Martín Llaryora, a sus 50 años, pudo ser concejal y dos veces intendente de San Francisco, ministro de Industria de Córdoba, vicegobernador, diputado nacional y en la actualidad es intendente de la capital provincial. En octubre del 2022, el gobernador Juan Schiaretti lo nombró candidato y declaró estar convencido de que es el perfil que puede garantizar la continuidad del “modelo cordobés”.

El candidato es abogado y padre de tres hijos. Realizó el secundario en la Escuela Técnica 50 de San Francisco, donde presidió el centro de estudiantes. Allí fue su primera “militancia”, aunque la política era un tema cotidiano en su casa: Luis Llaryora, su padre, fue dirigente de La Bancaria y estuvo detenido durante la dictadura. Asimismo, fue titular de la Juventud Peronista mientras se encontraba en la universidad; su primera candidatura fue a concejal de San Francisco.

Llaryora se convirtió en Intendente de la ciudad de Córdoba en 2019 con el respaldo de Schiaretti, como sucede en la actualidad. Con ese triunfo el peronismo “ampliado” de la provincia recuperó después de 20 años la capital. Desde aquel momento, se dedicó a construir su candidatura a gobernador. 

En el acto en que fue nominado candidato, dijo: “No soy un producto del marketing, de las encuestas, de las consultoras. Soy un producto de gestionar para la gente. Vamos a trabajar en conjunto y vamos a ganar la próxima gobernación”. En algunas horas se sabrá si la realidad le da la razón. El marketing fue un aliado importante de su gestión: el rostro de Llaryora se mostró omnipresente en carteles, pantallas de tv y en los celulares.

Llaryora acompañó a Ramón “Palito” Ortega, precandidato a presidente, en 1997. Fue parte de la mesa nacional del tucumano por la juventud; donde también estaban Sergio Massa, Diego Santilli y Juan Curuchet. Durante esta época, conoció a Bruno Screnci, ex ministro de Gobierno de CABA con Horacio Rodríguez Larreta y ex funcionario de Duhalde. De hecho, el cordobés participó en algunas reuniones del Grupo Sophia, creado por el actual jefe del Gobierno porteño en los ‘90.

Durante la campaña, Marcos Carasso, el candidato a vicegobernador de JxC, dijo que si gana Llaryora “el kirchnerismo se instala en Córdoba. El candidato lo negó pero sin focalizarse en el tema. “No vale la pena; la gente sabe que no es así. Tuve relación con Néstor Kirchner, pero se terminó con la Resolución 125, cuando le dije que no podía apoyarla”, afirmó.

Prefirió hacer eje en la “continuidad” del modelo cordobés del que siempre habla Schiaretti y que comenzó con De la Sota. Destaca las administraciones de los dos, aunque su mayor vínculo es con “El Gringo”. Insiste en que debería ser Presidente.

Con De la Sota se enfrentó en varias oportunidades. En 2007 es un ejemplo, cuando trató competir con el “radical kirchneristaHugo Madonna, que buscaba su reelección en San Francisco. Madonna tenía el apoyo de De la Sota y, como parte de la “transversalidad”, también de Néstor Kirchner. Le ganó la interna a la lista peronista de De la Sota y luego la general, al radical.

Luego de esa elección, antes que asumiera en la intendencia, Kirchner lo recibió en la Casa Rosada y, como un gesto por haberle jugado en contra, lo invitó a sentarse en el sillón presidencial. La relación creció cuando, como intendente, Llaryora “sufría” al De la Sota como gobernador. Pero se cortó pronto, con la 125, cuando Llaryora se puso del lado de los productores rurales.

En 2013, ya siendo intendente, con su corriente, “El peronismo que viene”, decidió encabezar una lista de precandidatos a diputados nacionales que compitió en las PASO con la que lideraba Schiaretti y que respondía a “El Gallego”. En esta ocasión perdió, pero alcanzó la minoría y le sirvió para ganarse la consideración de De la Sota, que lo convirtió en ministro y luego en vicegobernador de Schiaretti, en 2015.

En su equipo ya hablan de “nueva generación” y también de llevar a la provincia reformas en sectores claves como la educación. Pero ese “empecinamiento” de Llaryora por ascender, a costa de internas con sus jefes, bien puede servir para imaginar el protagonismo que buscará a nivel nacional. En eso, Llaryora se parece más a De la Sota. En todo lo demás, a Schiaretti.