El misterio de "La Salamanca", la cueva donde habita el diablo
La leyenda cuenta que las personas que acuden allí están dispuestas a pactar con el Mal para, a cambio, obtener los dones anhelados.
Por Antonio Las Heras
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La Salamanca es una cueva, usualmente al pie de los cerros, a la que sólo pueden acceder quienes vencen los miedos de la oscuridad y lo desconocido. En las entrañas del monte habita el Diablo. El aspirante, tras decir qué es lo quiere obtener, debe pasar una serie de pruebas a las que Lucifer lo somete, algunas humillantes, frente a otros que ya las atravesaron, confirmando que está dispuesto a una entrega absoluta al Mal. Seguidamente firma un pacto usando su propia sangre. Recién entonces obtiene los dones anhelados.
Malo, ante todo
Debe entenderse que la Salamanca hace referencia a lo que está fuera de la comunidad, a aquello que es malo en sí mismo, aunque pueda brindar beneficios. Por eso el imaginario popular la describe como un socavón o cueva profunda que, siempre, se encuentra lejos, en las afueras del pueblo; en algún sitio inhóspito. La tradición afirma que a la Salamanca acuden aquellas personas dispuestas a pactar con el Mal. Allí suceden celebraciones en torno al demonio personificado en el "macho cabrío": una cabra con rasgos y actitudes humanas. Comen, beben, bailan, cantan y se entregan a todos los deseos de Satán hasta el amanecer.
Maldito pacto
Una vez realizado el pacto, pueden regresar cuantas veces lo necesiten. Inclusive para pedir al demonio que perjudique a competidores, oponentes y enemigos. Solamente las personas de una intensa fe en las fuerzas de la Luz pueden pasar frente a la entrada a la Salamanca y no ser tentadas.
La leyenda afirma que como Satán conoce los deseos más profundos y ocultos de estos circunstanciales viajeros, se los hace sentir como invitación a entrar. La leyenda es tomada en muchas regiones de la Argentina, en la que permanece como figura central el "demonio", sus ruidosas y escalofriantes reuniones, gritos y cantos casi incomprensibles para quienes han pasado por el lugar. Son numerosos los testimonios de hombres, niños y mujeres que dicen haberlas oído.
Frenéticas danzas
Los expertos afirman que en esas ocultas ceremonias los participantes danzan con movimientos de gran elasticidad culminando con silbidos que se expanden de forma aguda hasta el fondo de la cueva, en donde parecieran habitar o al menos pasar largas horas. Para los lugareños, estos lugares son considerados como sitios por los que debe evitarse pasar de cualquier manera.
Generalmente el fenómeno ocurre durante la siesta. En la mayoría de nuestras provincias el tiempo después del mediodía posee un valor destacado por ser de descanso tras el trabajo, para retornar a él con mayor disposición. Muchos de quienes se ocupan de tareas rurales regresan a la hora del almuerzo a sus casas, el calor durante los intensos veranos es otro de los motivos que provocan este momento de inactividad que suele durar de dos a tres horas aproximadamente. Se trata de un momento, aunque breve, donde se sienten intensamente la desolación y el vacío. Todo lo cual ha dado lugar a que muchas de las leyendas que refieren a apariciones suelen ubicarse en la siesta o al atardecer.