Salí de ahí, Iron Mike
Mike Tyson perdió ante Jake Paul (31 años menor que él) en una pelea que paralizó al mundo del boxeo. Fue transmitido por Netflix.
El paso del tiempo es duro, cruel, extremadamente perverso. Lo vivimos a diario cuando nos ponemos a prueba en simples quehaceres y no tenemos la habilidad y movilidad de otrora. Con los deportistas pasa exactamente lo mismo, por más que mantengan su romance con el gimnasio. Y si se proponen mostrar grageas de aquello que tuvieron en su época de esplendor y que los convirtió en consagrados, terminan recibiendo un baño tremendo de realidad. Inexorable y, por lo general, preocupante.
La vuelta de Mike Tyson a un cuadrilátero después de dos décadas representó una de las grandes novedades del deporte en el año; para nosotros, a la altura de la llegada de Franco Colapinto a la Fórmula 1. Para el mundo, tal vez se haya tratado de lo más importante.
Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio. Duele en el alma este Tyson. Da bronca que un tipo que destruyó bestias del ring termine a merced de un... youtuber. Un chico rico que no debe elevar su vara porque a la primera que le pongan un rival más o menos interesante, le enseñarán a contar hasta diez tirado en la lona.
Iron Mike no debió tomar esta pelea, aunque lo peor va para su entorno y la Comisión de Boxeo de Texas: debieran estar todos presos por poner en riesgo la integridad física de un hombre de 58 años que nunca debió combatir con uno 31 años menor, por más limitado que sea. También es culpa nuestra que nos ponemos el traje de "aprovechadores" y, aguantamos hasta las 2 de la mañana en Netflix pretendiendo ver al niño malo con cara de asesino e instinto animal que supo ser.
Jake Paul, que lo venció por puntos en decisión unánime al cabo de los ocho rounds a dos minutos cada uno, reconoció que le tuvo piedad. Sí, un youtuber le dijo al mundo que no quiso noquear a una leyenda. Y la verdad... tiene razón. Tal vez hubiera sido mejor que lo pusiera fuera de combate para que Mike entienda que esto es "el dolor de ya no ser". Y levantarse para colgar definitivamente los guantes porque, si lo hace una vez más, puede no contarla.