Un impactante caso generó conmoción en una comunidad educativa. Una maestra jardinera, de 22 años, fue detenida por asesinato de un joven mientras sus alumnos estaban dormían la siesta. Según las autoridades, la mujer cometió el crimen por "motivos personales".

Todo comenzó el pasado 11 de abril cuando la Policía del condado de Santa Clara hallaron el cuerpo de Oliver Waterfall, de 24 años, abandonado al borde de una ruta. Tras el hallazgo, se inició una investigación, la cual pasó a ser por "homicidio" por encontrar orificios de bala en el cuerpo de Waterfall.

“Los detectives fueron llamados a la escena y comenzaron a investigar la muerte como sospechosa. En las últimas dos semanas, los detectives han estado realizando entrevistas y revisando imágenes de vigilancia relacionadas con el caso”, señaló la oficina del Sheriff del condado de Santa Clara.

Por el crimen, fueron detenidos Diana Ornelas, de 22 años, y su amigo Dennis Novoa, de 27 y fueron acusados de "homicidio". "Dennis y Diana eran conocidos del Sr. Waterfall. Se cree que el motivo del homicidio es de naturaleza personal”, especificaron las autoridades locales.

Lo curioso del caso fue la detención de Diana Ornelas en su lugar de trabajo. La joven de 22 años fue arrestada por la Policía cuando se encontraba trabajando en el Centro Infantil de la Comunidad de Stanford (CCSC).

En ese sentido, señalaron que el arresto ocurrió durante la hora de la siesta de los niños con la colaboración del Departamento de Seguridad Pública de la Universidad de Standford. Sin embargo, precisaron que la detención ocurrió fuera de las instalaciones del CCSC y que los niños no presenciaron el momento en que la esposaron, según detallaron los medios locales.

“El arresto ocurrió a la hora de la siesta y fuera del perímetro del campus de CCSC. Los niños no estaban presentes cuando esto ocurrió”, apuntó el portavoz universitario al medio estudiantil The Stanford Daily.

Por último, El CCSC es una organización independiente que cuida a los niños del personal de la universidad de Stanford, así como a los hijos de estudiantes. Atienden a más de 200 niños y cuentan con una plantilla de unos 50 trabajadores. En tanto, los detenidos no recibieron el derecho a fianza, por lo que quedarían tras las rejas mientras la investigación por la muerte de Waterfall continua su curso.