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Una bocanada de aire fresco en la más tradicional de las dos cámaras de representantes parlamentarios sobrevoló el debate sobre la ley de interrupción voluntaria del embarazo. Su aprobación en el Senado convierte a la Argentina en el segundo país de Latinoamérica en ampliar este derecho de las mujeres y personas gestantes a decidir sobre su propio cuerpo, los fundamentos religiosos por el sí y los argumentos sobre el cambio de postura en aquellos que dijeron "no" en 2018 sellaron un punto de inflexión en el Congreso.

Dos años atrás, no alcanzó la media sanción en Diputados luego de que la Cámara alta rechazara por 38 votos negativos y 31 afirmativos la legalización del aborto. En diciembre 2020, con el apoyo del Poder Ejecutivo, el resultado fue 39 a favor, 29 en contra y 1 abstención.

Por la cercanía entre un debate y otro, un triunfo de los sectores "verdes" en el Senado requería de convencer y negociar con legisladores que habían votado en contra en 2018.

En este marco, durante la sesión especial los "ex celestes" se permitieron discursos impregnados de la premisa de igualdad entre hombres y mujeres que plantea el feminismo, notables por su argumentación sobre el acceso a la salud pública y, también, como pocas veces visto en la Cámara alta, espejo de lo que a muchos argentinos les ocurrió paralelamente: cambiaron de postura. 

Casi en el final de la sesión, la reflexión por el "sí" de una senadora en base a su fe católica sorprendió a más de un espectador del extenso debate visto por millones de argentinos.

Un voto "deconstruido"

La senadora pasó de "celeste" a "verde".

La senadora Silvina García Larraburu (Frente de Todos-Río Negro) fue la primera en marcar la diferencia. En 2018 apoyó el proyecto de aborto pero votó en contra cuando el Senado trató el tema en el recinto, ayer aseguró que "no es fácil decontruirse, tambalean las estructuras, porque de repente, estamos ante lo nuevo por crear". 

"Estamos atravesando un cambio de paradigma y ese cambio lo lideran las feministas", sostuvo al profundizar que "como dirigente política tengo la obligación de cuestionarme e involucrarme con los cambios de nuevos paradigmas, con los anhelos y las demandas de las nuevas generaciones. Ellas escribirán la historia", explicó.

Y sobre la iniciativa, consideró: "Es una propuesta integral, superadora, que dialoga de frente con el Plan de los Mil días. El Estado se hace presente en ambas iniciativas".

Escrache de "celestes" en la casa de García Larraburu por su apoyo a la ley de aborto.

 

"Se trata de un tema de salud"

 

 

La reflexión de la senadora neuquina, Crexell.

La senadora nacional Lucila Crexell, quien integra el Interbloque Parlamentario Federal y es una de las aliadas de Juntos por el Cambio, se abstuvo en 2018 pero ayer voto a favor de la legalización del aborto. “No cambié mi manera de pensar sobre el aborto. Cambié el enfoque. No es feminismo o religión. El aborto clandestino es una figura silenciosa que escribe páginas muy tristes”, señaló Crexell al hacer uso de la palabra en el recinto de sesiones.

"No es feminismo o religión. El aborto clandestino es una figura silenciosa que escribe páginas muy tristes”

El de la neuquina fue uno de los discursos más esperados y no defraudó a los verdes al puntualizar que “esta Ley no le cambia nada a los que se oponen. Pero sí le cambia todo a aquellos de nuestra sociedad que necesitan que el estado las visibilice y las asista”, insistió Crexell.

Negar la realidad de tantos abortos que existen en este país es un tremendo acto de hipocresía. Por eso votaré favorablemente este proyecto de Ley”, sentenció la senadora de la oposición.

De manera similar, se expresó la senadora Stella Maris Olalla (Juntos por el Cambio-Entre Ríos) al confirmar su cambio de postura y aseguró que "mantener la prohibición no eliminará el tema clandestino que existe" y "no habrá mejora en el sistema de salud".

La entrerriana, Olalla, reveló a último momento que esta vez su voto era a favor.



"Si nosotros analizamos los datos del estado de salud de la población más vulnerable respecto de la interrupción del embarazo, son estadísticas complejas, preocupantes", expresó y dijo que "sobre todo el embarazo juvenil, que se da fuertemente en provincias argentinas".

Olalla expresó que "sabemos que el Estado tampoco ha contribuido con la educación sexual integral, que es ley, pero no satisface las necesidades fundamentales".

"Sí, por que Dios es compasión"

La alocusión de la senadora Gladys González, quien representa al PRO por la provincia de Buenos Aires, en el debate por la legalización del aborto no se destacó por un cambio de postura, ya que votó a favor en ambas oportunidades, sino por la base argumental de su discurso: la religión católica y su fe en Dios. 

Esta variante del planteo por el "sí" está en boca de representantes sociales desde hace rato en la Argentina y, de hecho, lo compartió durante el plenario de comisiones Marta Alanis, una referente de la Campaña Nacional por el Aborto Legal Seguro y Gratuito y, además, fundadora de Católicas por el Derecho a Decidir (CDD), organización que hace tres décadas lucha por la legalización del aborto. Sin embargo, un enunciado de estas características por parte de un legislador o legisladora, integrante de la Cámara alta, vale ser destacado.

 “Quiero preguntarle a mi iglesia si no será hora de hacer una autocrítica. ¿Por qué castigar con la vara de nuestra religión e imponer las cosas que no pudimos cambiar con nuestra propia fe? Hemos fallado, a pesar de nuestra fe, nuestra oración y nuestra doctrina, porque hemos llegado tarde a entender la importancia de la educación y del uso de los anticonceptivos”, sostuvo.

“Estamos acá -continuó- para sancionar leyes que garanticen el acceso a los derechos humanos, donde el Estado tenga un sistema de salud que proteja a las mujeres vulnerables. Donde la vida no sea un privilegio de las que pueden pagar y la muerte la condena por ser pobres. Porque de eso se trata, se trata de desigualdad y de hipocresía”.

“Demos una respuesta no desde el castigo sino desde la compasión y el amor”, propuso González quien compartió que en agosto 2018 estaba embarazada y, a los pocos días de su voto afirmativo, sufrió un aborto espontáneo. "Por un momento pensé que Dios me castigaba", contó.

Luego, concluyó: "El Dios en el que creo es sinónimo de amor y compasión, nunca de culpa y castigo. El Estado que quiero y del que formo parte y del que soy responsable debe responder no con el Código Penal sino con un sistema de salud equitativo de puertas abiertas con amor y compasión. Porque sólo así tendremos una oportunidad de salvar las dos vidas”.

"Personalmente me opongo"

Sergio Leavy: "odio el aborto, pero existe", aceptó.

El senador del Frente de Todos por la provincia de Salta, Sergio "Oso" Leavy, indicó: "Personalmente me opongo y odio el aborto. Creo que ningún legislador presente está de acuerdo pero existe", aceptó.

Para Leavy, "claramente hay mujeres que hacen esfuerzo sobrehumano que le pone el alma la vida para ser mamá" pero también "hay mujeres que deciden interrumpir y ahí debe participar el Estado".

"En 2018 participé del debate, esta ley es totalmente diferente, me hubiera gustado un debate más profundo pero me di cuenta de que esto no se trata de mi, no es una situación de mi creencia, sino que es una situación que le compete a muchas mujeres", dijo durante su discurso.

Leavy remarcó por otra parte que "la ley de los 1.000 días es una ley antiaborto que le quita la posibilidad de abortar a la mujer por el hecho de no tener recursos".

"No se hizo nada desde 2018"

 

Uno de los identificados como "celeste" pasó ayer a la abstención (la única durante la votación) al reflexionar: "Sigo sosteniendo mi posición en contra del proyecto y reconozco que no hemos hecho absolutamente nada desde el 2018. Por eso, creo que tiene que haber una consulta popular para que sea el pueblo quien defina", propuso en su discurso el senador Guillermo Snopek (Frente de Todos-Jujuy).

Por F.G.