Ocurrió en Altos Chipión, Córdoba. Una familia estaba aislada por coronavirus, aparentemente contagiada en una reunión clandestina,  y la hija del grupo familiar organizó otra fiesta ilegal a la que llamaron “la fiesta de los aislados. El hecho terminó con una denuncia policial. 

 “No me cabe en la cabeza lo que han hecho”, expresó Neris Garraza, intendente de la localidad, publicó El Periódico

Un viernes por la noche un grupo de personas habrían participaron de una fiesta clandestina en un domicilio, los cuales terminaron aislados ya que la propietaria había dado positivo de Covid-19. Sabiendo sobre su situación, la mujer y otro grupo de jóvenes, organizaron una segunda reunión clandestina, a la que llamaron graciosamente “la fiesta de los aislados”. 

 “No me cabe en la cabeza lo que han hecho”.

Hubo una fiesta clandestina de entre 14 y 20 personas eso fue un viernes por la noche. Luego la dueña o la hija de la dueña aparece con algunos síntomas y entonces ¿qué se hizo? se hisopó y le da positivo y se aísla a todos los contactos”, contó a Mitre Córdoba el intendente.

Si bien no pudo actuar en el momento, el municipio le dio participación a la policía. "En la ‘fiesta de los aislados’ no pudimos precisar cuántas personas hubo, pero la inconciencia que tiene esa gente es increíble”, expresó Garraza. 

Según se supo a través de los medios locales, las personas que participaron de “la fiesta de los aislados” estaban dentro de los días de aislamiento que debían cumplir pero violaron la medida. 

Estamos pasando por uno de los peores momentos y esto se puede agravar”.

Se volvieron a juntar con todo el riesgo que ello conlleva, si alguno de ellos da como positivo se los deberá volver a aislar y no solo a ellos, sino también a sus familias", advirtieron desde el municipio. El intendente advirtió: Estamos pasando por uno de los peores momentos y esto se puede agravar.

Como en toda la región la situación es compleja a la hora de derivar pacientes Covid positivos. Hemos tenido casos que tuvimos que tenerlos de cuatro a cinco horas esperando, en lo que denominamos una cama fría, con todo lo que hacía falta”, contó Garraza.