocción empeora la absorción de los nutrientes, ya que altera la mucosa intestinal, responsable de adquirir los componentes nutritivos.