Crimen sicario a la salida del "telo": la investigación que comenzó con una petaca de licor en un cantero
Josué Quispe Alvarez, de 40 años y de nacionalidad peruana, fue acribillado a balazos, el 30 de agosto pasado, a la salida de un hotel alojamiento, en el sur del Gran Buenos Aires, y en un caso que alcanzó trascendencia. Por el crimen, hay dos arrestados. Datos reveladores.
Se conocieron nuevos detalles con respecto a la detención del sicario peruano y de una joven, que están implicados en el asesinato a balazos de un hombre, ocurrido el 30 de agosto pasado, en las proximidades de un hotel alojamiento, en el sur del conurbano bonaerense. Las investigaciones para esclarecer este suceso, que alcanzó gran trascendencia y que estaría vinculado a la venta de estupefacientes, comenzaron a raíz del hallazgo de una petaca de licor.
Al respecto, los voceros judiciales revelaron a cronica.com.ar que hasta este momento los apresados son un individuo de nacionalidad peruana, de 28 años, quien está sindicado de haber sido el responsable material del crimen, y una joven, de 20, quien era pareja ocasional de la víctima, identificada como Josué Quispe Alvarez.
Tanto el sujeto como la muchacha fueron arrestados en las inmediaciones del boulevard Malvinas Argentinas al 300, en el sur del conurbano. En dicha vivienda, había un total de 30 envoltorios con cocaína y 137.000 pesos, y en el celular del sospechoso fueron encontrados mensajes de WhatsApp en los que aseguraba que él había consumado el asesinato.
De acuerdo a lo manifestado por los informantes, el esclarecimiento del homicidio empezó gracias al análisis de las diversas imágenes captadas por varias cámaras de vigilancia, en las que se logró observar a un hombre que arrojaba una petaca de licor en un cantero, situado en las cercanías del hotel alojamiento El Ruca, ubicado en Bolivia al 3000, entre Elustondo y la avenida Calchaquí (la ruta provincial 36), en la localidad de Ezpeleta Oeste (el ilícito se consumó a pocos metros del lugar).
Peritos de la Policía Científica revisaron la petaca, en la que se detectaron huellas dactilares de un individuo residente en el sur del Gran Buenos Aires. Con la información, los servidores públicos destinados en la Dirección Departamental de Investigaciones (D.D.I.) de ese distrito localizaron al sospechoso, quien afirmó que era ajeno al asesinato, que siempre bebía licor en petacas y que había concurrido al albergue transitorio con una mujer, con quien mantenía una relación extramatrimonial.
Seguimiento
Mientras tanto, los integrantes de la misma D.D.I., con la supervisión de la doctora Ximena Analía Santoro, fiscal de la Unidad Funcional N° 7, comprobaron que la víctima de este homicidio, también de nacionalidad peruana, residía en el Acceso Sudeste y Bahía Blanca, en Wilde, y que, durante el 29 de agosto, el extranjero había estado acompañado por la muchacha, en un restaurante, instalado en la zona porteña de Abasto. Cámaras de vigilancia captaron a la joven mientras subía a un taxi, que la condujo hasta su domicilio, en la esquina de avenida Independencia y Saavedra, justo en el límite entre los barrios capitalinos de Balvanera y San Cristóbal. Los pesquisas de la Bonaerense, apoyados por los funcionarios de la División Homicidios de la Policía de la Ciudad, allanaron la mencionada vivienda, aunque no encontraron en aquellos momentos a la sospechosa.
La secuencia del homicidio se desarrolló de la siguiente manera: Quispe Alvarez, de 40 años, y la joven arribaron, a bordo de un remise VW Gol, al hotel alojamiento, donde el sujeto pagó 26.000 pesos por una habitación. Al salir del inmueble, apareció un sicario, quien bajó de un Renault 9 y que le efectuó a la víctima trece disparos, con una pistola nueve milímetros.
Quispe Alvarez murió en el acto al recibir siete impactos de bala. Los peritos determinaron que el occiso presentaba cinco heridas en la cabeza, otra en la espalda y una séptima en el tórax. En sus bolsillos, los uniformados hallaron la suma de 60.000 pesos.
La mujer, que habría “entregado” a la víctima, escapó en el Renault 9 (el cual era guiado por otro individuo), mientras que el sicario fugó en el asiento trasero de una motocicleta Honda Titán, que era manejada por un tercer hombre.
Santoro resolvería solicitar la ayuda de personal de Interpol, para certificar antecedentes penales en territorio peruano de estos sospechosos, que estarían relacionados al narcotráfico.
Por F.V.
