El piloto Tim Lancaster de la aerolínea British Airways había despegado del aeropuerto de Birmingham con destino a la ciudad de Málaga, en España. El vuelo llevaba 81 pasajeros a bordo. En viaje que aparentaba tranquilo y rutinario, el piloto terminó succionado por la ventanilla de la cabina y quedó suspendido en el aire, agarrado de los pies por sus compañeros, a unos 7 mil metros de altura. La fuerza también hizo volar la puerta de la cabina, casi derribando al asistente de vuelo, Nigel Ogden.

"Me di la vuelta y vi que el parabrisas delantero había desaparecido y Tim, el piloto, estaba saliendo por él; lo habían sacado del cinturón de seguridad y todo lo que podía ver eran sus piernas", contó Ogden al medio Sydney Morning Herald, citado por el diario The Sun.

La recreación del momento en que Lancaster era sostenido por Ogden. (National Geographic Channel).

El impresionante acontecimiento ocurrió mientras el personal se disponía a preparar el servicio de comida. En ese instante, los pilotos escucharon un ruido muy fuerte y el fuselaje se llenó de condensación. Sin más preámbulos, el parabrisas izquierdo se había separado del fuselaje.

"Salté sobre la columna de control y lo agarré por la cintura para evitar que se fuera por completo. Le habían quitado la camisa de la espalda y su cuerpo estaba doblado hacia arriba, doblado alrededor de la parte superior del avión. Sus piernas estaban atascadas hacia adelante, desconectando el piloto automático, y la puerta de vuelo descansaba sobre los controles, enviando el avión a una velocidad de casi 650 kmh a través de algunos de los cielos más congestionados del mundo", relató Ogden.

Alastair Atchison, copiloto de Lancaster, no podía creer lo que estaba sucediendo. La descompresión en la cabina provocó que la consola de navegación saliera por la ventanilla y que el control del acelerador se bloqueara.

 

Este desperfecto causaba que el avión fuese cada vez más rápido y al mismo tiempo, descendiera. Todo quedó sumido en un descontrol total cuando la puerta de la cabina se abrió de par y par y comenzaron a volar papeles y desechos hacia el habitáculo de los pasajeros.

 

Ogden alcanzó a abrochar el cinturón de Lancaster, quien aún permanecía colgado de la parte de afuera del avión, congelándose por las bajas temperaturas y soportando el viento que produce el ir a casi 800 kilómetros por hora.

"Todavía sostenía a Tim, pero mis brazos se debilitaban y luego se resbaló. Pensé que lo iba a perder, pero terminó doblado en forma de U alrededor de las ventanas. Su cara golpeaba contra la ventana con sangre saliendo de su nariz y un lado de su cabeza, sus brazos se agitaban y parecían tener unos 1,8 metros de largo. Lo más aterrador es que sus ojos estaban extremadamente abiertos", contó el asistente de vuelo en su crudo relato.

En esa escena dantesca, el copiloto debió comenzar un descenso de emergencia para alcanzar la altura adecuada, la cual proporcione los niveles de oxígeno necesarios para los pasajeros y la tripulación.

Mientras tanto, tres asistentes tomaban el cuerpo de Lancaster para impedir que saliera despedido por el aire. Pese a que muchos pensaban que el piloto ya estaba muerto, Atchinson ordenó que no lo dejaran de sostener. Pero no por una cuestión de humanidad, sino porque temía que al soltarlo volara hasta uno de las turbinas y su impacto provocara un incendio.

El aterrizaje forzoso y el resultado del informe sobre los hechos

 

Tras el pedido de aterrizaje de emergencia, el control de tráfico aéreo autorizó a la tripulación a bajar la aeronave en la ciudad de Southampton, al sur de Inglaterra. Finalmente, tras el aterrizaje forzoso, el vuelo 5390 de la British Airways tocó pista sin problemas y sin ningún pasajero con lesiones graves.

Por su parte, Lancaster fue traslado de inmediato al hospital. El piloto increíblemente había sobrevivido, aunque el parte médico arrojó que el hombre había sufrido hipotermia, congelación del cuerpo y presentaba diferentes fracturas en el cuerpo. Ogden, quien en ningún momento soltó a Lancaster, sufrió la dislocación en un hombro y congelamiento en media cara helada, incluido su ojo izquierdo.

Luego de que se hicieran las averiguaciones pertinentes a cargo de la Subdirección de Investigación de Accidentes Aéreos, el reporte indicó que el parabrisas había sido mal instalado 27 horas antes del vuelo. Al parecer se habían equivocado en el diámetro de tornillo. 84 de las 90 piezas necesarias para mantener firme el parabrisas, eran demasiado chiquitos. Los otros seis eran más cortos de lo necesario.

Tim Lancaster junto a su familia y el resto de la tripulación.

Con un final feliz, los pasajeros y la tripulación del vuelo 5390 de British Airways pudieron contar desesperante historia ocurrida en junio de 1990.El incidente fue recreado para un documental llamado "Air Crash Investigation-Blow Out", que se emitió en National Geographic Channel en 2005 y las imágenes del programa se volvieron virales recientemente en las redes sociales, 30 años después de que ocurriera el accidente.