Por José Narosky

“Las oportunidades suelen rozarnos. Pero nos corresponde retenerlas”. Hay circunstancias en la vida de las personas en que un sólo resplandor ilumina una existencia. Ese resplandor iluminó la vida de un músico español nacido en Barcelona, la capital de Cataluña, en 1765.

Su nombre: Blas Parera. Un desaire amoroso lo hizo dejar su tierra y dirigirse a la Argentina. Corría el año 1797. Tenía 32 años. Buscaba empleo como músico y logró incorporarse como organista de la Catedral Metropolitana.

En España había creado como compositor, marchas militares, tonadillas y canciones, que no tuvieron mayor repercusión. Y llego el año 1806. Nuestro territorio soportab. la Primera Invasión Inglesa.


Con sus 41 años se ofreció como voluntario en la lucha contra el invasor inglés. Finalizada la contienda volvió a su tarea de organista en la Catedral. A la vez, daba clases de piano y ofrecía algún recital.

Su nombre estaba destinado a quedar en el olvido. Pero una circunstancia casual lo impidió. En una ocasión, finalizada su tarea diaria en la Catedral, ya se retiraba cuando en un banco de la misma Blas Parera encontró una billetera. La abrió.

Contenía una importante suma de dinero y varias tarjetas con un mismo nombre: Vicente Lopez y Planes. Y una dirección. Hombre honesto, se dirigió presuroso al domicilio que figuraba en la tarjeta.

Lo recibió el abogado, que resultó un joven de 22 años. Parera, era 20 años mayor. El abogado le ofreció al músico de humilde condición, una recompensa en dinero. Este la rechazó diciendo“Mi recompensa es la felicidad que noto en su rostro”

Este hecho anudó de inmediato  un vínculo espiritual entre ambos. Cuando pocos años después, un 25 de mayo de 1812, Vicente López y Planes, el abogado que también era poeta, en la penumbra de un teatro comenzó a escribir la letra de lo que sería nuestro actual Himno Nacional, sólo pensó para ponerle música en el compositor catalán con el qu. ya se veía frecuentemente.

A la semana, Parera entregaba las notas para la “Marcha Patriótica de las Provincias Unidas”, primera denominación de nuestro Himno Nacional Argentino. "¿Hay aquí algún piano?", pregunto. Y allí mismo ejecutó por primera vez. los compases del futuro Himno Nacional Argentino.

Vicente López y Planes exclamó entonces emocionado: "¡Lo felicito. No podría haber creado música má. adecuada!”.

Meses después, en noviembre de 1812, el Primer Triunvirato, que había reemplazado a la Junta Grande, la autorizó como Marcha Patriótica Oficial. Pocos años después, en 1818, Parera volvió a España para alejarse de la mujer con la que se había casado en esta tierra.

Pero tampoco tuvo paz espiritual, en su patria de origen. No le perdonaron que compusiera el himno de un país que estaba en guerra con España.

La ingratitud que suele manifestarse con agravios, con silencios y hasta con olvidos, le tocó también en nuestro paí. a Blas Parera. Hoy su apellido figura en una muy corta calle porteña de sólo 200 metros de extensión. se me ocurre, que quizá como compensación, está ubicada en la Recoleta.

No creo que se le haya levantado alguna estatua en su honor. Tampoco la tiene José Hernández. Pero, ¿es acaso más importante tener una estatua que permanecer en el sentimiento de la gente a casi 2 siglos de su creación?.

Me inclino por esta última apreciación. Y un aforismo final para Blas Parera, quien murió en su ciudad natal un 7 de enero de 1840, cuando tenía 75 años. “El tiempo pasa para todos. Pero los grandes de la música, se incorporan al tiempo”.

Por J.N.