“Parecía que te dormías, como que cabeceaste y seguiste hablando”, le dijo el presidente de España, Pedro Sánchez, con quien estaba reunido Alberto Fernández en el momento en que se comenzó a sentir mal y mientras lo atendía el médico presidencial que viaja siempre como parte de la comitiva. La intensidad de la gira, la presión de la gestión y la gastritis erosiva que arrastra desde hace tiempo producto del estrés se combinaron en Bali, Indonesia, adonde viajó por la Cumbre del G20, para que el mandatario nacional se tome un descanso obligado no sin antes sellar la ampliación del acceso a los “dólares” chinos para fortalecer las reservas del Banco Central. 

En Bali, Indonesia, la humedad es del 80% y el clima es tropical. Fernández había desayunado en su hotel, el Meliá, con el secretario general de la Presidencia, Julio Vitobello, y con el vicejefe de Gabinete, Juan Manuel Olmos. Luego se subió al auto que lo trasladó solo a donde se realiza la Cumbre de líderes del G20. Tenía dos discursos preparados que había ultimado la noche anterior con el canciller, Santiago Cafiero, con eje central en pedir el cese del fuego entre Ucrania y Rusia y plantear el daño humano y económico que la guerra tiene también en el hemisferio sur.

“¿Estás bien?”, le preguntó el ministro de Economía, Sergio Massa, antes de arrancar la actividad. Le había tocado el brazo y notó que el Presidente tenía un sudado frío. Él le dijo que “si” y comenzó la catarata de encuentros que tenía planificados entre las dos disertaciones. Se cruzó con el canciller ruso, Sergei Lavrov, y con la titular del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva. Fernández ya notaba a esta altura que se sentía mareado pero asumió que tendría que ver con el clima y el “mal dormir” que había experimentado toda la comitiva producto del viaje de 16 horas desde Francia (primer destino de la gira presidencial y donde la temperatura rondaba entre los 10 y 15 grados) a Indonesia, como así también, por el cambio de horario. A la hora de dormir, previo a la Cumbre, hubiese tocado solo una siesta (en horario parisino).

Sanchez se rió por el confuso episodio hasta que se dio cuenta que Fernández no se sentía bien. En el Plenario del G20 ya lo esperaba Sergio Massa. “No entendía qué pasaba, arrancaron los discursos y Alberto no venía, lo miraba a su fotógrafo (Esteban Collazo) que también lo esperaba ahí y ninguno sabía nada, hasta que me avisaron con un mensaje”, contó Massa a su entorno.

Fernández fue atendido enseguida por el Dr. Manuel Estigarribia de la Unidad Médica Presidencial. El primer diagnóstico fue un cuadro de mareos e hipotensión. Con la presión baja, se lo trasladó en ambulancia por precaución y como dicta el protocolo del G20 a la clínica Sanglah general hospital. 

A las corridas, la delegación que acompaña al Presidente decidió en ese momento que el canciller, Santiago Cafiero, leyera los dos discursos elaborados para la Cumbre con la postura argentina sobre la guerra, la emergencia alimentaria que afecta al mundo entero y el panorama de la salud.

En paralelo, el Presidente ya se estaba realizando controles y una endoscopía. Le diagnosticaron con precisión una gastritis erosiva con sangrado producto de una úlcera de duodeno. "Fue un episodio complicado. Sangró mucho y eso le provocó la descompensación. Le hicieron estudios y le dieron suero”, contaron fuentes de la comitiva en ese momento a Grupo Crónica.

El susto de sus colaboradores, la sorpresiva situación, la resolución de que Cafiero se encargaría de los discursos. Todo ocurrió en minutos. En el hospital, los médicos le explicaron a Fernández lo que ya sabe: los nervios y el estrés colaboran con el cuadro. “Todo esto tiene que ver con un componente nervioso y me pidieron que baje la actividad”, le explicó a su entorno mientras recordaba que frecuentemente siente acidez estomacal.

Igualmente, ya repuesto con suero y superado el episodio, el Presidente se calzó de nuevo el traje y se fue a la bilateral que tenía programada con su par Chino, Xi Jinping. Sabía que era uno de los encuentros más importantes del viaje. Junto a Cafiero, Massa, Vitobello, Olmos y la portavoz Gabriela Cerruti, se reunieron con la delegación china. El resultado fue la ampliación del swap por el equivalente a 5 mil millones de dólares para robustecer las reservas del Banco Central. Serán de libre disponibilidad y podrán utilizarse para intercambio comercial. También, hubo avances concretos con las represas de Santa Cruz, la Néstor Kirchner y la Jorge Cepernic. 

Contento con el resultado y ya por la noche de Bali, el Presidente convocó a la prensa para contar más detalles de su episodio. “Agradezco a todos por la preocupación, estoy bien, estoy trabajando bien”, aseguró ante Grupo Crónica y otros medios. Aclaró que la descompensación no fue un desmayo, sino “un vahído” que es una breve pérdida del sentido. Ahí mismo confirmó también que mañana se abocará solo a las reuniones agendadas con Georgieva y con el español Sanchez.

El extenso día tuvo una sorpresa final: un llamado de la vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, para ver cómo se sentía y estar en contacto. Se especula desde Bali que el Presidente podría recibir otro “descanso” si la vice contempla su estado de salud cuando hable en La Plata por el Día de la Militancia Peronista.