Por Marco Bustamante

Primero quiero contarles que Juan es un gaucho, porque es eso, como los de antes, con boina, botas y porte de hombre de campo. Con la piel curtida por las intensas heladas y los vientos rapidos del sur de Santa Fe. Un gaucho que nació en un sulky en Los Conquistadores, provincia de Entre Rios, no creo que encuentren algo más gaucho que eso. Dicen los que recuerdan el episodio, que este hombre macanudazo nació de pie y que la abuela habría dicho: “va a ser largo”. No estaba equivocada la señora, el porte de Juan impresiona, y hasta parece que él solo pudiera hacerle frente a cualquier bestia salvaje del monte. Sin embargo, toda esa dureza superficial, esconde una personalidad dulce, amable, bondadoso y humano.

Era una mañana fría y cargada de niebla del 6 de septiembre de 1978 en Venado Tuerto, provincia de Santa Fe. A eso de las 7, Juan Oscar Pérez, con 12 años, se disponía a buscar una tropilla de caballos como lo hacía habitualmente. Había tomado unos mates con su padre y trataba de escuchar entre el manto blanco el cencerro de la yegua guía de la tropa. Era como jugar a las escondidas, a ciegas, en su caballo “cometa”.

Después de alejarse unos 700 metros de su casa, Juan distinguió entre la niebla un cuadrado luminoso, algo que pensó, podía ser una casilla de tractoreo. En ese instante, el caballo se puso nervioso, aquello que estaba viendo lo inquietaba y retrocedía. El pequeño logró tranquilizarlo y de a poco se acercó a lo que finalmente terminó siendo una puerta.

Entre la baja nube, apareció la figura difusa de algo como un sombrero metálico, un aparato que flotaba a un metro del suelo, del que salía una escalerilla. Juan se bajó de Cometa, ató el caballo a un escalón y subió a la nave. En su interior vio consolas de mando, y a dos seres, que parecían ajenos a su presencia.

Uno de estos seres era alto, tenía un traje brillante y ajustado al cuerpo. Ocultaba sus manos con unos guantes que le llegaban a la altura del codo. De una máscara que cubría su cabeza, salía un tubo. El otro ser, más pequeño y de apariencia robótica, se movía de un lado al otro y parecía estar en una mesa manipulando u operando carne de res.

En un momento, el joven decidió bajarse, liberó el caballo y volvió a su casa para contarle a su padre lo que había ocurrido. Lo demás es historia. Documentales, películas y programas de televisión basados en la experiencia de este gaucho de Venado Tuerto, que por un rato, visitó un OVNI.

La impactante experiencia con extraterrestres de Juan Oscar Pérez