Julieta Rossi, novia de Fernando Báez Sosa: su historia de amor y dolor, y un desgarrador pedido de justicia
El juicio comenzará tres años después del brutal crimen de Fernando Báez Sosa, perpetuado por los "rugbiers asesinos" en Villa Gesell. La pareja del joven contó detalles de su relación y reiteró su pedido de justicia.
No hay oportunidad en que Julieta Rossi, novia de Fernando Báez Sosa, no vuelva a pedir justicia por el asesinato de su novio en mano de los Rugbiers asesinos en Villa Gesell. Ya sea en entrevistas, marchas o posteos en redes sociales reitera la necesidad de que la justicia argentina "se ponga del lado de las víctimas y haga justicia". En Instagram, la cuenta JusticiaxFer informa acerca de las novedades de la causa.
Aquel día en que el joven alegre y entusiasta le pidió que fuera su novia, Julieta Rossi no podía pensar en cuánto dolor tenía por delante. La pareja se pusieron de novios cuando una compañera del colegio Marianista los presentó en 5to año.
Aunque los dos iban al mismo colegio, no cursaban en la misma división, pero tenían amigos en común. En febrero de 2018 participaron del Proyecto Servir (los alumnos de la Institución realizan tareas de albañilería en alguna entidad con fines sociales que lo requiera) y, de a poco, empezaron a entablar una relación. “Cuando fuimos de viaje de egresados a Bariloche, él me encaró por primera vez. Estábamos en el boliche Cerebro en la fiesta flúo. Ahí nos dimos nuestro primer beso”, cuenta Julieta en una entrevista.
Recién en marzo de 2019 llegó la propuesta formal de noviazgo. "Como yo hago danza, le insistí para que me acompañara a una clase de Tango. Después nos fuimos a mirar una película a su casa y, en un momento, él me dijo que me quería decir algo. Yo un poco lo intuía, pero me hice la tonta. “No me asustes Fer. ¿Qué pasó?”, le decía. Entonces me preguntó si quería ser la novia. Le dije que “sí” y los dos nos pusimos a llorar", recuerda emocionada.
En su breve relación, compartieron momentos de gran plenitud, como novios, como amigos. Bailaban, cantaban, jugaban al ping pong o al metegol. Compartieron también un viaje a Enter Ríos.
Como verdaderos enamorados cada mes recordaban la fecha de su noviazgo: "Todos los 19 de cada mes. Nos juntábamos en la casa de alguno de los dos y hacíamos meriendas con chocotorta. Una vez fuimos al Parque de la Costa y nos tiramos del juego Vértigo extremo. Ahí yo le dije que era mi compañero de aventuras. Teníamos tantas cosas para hacer...".
En un principio, al terminar la secundaria, planificaron cursar juntos la carrera de Derecho. Y se anotaron juntos. A último momento, Julieta decidió cambiarse a Arquitectura. Cursó el CBC, pero retornó a mitad de año a Derecho donde, ahí sí, estudiaba con Fernando y compartían libros y apuntes.
Sin saber cuán grande sería la distancia que pronto los separaría, el 2 de julio de 2019, Julieta cumplió 18 años. Había invitado a dormir a una amiga que estaba complotada con Fernando para que él pudiera sorprenderla. “Yo estaba durmiendo y, de repente, sentí como un peso encima. Era él: se había tirado arriba mío. Me trajo unos panqueques, un cartel que decía “Feliz cumpleaños” y la pulsera de la distancia. La mía era toda verde con una bolita negra y la de él era toda negra con una bolita verde. Se llama así porque que es como que te conecta. Yo tengo la partecita negra que es la de él y él tiene la partecita verde que es la mía”, cuenta Julieta
El regalo no terminaba ahí en esta historia de amor que no deja de sorprender por la belleza de los pequeños detalles: "También me trajo unos vales, que son como unos papelitos que decían: “Vale por ir al parque” o “Vale por ir a andar en rollers” y yo se los tenía que ir presentando. Había varios que eran graciosos, como “vale que Fer se quede si se tiene que ir” o “vale por abrazos” y te ponía “uso ilimitado”.
En una caja de zapatillas color naranja, la misma que llevó al Cementerio el día del entierro, Julieta conserva como un tesoro los recuerdos que tiene de Fernando: un portarretrato con una foto de ellos que él le regaló para un aniversario; un álbum de fotos color verde que tiene grabadas las iniciales de ambos; un cinturón de cuero; el perfume favorito de Fernando en versión desodorante; los vales por “una merienda” y por “paseos al parque” que quedaron sin usarse…
Julieta no va a olvidar nunca a su amor. Y tampoco se va a olvidar de exigir justicia las veces que sea necesario: "Me gustaría que queden presos. Todo el mundo quiere que estén presos. Igual, nada me va a devolver a Fer, ni va a alivianar el dolor. Lo peor: cuando ya haya una condena, ¿qué va a pasar? Sí, van a estar presos, ¿pero qué hacemos nosotros que estamos acá?".