El imperio ruso atravesó con el paso de los siglos diversas guerras, hambruna, cambio de zares y otras situaciones, pero también que soportar la presencia de asesinos seriales que dejaron su huella de sangre en el vasto territorio.

Una de las peores criminales que tuvo la región rusa en la historia se llamó Katherina Popova, quien fue denominada por la prensa local en los finales del siglo XIX y comienzo del XX como "Madame Popova", por haber matado un vasto número de hombres que hasta el día de hoy no tiene una cuenta final.

Popova nació en región rusa de Samara en 1880, y nunca pudo acceder a una escuela por la pobreza que atravesó siempre su familia, con lo cual tuvo que trabajar desde pequeña para ayudar en los ingresos de su casa donde habitaban muchos miembros.

Cansada de no tener dinero, emprendió un tenebroso negocio que solo era conocido mediante los rumores que corrían en la ciudad y que prometía "liberar a esposas infelices de sus esposos tiranos" a cambio de importantes sumas de dinero.

Comienzo de muertes de Katherina Popova

El tema es que varias mujeres que eran infelices en sus hogares comenzaron a "contratar los servicios" de Popova para eliminar al marido de turno, y para lograr el objetivo la mujer cobraba tarifas mínimas y su herramienta mortal era el arsénico, que en pequeñas dosis periódicas mataba luego de producir dolores insoportables, diarreas y hemorragias.

La cadena de muertes de la rusa tuvo su inicio en 1879, y primero se ganaba la confianza de sus víctimas, algo que le permitía sembrar el arsénico en gotas en sus vasos con vodka durante eventos sociales. Sin embargo, cuando no lograba este cometido, le entregaba el veneno a las mujeres para que ellas realizaran la acción, con lo cual se desconoce la cantidad de cómplices que pudo haber tenido.

 Katherina Popova sembró el terror en el imperio ruso (Archivo).
Katherina Popova sembró el terror en el imperio ruso (Archivo).

Si bien se desconoce el porqué de emprender el camino de matar hombres, según relataron los diarios de la época, sería que su infeliz vida como mujer casada la guío a concebir la idea de liberar mujeres oprimidas e iniciar su carrera como criminal.

Sin embargo, para desgracia de Popova, una de las mujeres a las que "ayudó" a eliminar a su marido no pudo soportar la culpa y la denunció. Es por eso, que esta mujer enviaba cartas a la policía donde relataba lo hecho por la asesina, y cuando notó que no tomaban su denuncia en cuenta, decidió ir a realizarla personalmente a un destacamento local.

Confesión y condena

Tras la confesión de la fémina, un escuadrón policial llegó hasta su mansión y la apresó, y ya frente al tribunal, "Madame Popova" confesó los hechos y explicó con detalles sus acciones, afirmando que se dedicaba a asesinar a hombres que trataban a sus parejas como esclavas, por lo que consideraba sus acciones "actos de caridad".

A pesar de reconocer las muertes, sostuvo que no era una asesina, ya que el proceso con el veneno era lento y natural, por lo que los hombres murieron sin darse cuenta de que había sido por lo ingerido.

En tanto, y de acuerdo a sus cálculos, asesinó a casi unas 40 personas, sin embargo, se presume que realmente en 30 años fueron 300 las que murieron. De acuerdo a los registros de la época, las mujeres que contrataron a Popova debían ser declaradas culpables por cómplices de asesinato, pero cuando se realizó el juicio, muchas ya habían muerto o viajado a Estados Unidos.

Finalmente, el juicio y condena fueron rápidos, ya que la vida de la mujer terminó tras un fusilamiento en San Petersburgo en 1910.

POR G.A.