Se convirtió en una de las ganadoras más jóvenes de la Quiniela, pero arruinó su vida por decisiones terribles: "Me explotaron por mi edad"
A los 16 años, Callie Rogers ganó el premio mayor de la lotería, pero su mala gestión financiera la llevó a la bancarrota. Ahora, revela cómo malgastó su dinero y qué aprendió de su experiencia.
Ganar la Quiniela es el sueño de muchos, una oportunidad para alcanzar estabilidad financiera y cambiar de vida. Sin embargo, lo que pocos cuentan es lo difícil que puede ser gestionar esa fortuna, algo en lo que le fue mal a una de las ganadoras más jóvenes de la lotería, quien, por tomar una serie de malas decisiones, vivir de manera frenética y caer en excesos, terminó perdiéndolo todo.
En 2003, Callie Rogers decidió probar suerte y compró un boleto de la Lotería Nacional semanal, probablemente sin muchas expectativas de ganar el premio mayor, valorado en 1.8 millones de libras (que ascenderían a 2.302.200.000 de pesos argentinos actualmente). Sin embargo, la suerte estuvo de su lado.
A los 16 años, se convirtió en la ganadora más joven de la lotería en Gran Bretaña. Pasó de trabajar como dependienta en una tienda, donde ganaba apenas 3,6 libras por hora, a convertirse en millonaria de la noche a la mañana.
A pesar de las recomendaciones sobre cómo manejar su dinero, Callie comenzó a gastar de manera impulsiva en grandes lujos: compró casas para ella y su familia, se dio viajes, ropa de marca y, en una búsqueda de belleza y perfección, se sometió a tres operaciones de pecho por un total de 18.000 libras.
También se entregó al exceso de fiestas y adquirió coches de lujo, mientras su adicción a la cocaína crecía. “Tienes solo 16 años y tienes toda esa responsabilidad. A esa edad puedes recibir los mejores consejos, pero no estás en condiciones de escucharlos”, reflexiona Rogers, quien actualmente tiene 37 años.
Cómo la victoria en la Quiniela cambió la vida de Callie Rogers y la llevó a la depresión
Cuando Callie ganó el premio mayor a los 16 años, el dinero que pasó a tener fue más de lo que su joven mente pudo manejar. A pesar de las continuas advertencias, la adolescente comenzó a regalar grandes sumas de dinero a familiares y amigos. “La gente me pedía dinero para comprar coches nuevos y yo les ayudaba. Era un gesto amable. Le daba dinero a parientes lejanos y amigos de amigos. Nunca lo recuperé”, confiesa.
Esta actitud impulsiva la dejó vulnerable, ya que no sabía quién la rodeaba por su dinero y quién por su verdadera amistad. Con el tiempo, la joven se dio cuenta de que había sido explotada por su edad y la fortuna que había caído en sus manos. “Ahora me doy cuenta de cómo eran. Me explotaron por mi edad. Tuve muchas relaciones falsas”, sostiene Callie, quien todavía lamenta la falta de discernimiento en ese entonces.
Este escenario de relaciones falsas y traiciones la llevó a un profundo sufrimiento emocional. Callie no podía confiar en nadie, ya que no sabía si alguien se acercaba a ella por su dinero o por su persona. Esta confusión le generó una severa depresión y a los 21 años, en medio del dolor, intentó quitarse la vida: “Como no sabía quién me quería por lo que soy y con todo el estrés que eso suponía, solo quería volver a tener una vida normal. Todavía tengo problemas de confianza”.
La vida después de ganar la Quiniela y perderlo todo: así vive actualmente la joven
Tras años de excesos, Callie Rogers se declaró en quiebra en 2021, luego de haber malgastado su fortuna. Este revés financiero la obligó a cambiar su enfoque de vida: pasó de ser una adolescente millonaria a una madre trabajadora. Se dedicó a estudiar asistencia social y consiguió un empleo como cuidadora, con un salario de 12.000 libras al año. Hoy, a sus 37 años, se convirtió en madre de cinco hijos, uno de ellos con parálisis cerebral.
“Mi mayor arrepentimiento es que el dinero no esté aquí para Blake. Le encanta la estimulación sensorial. Si tuviera ese dinero, le regalaría la sala sensorial más grande que pudiera comprar”, comenta, en un claro gesto que refleja cómo cambió su perspectiva: ya no busca lujos, sino que se enfoca en darle lo mejor a sus hijos.
Ahora, la vida de la mujer es mucho más simple. “Al final de mes normalmente hay suficiente para algunos caprichos, pero no podría salir a comprar un coche nuevo mañana. Si quiero unas vacaciones, tengo que ahorrar”, reveló.
Su historia es un claro ejemplo de los peligros de no contar con una buena educación financiera, especialmente cuando se es joven y el dinero “cae del cielo”. Ahora es consciente de la importancia de tener un plan a largo plazo y de gestionar adecuadamente para que al menos pueda permitirse algunos pequeños lujos.