Suele decirse que cuando los investigadores dicen “no descartamos nada” es que no tienen “nada”. O al menos ninguna pista firme. Y eso es lo que parece pasar en la búsqueda de Guadalupe.

Claro que se investigan todas las posibilidades que se denuncian. Cuando una búsqueda se hace masiva tiene sus pro y su contras. Por supuesto que el beneficio es mayor, es imprescindible que la foto de Guadalupe siga en todos los lugares posibles y quien crea verla llame enseguida.

Pero aunque parezca increíble hay delincuentes listos para aprovecharse de la situación, que es lo que parece haber pasado con el chat recibido de un teléfono mexicano, que fue chequeado por Interpol y se descubrió que en un chip desde donde se cometen estafas.

Los investigadores siguieron todos los protocolos. Se investigó el entorno familiar, que es de rigor en estos casos, pero también hubo denuncias cruzadas entre las familias de los padres que están separados.

La madre está segura de haber escuchado la voz de su hija en un llamado telefónico, pero los investigadores esperan los resultados de las pericias. No porque desconfíen de lo que dice la madre. Lo que pasa es que en su estado de desesperación puede parecerle que es su hija como pasa en los secuestros virtuales donde los padres no dudan que son sus hijos a los que tienen prisioneros.

Por suerte dieron negativo, decimos por suerte porque en esos lugares se la hubiese encontrado muerta, los cientos de rastrillajes en descampados e incluso un dique fue vaciado.

Desde el Ministerio de Seguridad Nacional mandaron gendarmes a colaborar con la investigación y ya su imagen está en Interpol.

Uno de los grandes ministerios es quién es esa mujer con que la primita de 3 años vio irse a Guadalupe. Sus padres aseguran que no se iría con una desconocida jamás.

Esta la posibilidad de la red de trata, del rapto, del ajuste de cuenta. Lo único que se descarta es que este perdida, para eso ya pasaron demasiados días.