Por La Chica Urbana

@ChicaCronica

Capítulo 23

Desde que comenzó el ASPO,  Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio, ahora el DISPO, Distanciamiento Social, Preventivo y Obligatorio, por la pandemia del coronavirus,  también se dio el MASPO: Mascotamiento Social, Posesivo y Obligatorio. No importa si es perro, gato o canario, igual los tenés prendidos al cuerpo como si fueran garrapatas.

De moverte la cola desesperados al verte llegar de un largo día de trabajo, a estar acostumbrados a verte la cara todo el día todos los días. Y así nomás, todo el tiempo de entrecasa. Se acostumbraron mal, y eso va a ser un problema para después, te lo aseguro.  . 

Te levantás y están ahí, trabajás y están ahí, cocinás y están ahí, vas al baño y están ahí, salís al balcón y están ahí, mirás tele y están ahí, te vas a dormir y están ahí. Nunca te sentiste tan observado y de tan cerca. ¡Qué difícil va a ser así volver a la normalidad!

Te cansaste de limpiar sus meos por el camino que va de la cocina al balcón mientras no se podía sacarlos a pasear pero ahora no vas a poder trabajar si no lo tenés dormido sobre tu falda.

¡El tiempo que pasamos con las mascotas fueron lo mejor de esta cuarentena! Hasta las ratas que caminan muy panchas por las terrazas y las calles de la Ciudad se hicieron tus amigas y te visitaron para que el aislamiento no sea tan aislamiento. 

Los animales comenzaron a ocupar los espacios que la humanidad dejó vacíos por la cuarentena y hasta hubo lugares donde se avistaron bichos que ni sabíamos que existían. Las visitas se habían hecho evidentes y los avistajes virales. Cada bicho que caminaba era compartido en tus redes para mostrar que estabas acompañado.

¡Qué lindo fue compartir con ellos este mundo mientras duró! Mientras duró sin nosotros, atrincherados, porque a nosotros sí nos afecta el virus.

Hasta hubo un boom de adopción de mascotas. Hicieron de niñeros y juguetes para tus hijos y hasta de sapos tragamonedas para tu tío aburrido que vive en el campo.

Ya eran los dueños de la casa pero después de esto se apoderaron de tu cama, de tu comida y hasta de tus reuniones por Zoom. Ladrando o paseando arriba de tu escritorio y frente a la cámara. Ellos son los amos y señores. No olvidemos que en el último tiempo hasta consiguieron restaurantes especiales para ellos y otros tantos otros bares ponen un platito con agua en la vereda.

Si nuestra mascota hablara, primero nos moriríamos del susto pero después seguramente descubriríamos desde la mirada de un otro, cómo vivimos estos casi nueve meses de cuarentena. Ahí sí que estaríamos en problemas… ¿No?

Con virus y sin virus ellos siempre están ahí, pero el que no está, por lo general, sos vos. Vos en ese mundo de afuera que nada tiene que ver con ese mundo que tu mascota ve adentro. ¡Sería más que revelador!

Duermen a tu lado con una tranquilidad envidiable. Ellos son la calma, tu calma.

Qué difícil va a ser volver a ese mundo ruidoso, veloz, a veces vacío, individual, sesgado, cruel,  y alejarse de esa calma.

La emocionante historia de un niño y su perro

C.U