La luz, el agua y el gas, un "privilegio": así se la rebusca la gente para pagar las tarifas
Los aumentos en los servicios impactan en los sectores populares. Muchos usuarios resignaron otros gastos para poder pagar, pero otros tomaron la drástica decisión de reemplazar los servicios esenciales con conexiones clandestinas, garrafas y demás métodos alternativos.
A más de 115.000 pesos ascendió la canasta básica de servicios en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), según informó un relevamiento que también precisó que ese monto representa el 14% de un salario promedio. No obstante, muchos usuarios resignaron otros gastos a fin de asumir ese total tarifario, pero otros tantos tomaron la drástica decisión de reemplazar los servicios esenciales con conexiones clandestinas, garrafas y demás métodos alternativos.
El Observatorio de Tarifas y Subsidios del Instituto Interdisciplinario de Economía Política (IIEP), que depende de la UBA y el Conicet, dio a conocer que una vivienda familiar empleó un gasto de 118.000 pesos en este mes. Una cifra que refleja un aumento del 15,6 % en comparación al costo de abril, equivalente a 102.779 pesos en total de gas natural y electricidad.
Una suma que, según el informe del mencionado Observatorio, demanda un 14 % del sueldo promedio, que ronda en los 861.000 pesos. No obstante, Hernán Letcher, referente del Centro de Economía Política Argentina, aclaró que "los que están por debajo de ese salario no pueden pagar la totalidad de los servicios, y se trata de la gran mayoría de los asalariados". Por si fuera poco, Letcher marcó un posible y habitual escenario, conformado por un matrimonio con dos hijos, en el que sólo trabaja uno de los adultos. En ese caso, el especialista señaló que "en ese hogar familiar el ingreso no alcanza para pagar las tarifas".
Justamente hablando de núcleos familiares, el caso de Marcela es un claro ejemplo. Ella vive en Córdoba, junto a su esposo y a su hijo menor, de 17 años, y en el mismo terreno se asienta la casa de su hijo mayor, quien reside con su esposa y sus dos hijas. Los costos suelen ser más onerosos, sobre todo en la factura de luz, que notificó un monto de 130.000 pesos por el último consumo. A ello se le añade el impuesto municipal de 75.000 pesos y los 9.500 pesos por el uso del agua.
Pero, a su vez, la mujer alquila un local por 250.000 pesos para llevar adelante su actividad comercial, mediante un multiservicio que incluye verdulería, carnicería y almacén. Un emprendimiento que debe afrontar 193.000 pesos por la facturación de la energía, y 70.000 pesos por el resto de los servicios.
Por esta razón, Marcela enfatizó que "cuesta muchísimo. Los primeros 15 días pago algo y los otros 15 días la otra parte, y trato de estar el día con todo. La prioridad se la doy a las tarjetas y a los impuestos, porque si te atrasás pagas el doble, los intereses son altísimos, y es nuestra fuente de trabajo, sino nos clausuran". Al mismo tiempo, la comerciante reconoció que "es pagar y pagar. Estos últimos meses han sido muy duros, por eso comenzamos a trabajar los domingos. Incluso este 25 de mayo trabajamos todo el día. Estamos más de 10 horas en el local, vivo ahí. No tengo feriados ni nada".
Sin trabajo estable
Eduardo y Darío López, en cambio, no tienen trabajo estable, motivo por el cual se complica afrontar la escalada tarifaria. El primero detalló que sus gastos en impuestos suelen alcanzar "los 65.000 pesos. No es tanto pero trabajo actualmente en seguridad, en servicios eventuales. A veces hay trabajo en forma fija y a veces no". Su condición lo impulsa a adoptar algunas estrategias, como "pedir descuentos en los servicios de televisión por cable e Internet, que abarca un total de 19.000 pesos". El hombre reside en un departamento del barrio porteño de Mataderos y destacó que "no puedo prescindir de la luz, del agua y el gas, ni tampoco Internet, porque lo preciso por razones laborales".
Darío vive en la planta alta de una casa, que le alquila a un jubilado, en San Miguel de Tucumán. Al compartir la propiedad, dueño e inquilino hacen lo propio a la hora de pagar los servicios. López reconoce que "estiro cada peso. Entonces no me doy casi ningún lujo y como sopa, arroz, fideos, y alimentos que no son muy saludables, pero es lo que me alcanza".
Al mismo tiempo, están quienes ni siquiera con el esfuerzo y la reducción de gastos y consumos pueden asumir los importes de cada boleta. Fe de ello puede dar Virginia Cáceres, referente del barrio Ramón Carrillo, en Villa Soldati. La militante social confesó que "las familias la están pasando mal y los que estaban aquí pagando los servicios, dejaron de hacerlo porque no les alcanza. La mayoría están enganchados con la luz y volvieron a las garrafas".
En este sentido, Cáceres precisó que "el envase vacío vale 50.000 pesos, y la recarga 12.000 pesos. Muchos acuden al brasero, con carbón, leña o maderas, para usarlos como estufas, corriendo el riesgo de intoxicación". Diferentes realidades que confluyen el mismo punto de llegada: la electricidad, el agua y el gas natural comienzan a dejar de ser un insumo básico, para convertirse en un privilegio o un lujo.