Cuando allá por el mes de febrero tuvo su comienzo el conflicto bélico entre rusos y ucranianos, nada hacía prever que se extendería tanto, y tras la importante dilatación que existe, el ejército de Vladímir Putin pone en escena un nuevo plan para lograr la rendición local.

Es que los rusos decidieron bombardear las centrales eléctricas y las líneas de alta tensión, una acción que no tendría mayor sentido para ganar una guerra, pero que en la estepa congelada ucraniana puede hacer estragos.

Lo cierto, es que van seis semanas de constante bombardeos rusos contra la infraestructura energética de Ucrania y todo indica que no va a ceder por el momento, situación que está dejando a millones de personas al borde de una grave crisis humanitaria sin electricidad, calefacción o agua cuando ya está allí instalado el invierno con temperaturas que pueden llegar a los 20 o 30 grados bajo cero.

A pesar de que las fuerzas rusas solo retroceden y pierden territorio desde septiembre, esta estrategia puede causar una nueva ola de refugiados que colapse las ya abarrotadas instalaciones para recibirlos en los países vecinos. La Organización Mundial de la Salud (OMS) dijo que hasta tres millones de personas tendrían que buscar refugio cuando las temperaturas bajen aún más.

Guerra Rusia-Ucrania: inicio de ataques

Cabe destacar, que la primera ola de estos bombardeos se produjo entre el 10 y 11 de octubre y los objetivos incluyeron centrales generadoras de electricidad, líneas de alta tensión, plantas de calefacción y plantas potabilizadoras de agua. El ministro ucraniano de Energía, Herman Halushenko, informó en ese momento que el 30% de las infraestructuras energéticas de Ucrania habían sido alcanzadas.

Al día siguiente, los cohetes rusos dañaron otros 33 objetivos de infraestructura energética y desde entonces, cada día una andanada de entre 20 y 50 cohetes tratan de llegar a objetivos estratégicos. La mayoría termina en un edificio de viviendas y matando civiles y no hay ningún objetivo militar en todo esto.

Central térmica de Ladyzhinska (Twitter).

De hecho, la central térmica de Ladyzhinska, fue una de las muchas que sufrieron impactos directos, aunque también fueron alcanzadas varias centrales de producción combinada de calor y electricidad. Doce subestaciones resultaron dañadas en las regiones de Kyiv, Zhytomyr, Khmelnytskiy, Lviv, Sumy, Poltava y Mykolaiv. Las tropas rusas ya habían bombardearon la central nuclear de Zaporizhzhia, que están en manos de sus propios soldados, y la central de Zmiivska.

También lanzó 14 cohetes contra la central hidroeléctrica de Kakhovka. Y dejó devastada la principal central de Kharkiv, la segunda más grande de Ucrania. Otros cohetes derribaron al menos 40 subestaciones de alta tensión y decenas de líneas eléctricas aéreas. El Primer Ministro ucraniano, Denys Shmyhal, informó que “la mitad de la infraestructura energética del país está afectada”.

Lo que busca Vladimir Putin es una ventaja que no consigue en términos militares y por eso, quiere minar la moral de los ucranianos y obligarlos a ir a una mesa de negociaciones teniendo él mayores ventajas. “Tenemos que congelarlos hasta que se rindan”, dicen en el Kremlin. “Se trata de la militarización de los refugiados”, explicó al Washington Post, el teniente general retirado del Ejército de Estados Unidos, Ben Hodges, ex comandante del Ejército de Estados Unidos en Europa.

“Al hacer que Ucrania sea inhabitable en la época de invierno, están enviando potencialmente a millones de ucranianos más a Europa”, dijo Hodges. “Eso presionaría a los gobiernos europeos. La esperanza es que Europa, a su vez, presione a Moscú”.

“Los rusos están perdiendo en todas partes”, agregó Hodges, “y su única táctica es apuntar a la infraestructura civil no militar para alargar las cosas y esperar obtener una solución más favorable al Kremlin”.

Reactores inactivos

Hay que resaltar que solo ocho de los 15 reactores nucleares de Ucrania están operativos, y los siete que no funcionan representan más del 25% de la capacidad de generación eléctrica del país. Ninguno de los seis reactores de la central nuclear de Zaporizhzhia está en línea debido a los bombardeos rusos de agosto, y solo tres de los cuatro reactores de la central nuclear de Rivne están actualmente operativos.

Los recursos energéticos renovables de Ucrania, que representaban aproximadamente el 12% de la generación antes de la invasión, están actualmente fuera de servicio en el territorio controlado por Rusia o en las regiones de la línea del frente. Al menos dos centrales hidroeléctricas también están fuera de servicio.

Siguen los ataques rusos en Ucrania (Archivo).

Ucrania tiene 14 centrales eléctricas que funcionan con carbón o gas natural. Ocho son propiedad de la mayor compañía eléctrica privada del país, DTEK, otras tres de la empresa estatal Centrenego, y el resto pertenecen a entidades públicas o privadas más pequeñas. Solo una de las centrales de Centrenergo, Trypilska, está actualmente en funcionamiento. Dos de las seis centrales de DTEK que estaban operativas fueron dañadas esta semana por los ataques aéreos rusos.

Durante una reunión informativa con un grupo de periodistas en Kyiv, Volodymyr Kudrytskyi, el jefe de Ukrenergo, la operadora de la red eléctrica estatal, calificó de “colosales” los daños en el sistema eléctrico. Por su parte, el director general de la otra empresa estatal, Naftogaz dijo que el ataque masivo había alcanzado 10 instalaciones de producción de gas en las regiones de Kharkiv y Poltava, incluida Shebelinka, una de las mayores zonas de producción y perforación.

“Por supuesto, ahora haremos todo lo posible para recuperarnos, pero esto llevará tiempo, recursos y material”, dijo Oleksiy Chernyshov. “El tiempo es esencial, ya comenzó la temporada en que más necesitamos el suministro. El invierno es ahora”.

Mientras muchos ucranianos se preguntan por qué Occidente no les entrega las armas que necesitan para detener estos ataques y para responder destruyendo las redes de infraestructura rusas.

Guerra Rusia-Ucrania: ¿contraataque?

Ucrania tiene el derecho legal de contraatacar dentro de Rusia, pero Estados Unidos y Europa, que son los que la apoyan y le proveen de las armas, no se lo permiten. Le exigen a Kiev garantías de que el armamento que le proveen no se utilizará fuera del territorio ucraniano. Incluso, en las zonas previamente ocupadas y anexionadas como la península de Crimea. Si Ucrania recibiera las armas apropiadas y la luz verde de sus socios occidentales para devolver el golpe a la propia infraestructura rusa, probablemente Moscú se pensaría dos veces su actual campaña de bombardeos.

“Restringir la capacidad de Ucrania para defenderse podría tener consecuencias alarmantes para la seguridad internacional, lejos del frente del conflicto actual. Una cosa es que Estados Unidos restrinja a los aliados de la OTAN a los que protege directamente, pero otra muy distinta es que limite el derecho a la autodefensa de un país amigo no perteneciente a la OTAN al que solo ayuda a distancia. Esto podría sentar un peligroso precedente e invitar a la invasión de otros aliados de Estados Unidos”, opinó Ira Straus, el presidente del Centro de Estudios sobre la Guerra y la Paz del Consejo Atlántico.

El argumento de Washington para limitar la ayuda a Ucrania es que no quiere “provocar” a Vladimir Putin quien podría tener “reacciones desproporcionadas” en caso de verse “acorralado”. Algo que varios destacados analistas internacionales ya refutaron recitando la larga lista de barbaridades cometidas por las tropas rusas contra la población civil ucraniana. Otros creen que “si Putin se sale con la suya” no habrá límite alguno para sus ambiciones imperiales.

“La Administración Biden parece haberse decantado por una guerra de desgaste, pero este enfoque corre el riesgo de debilitar la alianza en apoyo de Ucrania. El desgaste socava la moral de la OTAN y aumenta las perspectivas de una derrota que desacreditaría a toda la alianza”, dijo Ira Straus.