Una mujer, sus dos hijos y su suegra fueron víctimas de un violento robo: delincuentes los redujeron, golpearon y asaltaron. Antes de huir, los agresores se tirotearon con agentes policiales.

El hecho ocurrió cerca de las 20.30 del jueves en una vivienda ubicada en 53 y 208, cuando cinco hombres armados entraron entre insultos y amenazas y redujeron a los integrantes de la familia.

Los delincuentes le exigieron a los gritos a la mayor de las víctimas que entregara "la plata", a lo que ella contestó reiteradas veces: "No sé de qué plata me hablás".

"Desde que empezó la pandemia que venimos sobreviviendo con lo que tenemos. Mi marido falleció hace poco y mis hijos han tenido que hacerse cargo de todo para poder traer el pan a casa. No sé qué información les habrán dado porque nosotros no tenemos ni un peso. Vivimos el día a día y lo que tenemos lo hemos ganado con mucho esfuerzo", dijo Marcela, la abuela de los menores.

En diálogo con el medio local El Día, la mujer dio detalles del hecho: "Ni siquiera tuvimos tiempo de escondernos o de llevar a los chicos a otra habitación. Nos dijeron que nos quedáramos todos quietos porque nos iban a matar. Yo les ofrecí las llaves de mi camioneta para que se fueran de inmediato, pero no las quisieron. Ellos venían por plata".

Además, contó que ante la negativa los delincuentes empezaron a ponerse nerviosos y violentos, y comenzaron a agredirla: "Me gritaron, me insultaron. Me empujaron y cachetearon. Yo pensé que me iban a matar. Lo único que les pedía era que no les hicieran nada a mis nietos. Hace poco, en un robo, violaron a una nena y llegué a temer lo peor".

Ante tal dramática escena, los chicos de 2 y 4 años se largaron a llorar y, mientras su mamá intentaba tranquilizarlos, los delincuentes la golpearon a ella y a los niños. Los gritos de las víctimas llegaron a la vivienda de un vecino, que llamó al 911. A los pocos minutos, cuando el patrullero llegó a la casa, comenzó la balacera entre los agresores y los oficiales de la Policía. Los cinco delincuentes se dieron a la fuga y siguen prófugos.

"En la zona estamos cansados de que nos roben. Duele que a uno lo maltraten y le peguen. Nosotros no robamos nada a nadie, todo lo ganamos con nuestro esfuerzo. Necesitamos que nos cuiden, somos trabajadores. Y si bien somos extranjeros, no somos un perro para que nos golpeen y nos maten así nomás", comentó Marcela.