El segundo balotaje de la historia argentina, volvió a rechazar al candidato peronista. Sergio Massa perdió con el 44% de los votos con Javier Milei de La Libertad Avanza, quien alcanzó un 56% en el escrutinio provisorio. La diferencia a favor del libertario fue contundente y desde el 10 de diciembre gobernará la Argentina. “Lo llamé y lo felicité”, afirmó el derrotado y pidió que “ojalá que la convivencia democrática y el respeto por el que piensa distinto se instale para siempre”.

La primera experiencia electoral que llegó a segunda vuelta fue en el 2015, cuando Mauricio Macri —ahora aliado político de Milei— se impuso sobre Daniel Scioli del Frente de Todos. La distancia entre uno y otro en aquella votación fue mínima, esta vez, quedó claro que “la grieta” sigue más vigente que nunca. El pueblo le dijo “no” al peronismo y aliados que integran la coalición oficialista Unión por la Patria, de forma tal que desde este lunes probablemente comience una reconfiguración del mapa político argentino.

“El presidente electo y el Presidente de la Nación (Alberto Fernández) tienen la responsabilidad de poner en marcha el mecanismo de traspaso”, indicó Massa cerca de las 20.15 al brindar su discurso de derrota. Ya había llamado por teléfono a su adversario, Milei, y por los pasillos del búnker ubicado en el barrio porteño de la Chacarita ya se admitía en diálogo con Grupo Crónica que la elección había sido una “paliza”

Con la bandera argentina de fondo, al igual que la lució el mismo escenario el domingo 22 de octubre, cuando el resultado fue un triunfo para Unión por la Patria, Massa aseguró: “Traté de dejar todo lo mejor de mí en esta campaña porque amo a la Argentina casi de la misma manera y con la misma intensidad con la que amo a mis hijos”.

Lo acompañaban el compañero de fórmula y jefe de Gabinete de la Nación, Agustín Rossi; el gobernador elector de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof: el diputado electo por el mismo distrito, Máximo Kirchner, el senador electo, Eduardo “Wado” de Pedro; su esposa y presidenta de Aysa, Malena Galmarini; el director del Banco Provincia, Sebastián Galmarini; la presidenta de la Cámara de Diputados, Cecilia Moreau; el ministro de Desarrollo de la Comunidad bonaerense; Andrés “Cuervo” Larroque; el vicejefe de Gabinete de la Nación, Juan Manuel Olmos; entre otros.

Massa ganó únicamente en la provincia de Buenos Aires, un 51% al 49%. Como anticipó este medio, desde las filas del tigrense ya calculaban post-elección de octubre que se necesitaba una diferencia de al menos 8 puntos para compensar las derrotas cantadas en Córdoba y Mendoza, dos territorios hostiles para el peronismo aliado del kirchnerismo. Ganó también en Formosa y en Santiago del Estero. El Norte Grande no aportó lo esperado a pesar del apoyo expresado por los gobernadores.

No alcanzo con el respaldo que llegó desde otras fuerzas provinciales como las de Neuquén y Río Negro; o la neutralidad planteada por dirigentes del PRO ante las dos opciones del balotaje. “Todos los votos de (Patricia) Bullrich fueron a Milei enteros”, apostaron desde el equipo que trabajó en la campaña de Massa. 

“Fue una campaña muy larga, difícil, con tintes ríspidos”, subrayó Massa al brindar su discurso de derrota y agradeció: “A Malena, a mis padres y a mis hijos; a todos los que trabajaron en todo el país; a todos aquellos que en esta discusión de dos propuestas de país, como esa conmovedora micro militancia, intentaron contar cuál era nuestro proyecto”.

Massa dio el ejemplo al aceptar rápidamente el resultado electoral y subrayó: “La Argentina tiene un sistema electoral sólido, transparente y que se respeta siempre”.

Desde lo personal, hoy termina una etapa en mi vida política. Seguramente la vida me depare otras, pero sepan que siempre van a contar conmigo para defender a este gran país”, cerró quien desde este lunes se dedicará exclusivamente a su rol de ministro de Economía de la Nación.

Una hora antes, en el búnker reinaba la cautela por una aparente “paridad” en las primeras bocas de urna que llegaban desde diferentes puntos del país. El panorama, comparado con el del domingo de las elecciones generales a la misma hora, ya anticipaba lo que más tarde confirmó el escrutinio provisorio: no había buenas noticias.