Por Jimena Golender 
@jgolender 

Señalado como el autor de la grieta estadounidense, sin aliados políticos, enfrentado con los medios, silenciado por las redes sociales, acusado por el desastroso manejo de la crisis sanitaria y económica pero apoyado por 75 millones de ciudadanos, así deja la Oficina Oval Donald Trump, uno de los presidentes más controversiales de la historia norteamericana.

La era "trumpista" llegó a su fin. Deja como principal legado un creciente conflicto social en EE.UU. que aunque no puede atribuirse completamente al ex presidente, fue durante su gobierno en que la polarización se trasladó a las calles. El único mandato de Trump -que le ganó un lugar en el selecto grupo de 10 mandatarios estadounidenses no reelectos- se vio atravesado por problemáticas históricamente ancladas en la sociedad norteamericana: el racismo, la xenofobia, el control de armas, la violencia policial y la desigualdad.

Muchas de estas cuestiones alcanzaron su punto de ebullición durante el 2020, el año en que surgió el movimiento Black Lives Matters (las vidas negras importan) tras la muerte de George Floyd, un afroamericano que murió asfixiado por un policía blanco. Miles de estadounidenses salieron a las calles en reclamo por la violencia desmedida que las autoridades emplean contra los afroamericanos, conflicto al que Trump le restó importancia y que resolvió enviando a las fuerzas federales para restaurar "la ley y el orden".

Diferente fue su accionar el 6 de enero pasado, cuando miles de militantes "trumpistas" superaron un cordón policial y entraron por la fuerza al Capitolio. La jornada dejó cuatro muertos y terminó con el poco apoyo político con el que aún contaba Trump. Las reiteradas denuncias del republicano sobre un fraude electoral en los últimos comicios culminaron en el violento episodio que marcó para siempre el sistema democrático del país más poderoso del mundo.

La pandemia

La pandemia de coronavirus puso en jaque a la política económica proteccionista del republicano. El fracaso de su principal promesa de campaña (la generación de 25 millones de empleos nuevos) pesó en los comicios de noviembre. Los últimos indicadores económicos revelan que diez millones de estadounidenses todavía no recuperaron los empleos que perdieron por la pandemia.

Tan sólo en la última semana de diciembre se registraron casi 900.000 solicitudes de asistencia por desempleo, al mismo tiempo que se extendieron las colas para recibir bolsas de alimentos y miles de ciudadanos están al borde de la quiebra. La postura anticuarentena del magnate y la pobre gestión de la crisis sanitaria también influyeron en la derrota del republicano.

El virus avanzó sin control por territorio yanqui. Desde el inicio de la pandemia el ex mandatario minimizó la amenaza del virus, ignoró las advertencias de organismos y expertos de la salud e incluso alentó el uso de la hidroxicloroquina, un fármaco contraindicado por médicos. En consecuencia, el virus avanzó sin control y el país se convirtió en el epicentro del peor brote de coronavirus del mundo, con más de 23 millones de casos confirmados y casi 400.000 muertes.

Falta de diplomacia

La política internacional tampoco fue el fuerte de Trump. Su falta de diplomacia quebró los avances logrados por las gestiones anteriores y causó conflictos con más de una nación. Abandonó acuerdos internacionales como el de París contra el cambio climático y el del desmantelamiento nuclear firmado con Irán.

Su legado incluye además una guerra comercial con China, alianzas económicas rotas con países vecinos, volver a poner a Cuba en la lista de patrocinadores del terrorismo y, por si fuera poco, la salida de la Unesco y el corte del financiamiento a la Organización Mundial de la Salud en pleno auge de la pandemia.

A su vez, Trump deja una imborrable huella en materia migratoria. Desde el comienzo de su mandato aplicó medidas que incluyeron una reducción considerable de refugiados admitidos en Estados Unidos, menos visados para diferentes naciones y la polémica construcción de un muro que abarca 507 kilómetros de la frontera con México.

Los enfrentamientos con la prensa se repitieron durante toda su gestión. Cada cuestionamiento o crítica dirigida hacia él era refutado con agresiones personales, menosprecio e intimidación hacia el o la periodista involucrada. Otro de los puentes que Trump se encargó de romper fue aquel que había construido con las herramientas que ayudaron a impulsar su victoria en las elecciones de 2016: las redes sociales.

Será conocido por haber sido el primer presidente cuya cuenta oficial en Facebook, YouTube y Twitter fue bloqueada de forma permanente.