El enigmático acto del sokushinbutsu y la automomificación
En la antigüedad, algunos monjes budistas se automomificaban luego de alcanzar un alto grado de conocimientos, con el objetivo de iniciar la elevación de su espíritu. Todo los detalles sobre esta impactante práctica religiosa.
La práctica de momificación ha sido un acto que siempre estuvo presente desde que lo recuerda la humanidad, pero fue variando a medida de los años, así como también de regiones, países, culturas y religiones. Lo más llamativo de entre tantas técnicas, fue que monjes budistas se comenzaban a momificar cuando aún se encontraban vivos, es decir que comenzaban a secar su cuerpo antes de fallecer. Un acto que, para nuestra actual forma de pensar e idiosincrasia, eso resulte decididamente impensable. Hablaremos del Sokushinbutsu.
¿Qué es el sokushinbutsu?
Este término significa que se conseguía la budeidad en vida, es decir, convertirse en un buda viviente. Los budistas Sangó, que eran quienes hacían esta práctica, pensaban que, tarde o temprano, los monjes momificados saldrían de ese estado de letargo que se encontraban. En principio, estas personas creían que no estaban muertos, sino que se encontraban en un estado de trance profundo. Además, pensaban que tras salir de ese estado en el que se encontraban en el cuál podrían estar millones de años, conducirán a millones de personas hasta el Nirvana, lugar en donde no existen los deseos ni el sufrimiento. Este proceso lo veían como un acto de salvación para la humanidad. La creencia shingon del budismo fue fundada por un monje llamado Kukai, conocido tras su muerte como Kobo Daishi, en el siglo VIII de nuestra era. Los monjes de esta vertiente -que tomaba elementos del sintoísmo y el taoísmo- eran conocidos como ascetas de la montaña, o yamabushi, y practicaban técnicas extremas de preparación física y mental.
Con este proceso, como sucedería más tarde con los más de 100 monjes de esta rama del budismo que intentarían convertirse en momias, Kukai fue enterrado vivo, por su voluntad, en una cueva que sus discípulos sellaron, en algún lugar del monte Koya, en el sur de Japón, en el año 835.
Acto suicida
Esta práctica consistía en una especie de ritual suicida, en el cual un monje budista que lo llevaba a cabo personalmente, seguía un largo proceso que podían llegar a durar varios años, hasta que finalmente, como resultado la persona se terminaba convirtiendo en una momia. Los pasos que se llevaban adelante para lograr la automomificación eran varios. En primer lugar, los monjes budistas dejaban de consumir comida, y comenzaban a ingerir alimentos vegetales que se encontraban en la montaña, como: semillas, frutas, frutos secos o raíces, hasta ingerían la corteza de los árboles en algunos casos.
Con este primer proceso, el cuerpo de los monjes perdía toda la grasa y los músculos que tenían. Es así que quedaban en lo que se dice "en huesos". Aproximadamente tres años después de seguir esta dieta, aunque el tiempo se extendió hasta ocho años en algunos casos, los monjes ya se encontraban preparados para realizar un segundo proceso para auto momificarse. Una vez superado, lo monjes dejaban de consumir alimentos, y solamente podían beber muy poca agua, solo lo justo para poder así sobrevivir un poco más. Además, podían consumir una infusión de té, elaborada con una planta muy venenosa, conocida como "toxicodendron" que les provocaba intensos vómitos y le ayudaba así a momificar su cuerpo.
¿Qué pasaba?
Al intoxicar el cuerpo, evitaba la proliferación de bacterias. Y la fase final, era cuándo el monje sentía que había llegado la hora, es decir que sentía que estaba a punto de morir. En aquel momento, ese hombre le pedía a los demás que se encontraban en el templo que lo llevaran a una cámara subterránea en el que era colocado en posición de loto y era enterrado cuando aún mantenía signos vitales. Ergo, cuando aún estaba con vida. En este paso, el monje quedaba totalmente a oscuras y varios metros debajo de la superficie y solo se encontraba conectado de forma directa con una caña de bambú. La caña iba desde la cámara subterránea hasta el exterior, y el objetivo era que ingresara aire a aquellas cámara y así poder seguir recibiendo aire para vivir. Los monjes eran enterrados con una pequeña campana que tenía quehacer sonar todos los días, como forma de aviso para los demás monjes, y así saber que continuaba vivo. De esta forma, cuando los monjes del exterior dejaban de escuchar este lacónico sonido, sabían que había fallecido y por lo tanto, retirar la caña de bambú y tapar el pequeño orificio al exterior. Con lo cual ese cuerpo semi momificado ya quedaba allí para su reposo final.
Proceso en continuado
Exactamente mil días después del fallecimiento, los monjes lo desenterraban para ver si su esfuerzo había dado frutos, es decir si finalmente había logrado convertirse en una momia. Si el cuerpo del monje había conseguido la momificación de su cuerpo, era trasladado a un lugar importantísimo en el templo, donde era venerado desde entonces hasta la eternidad. En tanto, aquellos que no conseguían convertirse en una momia, es decir que el cuerpo se descomponía, lo que se hacía era trasladarlo a un cementerio en el que se realizaba un ritual, pero tarde o temprano quedaba relegado al olvido.
¿Cuál era el objetivo?
El objetivo principal de este proceso en perder la vida para momificarse, era el de convertirse en un Buda. Un Buda era una persona que había conseguido el nivel de iluminación espiritual máximo. Se trataba de un monje que tras haber estado meditando prácticamente toda su vida y de haber sido un auténtico erudito y un maestro para el resto de sus pares, alcanzaba un nivel de libertad en todos los sentidos, que le permitía trascender más allá de la propia muerte.
La momificación más conocida
La momificación más conocida es la que se realizaba en el antiguo Egipto, pero a diferencia de lo que realizaban en la religión budista, estos esperaban al fallecimiento de la persona para realizar todo el proceso necesario.
Cómo era el proceso. Los primeros testimonios de este procedimiento artificial para lograr la conservación del cuerpo humano se remontan a la época tinita, denominada así porque la capital de Egipto se encontraba en la ciudad sureña de Tinis. En este período casi primitivo, encontramos los primeros cuerpos envueltos en vendas o sudarios tratados antes por medio de natrón o resinas. El natrón (carbonato sódico hidratado) consiste en una solución salina natural muy abundante en algunas partes de Egipto como Wadi Natrún, a oeste del Delta, ymomificacion02_nacho-ares que fue empleado durante toda la historia de Egipto para la momificación.sario.
A este estadio primitivo le sucedió uno más perfeccionado ya en los albores del Imperio Antiguo (ca. 2800-2450 a. C.), en donde el cuerpo ya es tratado de una manera especial, al realizarse en la zona abdominal izquierda del difunto una incisión de un tercio de codo egipcio de longitud (poco más de 17 centímetros). A través de esta abertura se extraían las vísceras. Aún así el proceso era bastante precario, circunstancia que no se logró superar hasta prácticamente el Imperio Nuevo, casi 1.000 años después.
Después de ser lavado de forma minuciosa, el primer paso de la momificación propiamente dicha era la extracción del cerebro, que pacientemente, era sacado por medio de un gancho que se introducía a través de las fosas nasales. Seguidamente, por la mencionada incisión abdominal se extraían las vísceras que, momificadas por separado, eran colocadas en cuatro vasos de piedra. Cada uno de estos vasos estaba protegido mágicamente por uno de los cuatro hijos del dios halcón Horus. A partir de bien avanzada la dinastía XVIII los cuatro vasos pasan de tener una simple cabeza humana a ser decorados con las cabezas de los hijos de Horus. De esta manera, Hapy, con cabeza de babuino, protegía los pulmones; Duamutef, un chacal, se encargaba del estómago; Imset, con cabeza humana, cuidaba del hígado; y, finalmente, Qebehsenuef, con cabeza de halcón, protegía los intestinos.
Las vísceras
Por otra parte, las vísceras eran guardadas y reservadas junto al cuerpo a diferencia de loas momificaciones de los budistas que se preservaban en el mismo cuerpo en todo el proceso, ya que buscaban la muerte ellos mismos.
Una vez vaciado el cuerpo, a excepción de los riñones y del corazón que solían dejarse en su lugar, el cuerpo se bañaba con diferentes aceites y aromas. Al no existir ninguna clase de texto que lo explique, desconocemos la razón de por qué algunas vísceras permanecían en el interior del cuerpo. Sin embargo, la presencia del corazón podría estar relacionada con la creencia muy extendida entre los antiguos egipcios de que este órgano servía como centro de los sentimientos y del conocimiento, por lo que sería necesario su empleo en el Más Allá.