Algunos sostienen que ganar la quiniela, lotería o cualquier elemento que tenga como bandera al azar "cambia la vida de una persona", sin embargo, hay casos en los cuales el final no es de la mejor manera y queda como una trágica anécdota.

Este es el caso de Gerald Muswagon, un canadiense que ganó un jackpot de 9,3 millones de euros (unos 10 millones de dólares) en 1998, vivió una trágica transformación en los años siguientes, culminando en su suicidio siete años después de la gran victoria que marcó su vida.

Tras el premio, la vida de Gerald tomó un rumbo tumultuoso, marcado por gastos extravagantes en autos llamativos, una casa lujosa convertida en centro de fiestas y generosos regalos para amigos. Rumores en su ciudad natal, Winnipeg, sugerían que dilapidó gran parte del dinero en alcohol y drogas, incluso se informó que distribuyó ocho televisores de pantalla grande a sus seres queridos en un solo día.

Mike Muswagon, primo de Gerald, resaltó la falta de orientación y apoyo que recibió durante esos meses críticos después del premio. "No tenía a las personas adecuadas a su alrededor en ese momento, personas que pudieran haberlo guiado", señaló Mike que agregó que "mucha gente le pedía mucho".

Desgracia tras desgracia

A pesar de intentar establecer su propia empresa maderera, Gerald's Logging, la empresa fracasó, llevándolo de vuelta a una vida de fiestas y problemas legales. Un paseo imprudente en su Chevy Silverado resultó en una persecución policial a alta velocidad y una condena de tres meses por conducción temeraria.

Tras la muerte de su esposa, Gerald enfrentó desafíos adicionales, declarándose culpable de cargos de agresión sexual y cumpliendo otra condena de tres meses. La mayoría de sus ganancias en la lotería se agotaron, y tuvo que trabajar para mantener a su nueva pareja y seis hijos, desempeñando labores manuales en una granja local.

Luchando contra la depresión y las consecuencias de sus decisiones, la vida de Gerald dio un giro trágico. Siete años después de ganar el premio, se quitó la vida en el garaje de sus padres. Su abogado, Tim Valgardson, reconoció las dificultades que Gerald enfrentó al ajustarse a la vida después de la repentina riqueza, afirmando: "Desafortunadamente, tuvo un momento muy difícil ajustándose, proveniente de Norway House con muy poca educación".

La historia de Gerald sirve como un recordatorio conmovedor de los desafíos que pueden acompañar a ganancias financieras repentinas, y la importancia de la orientación y el apoyo durante transiciones tan trascendentales.