Como parte de la Selección Oficial, fuera de competencia, el gran Pedro Almodóvar presentó en carácter de premier mundial su cortometraje Extraña forma de vida.

En poco más de media hora el director de Mujeres al borde de un ataque de nervios y Matador se mete, a su manera, por vez primera con este género seminal del cine. ¿En un género tan masculino cómo es que no hay más historias de deseo entre hombres? Y se contesta con una deriva que se separa tanto del vintage como del homenaje. 

Los personajes interpretados por Ethan Hawke y Pedro Pascal, se encuentran, ya en sus cincuenta años y recuerdan (y reviven) la pasión que vivieron 25 años antes. Pero ambos tiene otras intenciones: uno ahora es sheriff y el otro es el padre de un joven perseguido por la ley.

No cabe avanzar en la historia. Sí decir que Almodóvar puede respetar e inventar los géneros que aborda. Hacerlos suyos, contaminarlos con su mirada (aún cuando, desde lo formal, se controla mucho de excederse en los anacronismos; renuncia incluso bastante a su habitual paleta de colores). 

Más historia de pasión y deseo (de amor, quizás) que de sexo, el director en la charla pública posterior dijo estar cansado de las escenas explícitas. Más sutil y sugerente, como en el Hollywood clásico, Almodóvar maneja a la perfección la tensión del erotismo.

De la charla participó Ethan Hawke, que fue muy terminante: trabajar con un maestro es lo mejor que le puede pasar a un actor.

Almodóvar, aquejado por constantes migrañas, se muestra relativamente poco en público. Pero la sala llena (entradas agotadas, el público esperó más de una hora bajo la lluvia para entrar) operó como perfecto analgésico e inyección de entusiasmo. Autor único y personal, mientras la industria empuja a los realizadores hacia las series, él presenta con orgullo este anómalo cortometraje. Fuera de serie, como todo en el universo Almodóvar.