Luego de dos años en órbita alrededor del ateroide Bennu, la misión espacial OSIRIS-REx recopiló información suficiente para determinar las chances de que la roca colisione contra el planeta. El asteroide de 500 metros de diámetro fue identificado hace algunos años, y si bien su amenaza es baja, fue suficiente para que la NASA envíe una sonda a monitorear su ruta y asegurarse de que no se cruce con la Tierra.

OSIRIS-REx se reunió con Bennu a fines de 2018, orbitando a su alrededor mientras recopilaba información sobre su tamaño, forma, masa y composición. A fines de 2020 la misión aterrizó exitosamente sobre la roca espacial, recolectando una muestra de su superficie que regresará al planeta a fines de 2023. Con esta información, se logró calcular el riesgo que Bennu representa.

Los datos de OSIRIS-REx nos brindan información mucho más precisa, podemos probar los límites de nuestros modelos y calcular la trayectoria futura de Bennu con un alto grado de certeza hasta 2135”, dijo el líder del estudio, Davide Farnocchia, del Centro para Estudios de Objetos Cercanos a la Tierra (CNEOS). "Nunca antes habíamos modelado la trayectoria de un asteroide con esta precisión".

La estimación de la NASA logró hasta precisar el posible Día D: los científicos calcularon que el 24 de septiembre de 2182 es la fecha en la que es más probable que Bennu se estrelle contra la Tierra. Sin embargo, la probabilidad de que suceda es de una en 2.700 (o aproximadamente un 0,037%), y la probabilidad de que Bennu colisione contra la Tierra entre ahora y el año 2300 es de una en 1.750 (o un 0,057%).

Mapa de la órbita de Bennu, proyectada por la NASA.

A pesar de lo tranquilizador de las cifras, lo cierto es que el reciente cálculo aumentó las posibilidades de un choque planteadas hasta el momento. Por su parte, los expertos en la NASA informaron que continuarán monitoreando la trayectoria de Bennu, que puede verse afectada en una multiplicidad de formas.

Incluso la fuerza más pequeña puede desviar significativamente a Bennu con el tiempo: la gravedad del Sol, los planetas, las lunas, más de otros 300 asteroides, el arrastre causado por el polvo interplanetario, los vientos solares e incluso los eventos de expulsión de partículas del propio asteroide, cuando arroja pequeñas cantidades de roca al espacio.

Si bien estos efectos son pequeños, con el tiempo pueden acumularse, especialmente debido a la falta de resistencia en el vacío del espacio. "El efecto en Bennu es equivalente al peso de tres uvas que actúan constantemente sobre el asteroide; minúsculo, sí, pero significativo para determinar las posibilidades de impacto futuro de Bennu en las décadas y siglos venideros", dijo Steve Chesley, científico investigador en NASA.

¿Que pasaría si el asteroide choca contra la Tierra?

El ancho de Bennu fue calculado entre los 500 metros por la NASA.

Representantes de la NASA informaron en una conferencia de prensa este miércoles que si Bennu se estrellara contra la Tierra no acabaría con la vida, al estilo de los dinosaurios, pero el choque produciría una energía equivalente a 70.000 bombas atómicas:

Por regla general, se puede decir que el tamaño del cráter será de 10 a 20 veces el tamaño del objeto”, dijo Lindley Johnson, oficial de defensa planetaria de la NASA. “Entonces, un objeto del tamaño de medio kilómetro va a crear un cráter que tiene al menos cinco kilómetros de diámetro, y puede tener hasta 10 kilómetros de diámetro. Pero el área de devastación será mucho, mucho más amplia que eso, hasta 100 veces el tamaño del cráter".

A pesar del potencial desastre, las bajas posibilidades reportadas por la misión OSIRIS-REx relajaron a los expertos. "No creo que tengamos que hacer nada al respecto de Bennu", afirmó Johnson a la prensa. El peligro, sin embargo, podría provenir de los asteroides que todavía no fueron detectados: se estima que aún queda por encontrar alrededor del 40% de los asteroides cercanos a la Tierra del tamaño de Bennu, afirmó Johnson.

Si parece probable que un asteroide choque con la Tierra, la humanidad podría intentar desviarlo hacia una órbita que no alcance el planeta. La NASA llevará a cabo un experimento utilizando esta técnica con un asteroide llamado Didymos en 2022, enviando la nave espacial Double Asteroid Redirect Test para sacarlo de su órbita. La nave espacial está preparada para ser lanzada más adelante en el año.