El Gobierno avanzará con la disolución de la Compañía de Valores Sudamericana (ex Ciccone) y reestructurará la Casa de la Moneda. Así lo anunció el vocero presidencial Manuel Adorni.

Se va a avanzar con la disolución de la Compañía de Valores Sudamericana, la ex Ciccone, recordada por uno de los casos de corrupción más recordados”, indicó el portavoz en referencia al caso que involucró al ex vicepresidente Amado Boudou.

     

En su habitual conferencia de prensa, el portavoz además definió a la Casa de la Moneda como “una imprenta estatal con severas ineficiencias que se encarga de imprimir billetes, pasaportes, patentes de autos y estampillas”.

La mala administración de la gestión anterior representó un despilfarro de recursos, con deudas que ascienden a 371 millones de dólares, un patrimonio negativo de 78 millones de dólares y un resultado bruto negativo de 20.500.000 dólares. Por la decisión del kirchnerismo de negarse a emitir billetes de mayor denominación desde 2020, se gastaron 4.700 millones de dólares en importar billetes para solventar la Casa de Moneda, que debería haber abastecido al país de estos billetes”, sostuvo Manuel Adorni.

En este punto, al profundizar sus cuestionamientos a la gestión anterior señaló que “como no le daban abasto las impresoras para imprimir billetes de $1.000, decidieron gastarse ese dineral para traerlos de afuera, un delirio que representa fielmente lo que fue la gestión de Sergio Massa, Alberto Fernández y de la presidenta del Instituto Patria, Cristina Kirchner”.

Reestructuración de la Casa de la Moneda: el Gobierno advirtió sobre “gastos excesivos”

Al justificar la medida, el vocero recalcó que “a estos gastos excesivos se suma la incorporación de 211 personas, que hicieron crecer la dotación a más de 1.300 empleados, la financiación de cuatro inmuebles, entre ellos un jardín de infantes llamado ‘La Monedita’, de la Casa de Moneda, que gastaba en promedio $1.200.000 por mes por chico, es paradigmático, tenía 60 chicos que iban allí, y había 31 personas empleadas, cerca de un contratado cada dos chicos”.

En la Argentina que ya no imprime billetes para financiar a la política, poco sentido tiene seguir con este absoluto despilfarro, para mantener una estructura al servicio de, como los llamamos nosotros, los degenerados fiscales”, sentenció.