Keiko Fujimori acusó a Pedro Castillo de dar un "golpe desesperado" en Perú antes de ser destituido como presidente
La líder opositora peruana hizo una publicación en sus redes sociales dirigida al jefe de Estado destituido en Perú, antes que una sesión votara su salida y le tomara juramento a Dina Boluarte como nueva mandataria.
La líder opositora peruana Keiko Fujimori acusó al mandatario destituido, Pedro Castillo, de dar un "golpe desesperado" tras haber ordenado cerrar temporalmente el Congreso, llamar a elecciones y mientras tanto gobernar vía decretos, e instó al Congreso y a las Fuerzas Armadas a actuar.
"Pedro Castillo da un golpe desesperado porque sabía que le quedaban pocas horas en el poder. El Congreso debe seguir adelante con la vacancia y las Fuerzas Armadas tienen que respaldar el orden constitucional. #NoAlGolpe #VacanciaYA", tuiteó Fujimori.
Horas después del anuncio de Castillo, el Congreso aprobó con 101 votos su destitución como presidente.
De inmediato, el presidente del cuerpo, José Williams, convocó para las 15 (17 de Argentina) a una sesión en la que se le tomará juramento a la vicepresidenta, Dina Boluarte, quien reemplazará al mandatario destituido, y pasará a ser la primera presidenta mujer en la historia de ese país.
Pedro Castillo da un golpe desesperado porque sabía que le quedaban pocas horas en el poder. El Congreso debe seguir adelante con la vacancia y las Fuerzas Armadas tienen que respaldar el orden constitucional. #NoAlGolpe #VacanciaYA
— Keiko Fujimori (@KeikoFujimori) December 7, 2022
"Asumo de acuerdo con la Constitución de Perú, desde este momento hasta el 26 de julio de 2026", cuando estaba previsto el fin del mandato de Castillo, manifestó Boluarte durante su juramento.
La primera mujer en ocupar la jefatura de Estado peruana basó sus dichos en lo expuesto por la Constitución de su país, que indica que la actual primera vicepresidenta es la encargada de gobernar el país hasta culminar el periodo constitucional.
Por su parte, Castillo fue detenido cuando se presentó en la Prefectura de Lima para pedir garantías, tras abandonar la Casa de Gobierno, y fue trasladado a la Procuraduría. Por otro lado, las fuerzas armadas habían quitado el apoyo al presidente.
Horas después del anuncio de Castillo, el Congreso, dominado por la derecha, aprobó con 101 votos su destitución como presidente.
De inmediato, el presidente del cuerpo, José Williams, convocó para las 15 (17 de Argentina) a una sesión en la que se le tomará juramento a la vicepresidenta, Dina Boluarte, quien reemplazará al mandatario destituido, y pasará a ser la primera presidenta mujer en la historia de ese país.
Cabe destacar que el "golpe de Estado" que decretó Castillo, de inmediato rememoró al autogolpe que protagonizó el expresiente Alberto Fujimori en 1992.
Keiko Fujimori, hija de Alberto y líder del partido Fuerza Popular, perdió las elecciones presidenciales en segunda vuelta contra Castillo, de Perú Libre, el 6 de junio de 2021, en medio de la indiferencia de una población muy golpeada por la grave crisis socio-política y la pandemia de coronavirus.
El cierre del Congreso de Castillo, rememora el "Fujimorazo"
En ese contexto, la decisión del presidente de Perú, Pedro Castillo, de cerrar temporalmente el Congreso, llamar a elecciones y mientras tanto gobernar vía decretos remite al llamado “fujimorazo” de abril de 1992, cuando el entonces mandatario Alberto Fujimori también dispuso clausurar el parlamento e inició una gestión que llamó de Emergencia y Reconstrucción Nacional.
“He decidido tomar las siguientes trascendentales medidas: primero, disolver temporalmente el Congreso de la República”, abrió su discurso Fujimori en la noche del domingo 5 de abril de hace poco más de 30 años.
El mandatario intervino sobre otros varios organismos de la República –la Contraloría General, el Tribunal Constitucional, el Ministerio Público- y dejó en suspenso los artículos de la Constitución de 1979 que chocaran contra la instauración de su Gobierno de Emergencia y Reconstrucción Nacional.
Fujimori contó entonces con el respaldo pleno de las Fuerzas Armadas, que de inmediato llenaron las calles de Lima y las principales ciudades de tanques y militares para inhibir cualquier atisbo de protestas.
Las palabras de Castillo y su antecesor coincidieron en considerar al legislativo un obstáculo para las leyes que, argumentaron ambos, eran necesarias para recuperar la economía del país, pero hace 30 años Fujimori tenía otra cuestión para la queja: ese Congreso, afirmó, obstruía “la lucha contra la subversión” que representaban Sendero Luminoso y el MRTA.
Las medidas del Ejecutivo ahora concentrado en Fujimori fueron acompañadas de las detenciones domiciliarias de varios legisladores, entre ellos los jefes de las dos cámaras, el senador Felipe Osterling Parodi y el diputado Roberto Ramírez del Villar Beaumont.
Hubo, además, secuestros y persecuciones a otros dirigentes, cierre de medios y control estricto sobre lo publicado en los que permanecieron abiertos.
El Congreso, o lo que quedaba de él, votó dos veces la vacancia presidencial por incapacidad moral de Fujimori: una el 6, apenas un día después del discurso del mandatario, y otra el 9, en una inédita sesión realizada en la casa de una legisladora.
Más aún, el martes 21 de abril, el diputado Máximo San Román llegó a asumir la presidencia en el auditorio del Colegio de Abogados de Lima, aunque se trató de un hecho casi simbólico, igual que su gestión en las sombras.
Para entonces, Perú ya había sido e xpulsado del grupo Río y EEUU suspendido los acuerdos comerciales y militares con el país, mientras presidentes de la región (el argentino Raúl Alfonsín, el colombiano Belisario Betancur, el brasileño José Sarney y el uruguayo Julio Sanguinetti) condenaban el golpe en un comunicado conjunto.
La OEA, en cambio, demoró sus decisiones, organizó varios encuentros y una visita al país y terminó, por omisión, casi avalando al Ejecutivo.
Fujimori llamó a elecciones para noviembre para un Congreso Constituyente Democrático, en el que el oficialismo tuvo amplia mayoría.
Ese Congreso, en enero de 1993, declaró a Fujimori presidente constitucional. Después, claro, ese congreso sancionó una nueva Constitución, todavía vigente. Y un par de años más tarde, el jefe de Estado conseguía la reelección.
En el 2000 llegaría su renuncia, enviada desde el exterior y por fax, cuando la prensa difundió que el Gobierno compraba votos de legisladores.
De aquel autogolpe de 1992 Fujimori nunca se arrepentiría. En 2017, ya condenado en Perú por varias causas –entre ellas dos por crímenes de lesa humanidad-, el expresidente usó el aniversario de su discurso de abril para compartir este mensaje en su cuenta de la red Twitter: “ Para hacer tortillas hay que romper huevos. Alguien tenía que hacerlo. Desde la cárcel les digo: Valió la pena”.