Este cuadro es una de las pocas obras de este periodo de la pintora que todavía permanecen en manos privadas. "Es una obra emblemática", cuenta en un comunicado la directora de Arte Latinoamericano de Sotheby's, Anna Di Stasi. Agrega que los años 40 fueron un periodo "fundamental" en la producción de la artista mexicana Magdalena del Carmen Frida Kahlo Calderón. "Esta es la década en la que pinta las grandes obras, sobre todo las que hace que se reconozca la contribución de Kahlo al arte moderno y surrealista".

El cuadro, imagen de la tumultuosa relación con Diego Rivera, la última vez que salió a subasta en 1990, marcó un hito al venderse por 1,4 millones de dólares. Este precio batió el récord hace 30 años en superar en una puja el millón de dólares por una obra de un artista latinoamericano. Hasta ahora el mayor precio que se pagó por una obra de la pintora fue de 8 millones de dólares.

En este momento en el que las obras de las mujeres artistas del siglo XX se están revalorizando, Sotheby's estima que alcanzará los 30 millones de dólares ya que se está mostrando un "profundo interés" hacia artistas latinoamericanos surrealistas.

Frida artista

Cabe destacar que Frida Kalho logró destacarse en pintura en un ambiente aún predominantemente masculino, y se abrió camino a pesar de las tragedias y enfermedades que azotaron su vida. La poliomelitis y un accidente de tránsito la dejaron postrada durante largos años en los que desarrolló su obra pictórica.

Frida Kalho es un emblema de lucha y fortaleza que se plasma en lo tumultuoso de su obra artística. En sus coloridas pinturas y autorretratos cercanos al estilo surrealista integra elementos de su vida, de la naturaleza y la identidad mexicana.

La obra

"Diego y yo" es un cuadro de 29.5 x 22.4 cm fue pintado en momentos del amor tumultuoso con Rivera. Es sabido que la relación entre Frida y Diego siempre estuvo marcada por crisis e infidelidades. Precisamente en el año 1949, Rivera tiene un intenso romance con la actriz María Félix, quien fuera amiga de Kalho. El cuadro muestra a una Frida triste y llorosa y se cree que el tercer ojo simboliza la imposibilidad de quitarse a Diego de su mente.