La expresión “el huevo de la serpiente” se hizo popular desde finales de la década de los 70 y proviene del título de la película de Ingmar Bergman que se estrenó en 1977. El film, que transcurre en los años 20 en Berlín, describe el proceso político y social que condujo a la destrucción de la democracia alemana y al ascenso del nazismo.

El doctor Vergerus, uno de los protagonistas del film, advierte: “Cualquiera puede ver el futuro, es como un huevo de serpiente. A través de la fina membrana se puede distinguir un reptil ya formado”. Todos podían ser capaz de ver lo que estaba ocurriendo, pero no se preveían las consecuencias finales.

Como a través de la cáscara transparente del huevo de una serpiente, se pueden observar acontecimientos políticos que terminan en una tragedia. Para peor, en algunos casos tragedias ya vividas.
El cartel que acompaña esta nota pertenece a la campaña del partido de ultraderecha Alternativa para Alemania, que logró un triunfo inédito en las elecciones regionales de Turingia y Sajonia, con más del 33 por ciento de los votos. Un resultado sin precedentes desde la posguerra y la derrota del nazismo en Europa.

Un hombre y una mujer cubren con sus brazos, haciendo una especie de techo, a tres pequeños. Todos rubios, blancos, ojos claros, bien arios todos ellos. “Wir schutzen eure kinder” (protegemos a tus hijos), dice el cartel. El hombre, inequívocamente, hace el saludo nazi.

Alternativa para Alemania es un partido que raya con el nazismo. Es poco probable que forme una mayoría para gobernar, ya que en estas circunstancias los demás partidos forman un “cordón sanitario” ante la ultraderecha. Pero más de un tercio de la población de esas regiones alemanas lo han votado.

Fueron seducidos por su discurso radical contra inmigración, el sellado de las fronteras y su negativa a seguir ayudando a Ucrania en la guerra con Rusia. Una situación en la que cada vez más ciudadanos se muestran de acuerdo con que gobierne un líder fuerte que no se preocupe ni por el parlamento ni las elecciones. Son las generaciones más jóvenes las que apuestan a un “hombre fuerte” en el poder.

La ultraderecha se está haciendo fuerte en Europa. Hungría, Austria, Italia, España y algunos países escandinavos viven este crecimiento. En las elecciones para el Parlamento Europeo de junio último, lograron más del 20 por ciento de los votos. En los años 60, solo eran el 5 por ciento.

Estos partidos tienen enemigos comunes que los aglutinan, así como el recorte de derechos de las minorías. También el miedo a la contaminación cultural, que los nazis veían en los judíos, y hoy en los musulmanes y en los inmigrantes africanos. Otro rasgo de este discurso es el ataque al feminismo y a los homosexuales.

Que en un país que vio crecer y tomar el poder a Adolf Hitler -en términos históricos, hace muy poco tiempo-, que vivió la tragedia de la guerra y del holocausto, gane un partido filonazi es una señal de alarma que debe sonar en todo el mundo.

Hay muchos preocupados, pero parecen ser más los que miran hacia otro lado.

El cartel que acompaña esta nota es una suerte de huevo de la serpiente. Su mensaje, su simbolismo es transparente. En la primera mitad del siglo pasado se dejó nacer y crecer a esa serpiente. Costó millones de vidas. Se está a tiempo de frenar la pesadilla.