¿Por qué la Navidad se celebra el 25 de diciembre?
ACTUALIDAD. La verdadera historia de un día muy especial.
Por Profesor Antonio Las Heras (*)
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El 25 de diciembre de cada año se celebra en gran parte del mundo la Navidad, una festividad religiosa que representa la “Natividad del Señor”, es decir, la fecha en que se conmemora el nacimiento del Maestro Jesús.
Empero, en verdad, éste no fue el día en que ocurrió su nacimiento, desconociéndose hasta el presente la fecha precisa del sublime acontecimiento. La Iglesia de los primeros siglos aceptaba sin rodeos desconocer dicha fecha, incluso el año; y algunos pontífices llegaron a castigar con pena de excomunión a quienes se hubieron atrevido a proponer alguna.
Sin embargo, siempre hay un porqué para que se decidan las cosas... Hay hechos que aseguran la imposibilidad de que Jesús naciera recién iniciado el invierno en el Hemisferio Norte. El frío de aquellas zonas no permitía que hubiese pastores cuidando a sus rebaños durante las noches, ni que algún niño naciera en un pesebre, como se desprende de lo escrito por Lucas en su Evangelio. Todos hubieran muerto congelados.
Dados tales datos, lo más probable es que Jesús naciera entre marzo y junio; esto es: en la primavera boreal. La elección del 25 de diciembre la estipuló oficialmente el Papa Liberio en el año 354 para hacerla coincidir con el inicio de las tradicionales celebraciones paganas del Solsticio de Invierno; aquellas mismas que los romanos durante sus décadas del imperio supieron denominar del Sol Invicto.
Otras consideraciones
Tampoco el año cero del calendario que se utiliza en el mundo occidental coincide con el del Nacimiento. Error de Dionisio el Pequeño, también llamado “el Exiguo”, un monje del siglo VI quien, según los especialistas en el tema, equivocó sus cálculos en, aproximadamente, siete años al datar el reinado de Herodes I el Grande, por lo que dedujo que Jesús hubo nacido en el año 753 desde la fundación de Roma.
Lo cierto es que Jesús habría nacido siete años antes de la fecha propuesta por Dionisio, el Exiguo, pero que, no obstante, mantenemos hasta la actualidad. Lo que debemos destacar es que la elección del día de nacimiento no fue para nada casual. El emperador Constantino aconsejó durante su gobierno a los cristianos de entonces la fecha del 25 de diciembre porque coincidía con la gran fiesta pagana dedicada al Sol.
En aquella Roma imperial se celebraba el “dies natalis Solis invicti”, que traducido era “día del nacimiento del Sol invicto”, que representaba la victoria de la luz sobre la noche más larga del año, en clara alusión al Solsticio de Invierno. Esta explicación se basa en que la liturgia de la Navidad y los cristianos de la época establecían un paralelismo entre el nacimiento de Jesús y algunas expresiones bíblicas referentes a él, tales como “sol de justicia” (Mateo 4, 2) y “luz del mundo” (Juan 1, 4).
La fecha es tan trascendente que alcanza para citar que el hecho de que prácticamente a todos “los grandes maestros de la Humanidad” se les atribuye haber nacido de una madre virgen y un 25 de diciembre. Así tenemos nacidos el 25 de diciembre a Atis, de la virgen Nana; Buda, de la virgen Maya; Horus, de la virgen Isis (en un pesebre y una cueva); Krishna, de la Virgen Devaki; Zoroastro, también de una virgen; y Mitra (la figura más relevante en cuanto a culto de esa época) de una virgen, en una cueva, siendo visitado por pastores que le llevaron regalos.
Esto, entre muchas otras similitudes más que coinciden con diferentes períodos de la vida atribuida a Jesús. Demasiadas coincidencias, ¿no?
TODO SE CUADRA... SOLSTICIO DE INVIERNO EN EL HEMISFERIO NORTE, LA CLAVE
Hay algunos datos más llamativos que resaltar, sobre esta elección tan significativa, porque gran parte del mundo tiene motivos como para conmemorar algo.
Es que la elección de la llegada del Solsticio de Invierno en el hemisferio boreal, que paralelamente corresponde al Solsticio de Verano del hemisferio sur, ha sido de tanta trascendencia para las distintas culturas, religiones y tradiciones de etapas tan trascendentes en la historia de la humanidad, que resulta suficiente destacar el hecho de que prácticamente a todos grandes profetas se les atribuye haber nacido de una madre que era virgen y un día que llamativamente es el 25 de diciembre.
El cristianismo de aquella época estaba en franca “competencia” con los tradicionales ritos paganos, que estaban evidentemente muy arraigados en la población; especialmente con los que se efectuaban durante el 24 y 25 de diciembre en honor a Dionisios (divinidad del vino, la fecundidad y la muerte); al nacimiento de Eón en Alejandría; a Osiris y, según la leyenda, también en esa fecha las aguas del río Nilo poseían el poder de curación otorgado por los dioses.
(*) Doctor en Psicología Social, filósofo y escritor. Magister en Psicoanálisis. Pte. Asoc. Arg. Parapsicología y de la Asoc. Junguiana Argentina