Según un informe reciente del canal de televisión alemán DW, la producción industrial en Argentina cayó un 11% en los primeros dos meses del año, reflejando un escenario crítico para la economía local. La devaluación del peso, implementada al inicio del gobierno de Javier Milei, sumada a un fuerte ajuste económico, afectó de manera directa el consumo interno, desencadenando despidos, suspensiones de personal y recortes de horas extra en distintos sectores industriales.

Uno de los ejemplos mencionados es el de Luciano Galfione, empresario textil que invirtió 2 millones de dólares en modernizar su fábrica en Buenos Aires con maquinaria alemana. 

Para financiar esta inversión, hipotecó su planta y propiedades familiares. Sin embargo, la crisis redujo su capacidad productiva a solo un quinto y lo obligó a despedir al 20% de su personal, unos 40 empleados.

"Cuando cambia la administración, lo primero que se hace es una gran devaluación. Esa gran devaluación lo que termina ocurriendo es que generó un índice de inflación muy grande. La gente perdió poder adquisitivo sobre todas las cosas y eso repercutió de lleno en el consumo. La industria textil es fuerte dependiente de un mercado interno", explicó Galfione en el informe de la cadena internacional mencionada.

Además de presidir la Fundación Pro Tejer, que reúne a empresas textiles de Argentina, el empresario destacó que muchas de estas están aplicando recortes de horas laborales o suspendiendo personal, pagándoles el 70% de sus salarios. El informe subraya que no solo el sector textil está en crisis: toda la industria argentina se contrajo un 10% en febrero.

La industria textil, en crisis
La industria textil, en crisis

El sector automotriz es otro de los más afectados, con una caída del 23% en la producción en el primer trimestre. Empresas como Toyota, Renault, Nissan y Volkswagen implementaron retiros voluntarios, recortes de personal y suspensiones. General Motors paralizó su planta, mientras que Mercedes-Benz ofreció jubilación anticipada a algunos de sus empleados, medida aceptada por el jefe del sindicato automotor, Ricardo Pignanelli.

"El mercado interno está deprimido. El mercado interno no se puede explotar porque para traer las autopartes que le faltan para terminar el vehículo hay problema monetario. Debe ser el anteúltimo o el último tren de la historia para la industria automotriz argentina", declaró Pignanelli, quien además admitió que 7.000 de los 30.000 trabajadores de automotrices argentinas están afectados por medidas de ajuste.

Por otro lado, el informe de DW también menciona a Raúl Amil, dueño de VENTALUM S.A., una fábrica bonaerense de ventanas y portaequipajes, quien comparte con Pignanelli la preocupación porque las automotrices privilegian las inversiones en Brasil en lugar de Argentina. El empresario tuvo que suspender a todo su personal durante 20 días debido a la caída en la demanda local y de exportación. No obstante, recientemente sus 140 empleados volvieron a trabajar.

“Hay mercados de exportación que se cayeron. Perú, Chile, Colombia. También una caída local. El vehículo tiene un alto componente en dólares. La devaluación del dólar de diciembre pegó fuertemente sobre el precio de los vehículos. Y el salario no se movió a la misma velocidad", afirmó Amil, quien igualmente sostuvo que ”va a haber una recuperación seguramente a partir del segundo semestre".

Aunque algunos empresarios como Amil esperan una recuperación, los despidos continúan en fábricas de empresas multinacionales como Bimbo, Pepsico y Bridgestone, entre tantas otras, lo que agrava aún más el ya complicado panorama laboral argentino.